Esta década se presenta como el amanecer a otra juventud, con menos mandatos y prejuicios, la posibilidad de dar un volantazo y cumplir con deseos postergados
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En plena actividad laboral, con fuerte cuidado físico, intelectual y mental, dueños de nuevos comienzos, con una situación económica menos inestable, los 50 se presentan como una segunda adolescencia. Un amanecer a otro tipo de jovialidad.
“Ya nacieron las personas que vivirán 130 años”. Esa es una sentencia de Juan Carlos Izpisua, investigador español experto en rejuvenecimiento celular. El belga Michel Poulain se especializó en estadísticas de migraciones internacionales y estudios de longevidad. Ha presidido comisiones en entidades como la Organización Internacional para las Migraciones (OIM). En sus estudios reveló que según sus muchas investigaciones, en el Antiguo Testamento los patriarcas morían a la edad de 900 años o incluso más, poniendo como modelo a Matusalén, el personaje más longevo de la Biblia con sus 969 años. Para borrar las expresiones incrédulas de quien lee estas líneas, el propio Poulain explicó en su última investigación que “probablemente en aquella época la edad se contaba de forma diferente”. Pero que si se midieran sus años como en los tiempos modernos, aún así “la edad de estos patriarcas al morir superaría los 100 años”.
Según un documento de Ana Amelia Camarano, especialista del instituto de Investigaciones Económicas Aplicadas de Brasil, “la longevidad se ha democratizado”, si bien vivir más tiempo no es un hecho histórico nuevo, “entonces vivir más era un privilegio de unos pocos”, hoy está al alcance de muchas más personas.
La población total mundial mayor de 50 años se estimó en 1,88 millones de personas en 2020, según el último informe emitido por el Banco Mundial. Para las Naciones Unidas, el 0,58% de ese total son hombres. China tiene el 25% de la población mayor de 50 del mundo. Las proyecciones de la misma entidad aseguran que para 2050, después de India y China, se espera que Nigeria se convierta en la tercera nación más poblada del mundo, seguida por Estados Unidos, Pakistán, Indonesia, Brasil, la República Democrática del Congo, Etiopía y Bangladesh, en ese orden.
Donde, según se indica, el 24% estará atravesando la década de los 50, aunque con diferente suerte. “Envejecer es como escalar una gran montaña –decía Ingmar Bergman–; mientras se sube, las fuerzas disminuyen, pero la mirada es más libre, la vista más amplia y serena”, siempre, claro, que haya salud en los ojos y fuerza para mantenerse erguido.
Rodolfo Buitrago (55) se casó tres veces. Ningún matrimonio llegó hasta hoy. No tuvo hijos. Es ingeniero aeronáutico. Por 30 años fue empleado de tiempo completo. Hace seis meses renunció para convertirse en consultor externo. Está en pareja, esta vez sin papeles, con una sommelier de su edad, también sin hijos. Hace tres años adoptaron a dos hermanos que entonces tenían ocho y siete años. “La vida me cambió completamente pasados los 50 –relata–. No me detengo demasiado a pensar en mi edad, sino más bien en cómo me siento. No me creo el número. Me parece una cifra que no se relaciona con mi vida cotidiana”. Bromea con la idea de que está “por egresar de la primaria” y le falta un largo recorrido todavía. “Comparto el chat de mamis y papis con chicos que podrían ser mis hijos, pero no me doy cuenta. Soy uno más”, explica.
Millennial de mediana edad
“Cuando teníamos 20 años, la idea de cumplir 50 parecía eternidad lejana. Por entonces muchos pensamos que tendríamos una vida resuelta cuando cumpliéramos 30. Hasta que llegamos a ese hito y detectamos que nada estaba demasiado hecho todavía”, reflexiona el profesor Kaare Christensen, epidemiólogo y bioestadístico danés, director del Centro Danés de Investigación sobre el Envejecimiento, quien, además, se ha dedicado gran parte de su vida a analizar la reconversión del segmento de adultos pos 50. Y agrega: “La sociedad científica se ha centrado fuertemente en hablar de las nuevas generaciones y sus impactos. Nos sorprenden sus características, pero a la par, existe otra generación que está transformando las estructuras tanto como ellos”.
