Nutrición: que los chicos desayunen, el gran desafío que enfrentan los padres
Según los especialistas, la mayoría de los niños que tienen recursos económicos van al colegio en ayunas; la falta de tiempo y el mal ejemplo de los adultos, entre las principales causas
Es casi una misión imposible: lograr que Juana, de siete años, desayune antes de entrar al colegio. Su madre, Karina Ojeda, libra esa batalla todas las mañanas. Hace algún tiempo, su hija accedió a tomar café con leche, porque es la única infusión a la que acepta ponerle leche. La mamá hace malabares para ofrecerle una tostada de pan negro con queso untable o mermelada, que su hija mira con desdén. Mientras, cada día, lucha con el "dale, Juani, apurate, comé que se nos hace tarde", Ojeda prepara los tuppers con la vianda del almuerzo y las colaciones de la media mañana y la media tarde. Si se da cuenta de que Juana casi no comió nada, como suele ocurrir, refuerza la comida para los recreos con algún mix de frutos secos, una banana o una barrita de cereal. También va un turrón. Pero, al final del día, cuando revisa la mochila se encuentra con que la parte más saludable de la vianda volvió intacta. En cambio, su hija solo comió el turrón o el alfajor.
"Es una lucha cada mañana. Yo sé lo importante que es el desayuno, y lo intento cada día. Cuando era chiquita comía frutas y verduras, pero un día dejó de aceptarlas y apenas come un tomate cherry. Es muy difícil", cuenta Ojeda.
Pero no es la única. "Hoy, en el consultorio vemos que apenas el 50% de los chicos desayunan antes de ir a la escuela. Y de ellos, la mitad hace un desayuno completo desde el punto de vista nutricional . Es decir, que incluya una porción de leche, queso o yogur; una de frutas o frutos secos y una de cereales, que puede ser una rodaja de pan integral", explica la doctora Teresa Coccaro, coordinadora del área de nutrición del Instituto de Neurociencias Buenos Aires (Ineba).
Según los datos de la Primera Encuesta Nacional de Nutrición y Salud (de 2005, la información del segundo relevamiento aún se está procesando), el 28% de los niños argentinos no desayuna. Es decir que no come nada hasta el mediodía. Los nutricionistas, sin embargo, detectan otra situación, tal como señalan los especialistas de Ineba: son muchos los chicos que desayunan a lo largo de la mañana, que hacen su primera ingesta en el recreo, y según indican, el tipo de alimento que se consume puertas adentro de la escuela abunda en azúcar y harina, y es escaso en nutrientes esenciales.
Es decir que la mayoría de los alumnos llegan a la primera hora de clase sin haber quebrantado el ayuno de la noche. "Esto tiene distintas consecuencias. La baja en la glucosa por el ayuno hace que los chicos se sientan cansados, somnolientos y estén de mal humor, porque están en modo ahorro de energía. Además, el cerebro no tiene suficiente ?combustible' para que se activen los razonamientos y el pensamiento crítico. El desayuno es fundamental para el aprendizaje", explica Coccaro.
"En los niños es más valioso aún, porque al tener un cerebro proporcionalmente más grande que los adultos son más dependientes de la glucosa de los alimentos. Por ello, se ha demostrado que los escolares que desayunan mejoran su capacidad de atención, memoria de corto plazo, fluidez verbal, pruebas matemáticas, desempeño físico; desayunar también favorece la asistencia y la permanencia en la escuela, así como algunos indicadores de rendimiento educativo", describe Esteban Carmuega, director del Centro de Estudios sobre Nutrición Infantil (Cesni).
¿Cuáles son los enemigos del desayuno? El principal, la falta de tiempo y el apuro que le imprimen los padres a esa primera vertiginosa primera hora despierta del día. Dejar mochilas, uniformes o guardapolvos listos la noche anterior, irse a la cama unas ocho horas antes de levantarse son los primeros cambios de hábito que los nutricionistas y pediatras recomiendan a la hora de ordenar el desayuno de los chicos.
"Lo vemos mucho en la consulta. Los pacientes de clase media, que no tienen problemas de acceso alimentario, tampoco desayunan. La primera pregunta que les hago cuando vienen a consultar por sobrepeso o todo lo contrario es qué desayunan. Y la mayoría me dice que no lo hacen", explica Agustina García Villar, medica pediatra, especialista en nutrición y diabetes infantil del Hospital Británico y del Mater Dei.
"Para poder desayunar sin estrés, los chicos deberían sentarse a la mesa, al menos media hora antes de salir, teniendo todo ya listo, y con el único pendiente de lavarse los dientes y salir", señala Coccaro.
