CRYSTAL BAR
Antes de la apertura de Alvear Icon Hotel & Residences en Puerto Madero, Roberto Marino (39), vestido de traje y con un arnés, se subió a la terraza del piso 35 junto con el ingeniero para observar el funcionamiento de los aires acondicionados. Desde esa altura, el director de los restaurantes descubrió una vista única del barrio más joven de la ciudad, la reserva ecológica y el Río de la Plata. El paisaje es similar al que se observa desde los ventanales del Crystal Bar, en el piso 32 de este hotel de lujo.
Roberto dice que alguna vez desde el Crystal pudo observar la salida del sol en el río y que de noche se ven las luces de Colonia. Pero es la vista panorámica de Buenos Aires una de las principales atracciones de este bar.
Un martes, al caer la tarde, confluye público variado: un grupo de varones jóvenes de una oficina del microcentro, chicas de look casual y vestidos largos, una pareja de extranjeros de 50 que se alojan en el hotel y turistas con mochilas. Sin duda, el bar es desestructurado, aunque elegante y noble tanto en su propuesta como en la decoración. "El público que viene temprano es el del after office, luego parejas, y a la medianoche, los que van a ir a bailar", explica Marino. Musicaliza progressive y deep house el DJ Franco Papagni.
El Crystal Bar ofrece cócteles elaborados, diseñados por el bartender Carlos León, desde $160. También vinos por copa y espumantes en botella. Para comer, croquetas de morcilla ($150), miniempanadas de cordero ($190) y corte de ternera al hierro ($240). Las tablas de quesos y fiambres artesanales salen con pan de masa madre. En el living y en los boxes para cuatro, la consumición mínima por persona es de $500, mientras que en la barra y en la terraza es libre.
El lugar es uno de los ocho espacios gastronómicos del hotel. El mes que viene abrirá el restaurante de cocina contemporánea Kayla (en el piso 31) y más adelante será el turno de un restaurante cárnico kosher.
En la fisonomía de Puerto Madero, el edificio del Alvear Icon se reconoce por su estructura de vidrio en la cúspide que semeja un diamante tallado, según se explica en una descripción de los arquitectos del estudio Pfeifer-Zurdo. El Crystal Bar posee ascensor propio. Para acceder a él solo se necesita atravesar la recova de ingreso, el lobby de triple altura, el mostrador de conserjería y pulsar el número 32.
AIMÉ PAINÉ 1130, PUERTO MADERO
4114-0900
MARTES Y MIÉRCOLES DE 19 A 1, JUEVES, VIERNES Y SÁBADOS DE 19 A 3
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PUERTA DEL INCA
Hace 10 años, cuando Flavia Zorzi era estudiante del Centro de Arqueología Urbana, le pidieron que monitorease la puesta en valor de un antiguo edificio en el microcentro porteño. Su trabajo consistía en controlar el cuidado de unas estructuras del manejo del agua del siglo XIX que habían encontrado en el transcurso de una obra de la arquitecta Ana María Carrio. "En una excavación empecé a limpiar ladrillos y, pegado a un muro del 1800, encontré restos de cenizas, huesos calcinados, carbones y cerámicas. Habían quedado al descubierto objetos que databan de principios del 1600. ¡Sentí una emoción tan grande que no me quería ir!", recuerda Flavia. El sitio se encuentra en el ex-Pasaje Belgrano, en un complejo estilo art déco en el que también funcionará un hotel boutique.
"Encontramos gran cantidad de vajilla de cerámica esmaltada de origen portugués, imitaciones de porcelana china y productos de una sociedad multiétnica, como las cerámicas elaboradas por los guaraníes, con decoraciones en estilo hispano y símbolos barrocos". Estos relatos pueden escucharlos quienes vayan a cenar a Puerta del Inca los viernes, cuando la propia Flavia guía la visita al edificio y museo de sitio.
"Este restaurante forma parte de un proyecto especial, por eso en su decoración confluyen lo antiguo y lo moderno", resume Alfredo Sansone, a cargo del espacio gastronómico. Se conservan puertas y marcos de madera, pisos de pinotea, pero también hay muebles de diseño actuales. Un detalle es que algunas mesas fueron realizadas con los durmientes y las vías del tranvía que pasaba por Bolívar, levantados cuando cambiaron los adoquines de la calle.
Como es zona de oficinas, de lunes a viernes al mediodía se ofrece un menú ejecutivo (por $310). "En esa propuesta sumamos platos de pastas, carnes y ensaladas. Por la noche, la oferta es a la carta, de cocina peruana fusión. Tenemos algunos platos insignia, como la degustación de ceviches ($565, para compartir), el lenguado cocido al vapor, envuelto en tapa de hojaldre ($395), y la parrillada de mariscos ($790, para compartir)", explica Sansone. Otros ricos son el pulpo a las brasas ($435) y el lomo salteado al Pisco ($365). La cocina está a cargo del cocinero peruano Luis Martínez Hizo (ex-Ceviche y La Rosa Náutica). Para tomar, sirven limonada ($75), cervezas (desde $80) y vinos (por copa $90).