Un reciente estudio de Pew Research reveló que en Estados Unidos los usuarios de redes sociales de entre 50 y 60 años crecieron un 88% en el último año, opacando al crecimiento de los jóvenes. “Estas aplicaciones tienen el potencial de achicar la brecha generacional”, indica Mary Madden, especialista a cargo del estudio.
Rocío Ramos Paul es una afamada psicóloga española que durante años fue célebre gracias a su programa de televisión, Supernanny, emitido por TVE. Allí se introducía en la casa de familias preocupadas por la crianza de sus peques para darles herramientas. Hoy, mientras prepara el regreso de ese éxito, acaba de lanzar su primera novela La resaca dura tres días, donde, con mucho de ficción, cuela experiencias personales de su generación (tiene 53). “Volcarme a la ficción por primera vez –cuenta– me permite adentrarme en un terreno que me interesa. Revela algo que creo de las personas de mi generación: esta etapa propone cosas nuevas que hacer. Estamos para reinventarnos, sin necesidad de tener una carga histórica detrás. Hoy, de pronto, nos topamos con un mundo donde a veces somos jóvenes, pero hay un cierto rechazo social. Queremos empezar cosas distintas, pero nos pesa lo que hemos aprendido en nuestras casas, y de repente quieres salir y tener parejas nuevas, viajar con tus amigas y todo eso no entra dentro de lo que se espera de ti con la edad que tienes”.
Era una afamada abogada de CNN cuando Mel Robbins tuvo una crisis. Diagnósticos de dislexia y de TDAH (trastorno por déficit de atención e hiperactividad) la hicieron rever su lugar y pasados los 50 se convirtió en una de las gurúes internacionales más famosas de Estados Unidos. Inspira en temas de motivación alineada al día a día. “No existen decisiones correctas o incorrectas –explica–. No hace falta mirar atrás con desdén por el tiempo perdido. No puedes retroceder si no estás satisfecho con tus elecciones, pero sí es posible dar un giro para acercarse a donde a uno le gustaría estar. Los 50 son hoy la mitad de la vida. Estamos en un momento donde hemos aprendido mucho y tenemos fuerzas aún para ponerlo en juego. Hay que perdonarse y no considerar fallas las decisiones de las que hoy uno puede arrepentirse. Fueron eventos que nos llevaron hasta acá, incluso a replantearnos lo que efectivamente queremos ser”.
“Nuestra seguridad –continúa Ramos Paul–nos demuestra que podemos hacer cosas y no pasa nada. Podemos arriesgarnos. Hacer locuras, incluso. Siempre digo que esta etapa se parece mucho a la adolescencia, pero con experiencia. Sobre todo con una clave que nos han dado los años y que para mí es fundamental: el cernidor de las cosas importantes. Empezamos a tener esa sensación de que valiosas son tres cosas en la vida, no más”.
Precisamente en ese sentido, Francisco Javier González Cordero, especialista en temas de envejecimiento y salud mental de la Facultad de Estudios Superiores Iztacala, y autor de Envejecer es bueno para la salud, aporta una frase que hizo mantra: “Hay que olvidarse de cumplir años y empezar a cumplir sueños. Desde la concepción científica, comenzamos a envejecer desde que nacemos. Tenemos que ir contra la idea de que envejecer es malo. Los 50, cuando empiezan a volar los hijos por su cuenta, y uno ha adquirido experiencia, es momento de saldar cuentas pendientes, de animarse a volver a estudiar, darle fuerte a la carrera que deseamos, descubrir una nueva sexualidad con más disfrute y menos preocupaciones. Hay más tiempo para todo. El secreto está en ocuparlo saludablemente”.
El urgido Picasso
Dicen que don Pablo, el célebre cubista, cuando le insistían en que se estaba poniendo viejo para encarar cierta idea, procuraba hacerla enseguida. “No queremos desaprovechar ninguna oportunidad –añade Ramos Paul–. Nos aparece cierta urgencia de hacerlo todo, pero más en lo cotidiano: el encuentro con amigos, hacer ejercicio, reírnos de que tenemos más pelos en la cara y no los vemos porque no nos deja la presbicia, o acabar en un bar bailando con canciones que te alzan el día”.