Aunque pueda parecer una utopía, el tiempo es un gran aliado para que se despierte el apetito en los más remolones. Paula Dirat es una de esas pocas madres que lo lograron. También en su casa, cuando ella era chica, el desayuno tenía todo un ritual que ahora ella y Román, su marido, repiten a diario. Cortan fruta, tuestan panes, preparan café y leches chocolatadas y suman nueces y almendras. En ocasiones, el desayuno es un platón de leche con avena. Y otras veces, omelette con espinaca. "Nos tomamos el tiempo para hacerlo. Nos lleva menos de media hora, pero es un momento de encuentro", cuenta Paula, que es profesora de Química y tiene que estar al frente de una clase de estudiantes muy temprano. Sofía, de 14 años, Matías, de 13, y Agustina, de 8, lo tienen tan incorporado que no conciben salir de casa sin desayunar. "Nos levantamos 6.45, a las 7.05 bajamos a desayunar y a las 7.25 nos vamos a cepillar los dientes", resume Paula.
Otra de las razones por las que los chicos no desayunan antes de llegar al colegio es porque los padres tampoco lo hacen. Los chicos aprenden con el ejemplo. Existen distintos estudios que demuestran que los chicos desayunan con mayor frecuencia cuando es un familiar quien les prepara el desayuno, según surge de un estudio publicado por la Sociedad Argentina de Pediatría, que se hizo en 2013, en escuelas de la provincia de Santa Fe. Pero, además, la mayoría de los chicos que habían comido antes de ir a la escuela lo habían hecho en compañía del adulto a cargo y mientras este también desayunaba.
"El hecho de que muchos niños lleguen al colegio sin desayunar se debe a la falta de organización familiar. Es un hábito que podemos reconocer en personas de todas las edades, no solo en los niños. La justificación intuitiva es que el ayuno va de la mano con que, en momentos de estrés como las mañanas, se priorizan otras actividades o la puntualidad, por sobre la nutrición, pues se asume que el niño comerá más adelante. Y no siempre es así", apunta Francisca Rojas, docente especializada en psicología educativa, responsable del área de desarrollo pedagógico de Colegium, una plataforma de sistemas para la gestión escolar.
Calidad
Uno de cada tres chicos desayunan en el comedor de la escuela, según otro relevamiento, que se hizo en 2015 sobre programas de alimentación escolar, de Estudios de Políticas y Economía de la Alimentación, que analizó la alimentación en 61 escuelas y en 1100 alumnos de seis jurisdicciones en cinco provincias. Las conclusiones fueron la calidad de lo que reciben en los comedores de las escuelas; también tiene serias carencias nutricionales. Se limita en su mayoría a una infusión y una ración de pan blanco acompañado por manteca o dulce. "La calidad nutricional del desayuno escolar es extremadamente baja. Es notoriamente deficitario en leche; solo el 7% de los escolares consumen más de una porción de leche. Por el contrario, el 65% consume más de 10 g de azúcar y más de una porción de panificados y el 40% desayuna con galletitas", se lee en el trabajo.
"Hay chicos a los que les cuesta comer apenas se levantan. Pero tenemos que entender que el desayuno es todo lo que se come entre que se rompe el ayuno de la noche y antes del almuerzo. Quizá las tres raciones del desayuno ideal se puedan repartir a lo largo de la mañana. Por ejemplo, lograr que tomen una leche o un yogur antes de salir y para los recreos enviarles una manzana o frutas secas y algún sándwich pequeño de queso. Ocasionalmente puede ser un alfajor o un turrón. Pero lamentablemente lo que se observa es que los chicos no comen nada en la casa y lo que llevan para los recreos tiene cero alimento y muchas calorías, como las golosinas o los juguitos en cajita que de ninguna manera pueden reemplazar a la leche", dice Coccaro.
Las últimas Guías Alimentarias para la Población Argentina (GAPA), elaboradas por el entonces Ministerio de Salud de la Nación y un Comité Externo de Expertos, en 2015, señalan que se deberían incorporar alimentos de todos los grupos y hacer a diario al menos 30 minutos de actividad física de forma continua. Esto implica incorporar cinco porciones de frutas y verduras, de distintas formas y colores, además de tres porciones de leche, yogur o queso.También se recomienda que al menos un 86,5% de las 1400 calorías diarias de la dieta de un chico menor de ocho años deberán cubrirse con alimentos de "alta densidad nutricional". Y un máximo de 13,5% (que son unas 190 calorías) podrán ser aportadas por alimentos de consumo opcional, de baja calidad nutricional. Estos son bebidas e infusiones azucaradas, alfajores, galletitas dulces, chocolates, golosinas, snacks, panificados dulces o salados, tortas, postres azucarados, helados, barras de cereales con azúcar agregada, cereales de desayuno con azúcar agregada.
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