BOLÍVAR 373, MONSERRAT
5217-5323
LUNES A VIERNES DE 12 A 24 Y SÁBADOS DE 20 A 24
FACEBOOK.COM/PUERTADELINCAREST
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ABDALA
El chef Abdala Edi, autor de los libros de cocina árabe más difundidos de Argentina, alguna vez se resbaló por la gran escalinata alfombrada de mármol blanco del Club Sirio Libanés, en Recoleta. Por suerte, sin lastimarse. La antigua mansión art déco de 1923 aún hoy conserva portones de hierro y entrada para carruajes, escalinatas con molduras y, en el primer piso, un salón circular revestido en madera.
En 1938, la casona fue adquirida como sede del Homs Club, una asociación fundada por un grupo de jóvenes inmigrantes de la ciudad siria de Homs. En 1978, cambió su denominación por Club Sirio Libanés y, en 1987, uno de los salones se destinó para las comidas del cocinero Abdala Edi, quien ya venía trabajando en eventos de los socios.
"Siempre nos asombrábamos al darnos cuenta de que los eventos y el restaurante funcionaban en lo que había sido el comedor de la familia Basavilbaso; y, a pesar de los años, de la buena conservación de los vitraux y las antiguas arañas", rememora Dolores Chavanne, la nuera de Abdala.
En 2015, el chef Gamal Edi, hijo de Abdala, y Dolores decidieron remodelarlo. Le dieron una impronta moderna: paredes revestidas con espejos, tonos claros e iluminación con lámparas marroquíes. Trocaron las mesas redondas y las sillas de casamiento enfundadas por sillones de cuero y mesas para dos de mármol y hierro.
El cambio no fue solo estético, sino también de propuesta, que hasta ese momento era de cocina buffet. En la actualidad, sirven un menú de tres y siete pasos. Además, incorporaron cocción al vacío y una máquina que corta el shawarma. "La comida es la misma que se comía en la casa de mi suegro y en el restaurante. Son sus recetas, pero presentadas de manera diferente", explica Dolores.
Algunos de los platos son el shot de laban fresco bebible; hummus, baba ganoush, ensalada tabboulhe y shanklish (queso estacionado); opciones calientes como kebbe naie (de carne y trigo burgol) y falafel. Uno de los pasos es un plato principal a elección (shawarma de carne o pollo, arroz a la persa, carne o pollo al fierrito). Para finalizar, crema helada de cardamomo con pistachos y café con harise, baklava y mamul de dátiles. El menú de tres pasos tiene un valor de $350 (se sirve de martes a jueves) y el de siete, $450. Vino por copa, $85.
JOSÉ ANDRÉS PACHECO DE MELO 1900, RECOLETA
4802-4455
MARTES A SÁBADOS DE 20 AL CIERRE
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ALICIA
Un shock de modernidad en una esquina de Devoto, y el diseño de un restaurante que fue nominado por la revista Wallpaper entre los cinco mejores del mundo en 2015. El proyecto de los arquitectos Jacqueline Cicchinelli y Sergio Mizraji previó un espacio de arte, pero Alicia De Luca (72), la madre de Jacqueline, propuso un restaurante. "Cuando lo dije me trataron de loca, incluso estuvieron a punto de alquilarlo, pero yo quise hacer la prueba", resume la empresaria. Abrieron a mediados de 2014 y, desde un principio, el lugar llamó la atención de los vecinos, no solo por verse diferente, sino también porque amplió la oferta gastronómica. Una mañana cualquiera, el local tiene ocupadas todas las mesas.
La construcción son tres cubos de hormigón. Uno en planta baja –el local del café restaurante–, y dos elevados con oficinas y el estudio de arquitectura que realizó el complejo. En el interior trabajaron Florencia Ordóñez, Lucía Villareal y Sol García del Río de Nidolab Arquitectura. El salón principal es un gran espacio tabicado con bibliotecas, vidrio y paredes de madera que dejan pasar la luz exterior. También se puede comer en la vereda, bajo una estructura metálica con plantas, en un patio de techo vidriado en altura, y en el sótano, donde funciona un salón privado. "A mí me gusta la arquitectura minimalista, me resulta familiar, porque es lo que Jacqueline y Sergio hacen siempre en sus obras", dice Alicia.
La comida es una excusa para el encuentro de vecinos, amigos y, por el movimiento, se adivina que es un lugar para reuniones de negocios. La carta de mediodía y noche básicamente ofrece tapas, carnes, arroces, pastas y ensaladas
Salteando el detalle de que a la panadería pueda faltarle frescura, salen bien entradas como el halloumi a la plancha ($190) y el tataki de atún rojo ($280). De las pastas, los conchigliones rellenos ($310). Un dato: carnes como la entraña grillada con papas ($345) y las ribs y salsa barbacoa con batatas ($335), por la demanda, nunca salieron del menú. Para beber hay jugos, cervezas y vinos.
"El complejo rompió con la imagen tradicional, pero conservamos la idea de los retiros y la presencia del verde", explica Jacqueline. En los últimos años, con la edificación de torres de departamentos, el paisaje de Devoto fue cambiando, pero, desde lo conceptual, la estructura de pocos pisos que alberga Alicia respeta la identidad del barrio de veredas arboladas, boulevares, chalets, casas con patios y jardines.
ASUNCIÓN 4102, DEVOTO
4501-7226
LUNES A JUEVES DE 7.30 A 0.30, VIERNES A DOMINGOS DE 7.30 A 1
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