Todo por esa bendita rodilla: cómo optimizar su funcionamiento
"¿Cuántas veces lo escuchamos? "Fulanito se operó los meniscos", "Menganito está mal de la rodilla", "Zutanito se rompió los ligamentos". Pareciera que siempre tenemos alguien alrededor que tiene algún problema relacionado con esta parte del cuerpo. "Es una articulación grande. No se trata de una bisagra pura que trabaja simplemente en flexión y extensión", dispara el doctor Ricardo Diez, médico traumatólogo dedicado a patología de rodilla. Gracias a la forma de sus huesos y a la estabilidad que aportan sus ligamentos, meniscos y músculos, la rodilla tiene además movimiento de rotación interno y externo. Y cada estructura de esta articulación tiene una función específica, casi como un mecanismo de relojería suiza. "A la vez, cada una de estas estructuras tiene su patología precisa". Y la lesión de una repercute sobrecargando la función de otra, dejándola predispuesta a un daño inminente.
Todo esto pareciera dejar entrever que estamos en permanente peligro. Pero tampoco es cuestión de ser extremistas: con un adecuado régimen de mantenimiento, cualquier mecanismo optimiza su funcionamiento, y la rodilla no es la excepción. Me refiero a un peso corporal controlado y a un entrenamiento de resistencia, fuerza y capacidad aeróbica y a una elongación muscular, cuestiones que sostenidas en el tiempo previene buena parte de las lesiones traumáticas, y retrasan otras degenerativas (por edad) o de predisposición genética.
"La rodilla se halla en riesgo al sufrir un traumatismo directo, como un golpe o tackle, o cuando se combinan extensión y rotación en algún gesto deportivo o en la vida doméstica", describe. Hay tres síntomas a los que corresponde prestarles atención: dolor, tumefacción y episodios de inestabilidad (el clásico "se me va la rodilla"). Son indicadores de que no debemos continuar compitiendo, o que no estamos aptos para el regreso al entrenamiento. "Implican la necesidad de continuar el trabajo de rehabilitación o de evaluar nuevamente la articulación mediante examen físico y estudios complementarios", explica el médico.
En orden creciente, los siguientes deportes son productores comunes de lesión de rodilla. Sin impacto: natación, remo y ciclismo. Con impacto y poca rotación: carreras de velocidad y fondo. Con rotación y poco impacto: ski de nieve y agua. Con impacto y rotación: fútbol, rugby, basquet, handball y artes marciales. "El deporte es salud, pero ocasionalmente, el de alto rendimiento no lo es", advierte. Ante una lesión, lo primero es evaluar su gravedad y definir el tratamiento. El consejo apunta a evitar la progresión hacia otros daños, trabajando para lograr la mejor compensación y coordinación. "Un atleta bien coordinado contrae el músculo exacto en el momento exacto, para evitar un gesto perjudicial". Es el delicado equilibrio que conviene transitar para llegar al bienestar general.
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