Cristina Veiga, psicóloga de la Fundación Aigle cuenta que las personas construyen sus trayectorias de vida y transiciones articulando el contexto y los cambios sociales con los comportamientos de quienes los rodean. “En este período se construye el significado de perdurabilidad. Una realidad donde aparecen cambios evolutivos dramáticos. Hay que resignificar la idea de continuidad de la existencia y construir la perdurabilidad. Transmitir el legado a la descendencia. Los desafíos son múltiples”, explica Veiga.
Y agrega: “Es un momento donde se cuestiona qué lugar ocupa el trabajo en la vida de cada uno. Los vínculos familiares suelen estar fragmentados por separaciones, lejanía de los hijos, familias muy centradas en el consumo, dificultades comunicacionales con los más jóvenes, la influencia de la tecnología, entre otras cosas. Lo social en este momento vital se encuentra atravesado por múltiples prejuicios de exclusión, edadismo, infantilismo, deterioro, discapacidad, dependencia, maltrato, que estigmatizan la madurez”.
Eliana Ares (52) es viuda y madre de dos jóvenes de 22 y 24 años. Ambos viven con ella, trabajan y estudian. Tiene un pequeño estudio contable y, desde hace poco, se siente liberada de la responsabilidad de ser el sostén de la casa. “Eso me ayudó a elegir mejor mis clientes y no tener que tomar todo el trabajo que llegaba. Hace tiempo que no soy remís de mis hijos y toda esa transformación me dio tiempo para mí. Retomé la facultad para completar materias en la carrera de actuario, me impuse ir al cine una vez a la semana porque es algo que amo y que dejé de hacer por mucho tiempo, todas las mañanas camino una hora y media y mi hija me ayudó a tener Tinder. Aún no me animé a una cita, pero sí bajé la app, ya va a llegar el momento”.
Para González Cordero hay menos prejuicios, “con menos temor al qué dirán las personas se sienten más plenas siendo ellas mismas. Es un tiempo donde se limpian muchas cargas, desde amistades que ya no aportan a exceso de pertenencias en casa. Hay menos ganas de aferrarse a las cosas y más a las vivencias”.
Lo importante es estar bien
Según datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS) se espera que para 2025 haya más de mil millones de mujeres en menopausia en todo el mundo. Una etapa que transcurre justamente en esta década. El Banco Mundial estimó en sus estadísticas del 2020 que en el mundo hay 3,8 mil millones de mujeres, que representan casi el 49% de la población total del globo y que la edad promedio de esa población total, según Naciones Unidas, sigue creciendo (41,6 para el 2100), las tendencias indican que habrá cada vez más mujeres en edades más cercanas a la menopausia o transitándola. La Cepal, en tanto, en su último informe estadístico, cita: “Las mujeres viven vidas más largas, se benefician de un mejor acceso a la educación y son más independientes”. Con un doctorado en Biología Humana y Medicina Traslacional en la Universidad de Harvard Daisy Robinton llegó a la lista Forbes 30 Under 30 en 2017 por sus descubrimientos científicos relacionados con la menopausia. Ella ha decidido darle batalla.
“Estamos trabajando para construir un futuro en el que hayamos investigado lo suficiente para poder decirle a cada mujer el período probable en el que podría entrar en la menopausia y cómo serán sus síntomas –dice–. No podemos detener el reloj, pero me centro en pensar en la duración de la salud en lugar de en la duración de la vida”.
Es así como se ven los nuevos adolescentes maduros: les importa más estar bien. Rocío Fernández-Ballesteros, creadora del programa Vivir con vitalidad, asegura: “La salud y la longevidad dependen en un 25% de aspectos físicos y en un 75% de aspectos conductuales. Tener una actitud y visión optimista añade 7 años y medio de vida. El individuo y la sociedad pueden hacer mucho para atravesar bien esta década en la que aún queda tanto por lograr y que, además, sembrará gran parte de lo que seremos en las siguientes. Es un momento en el que se tiene la mayoría de las respuestas. Incluso si hay aspectos de la vida que no gustan, estamos más equipados para afrontar cambios positivos”.
Una encuesta realizada en el Reino Unido por Love to Learn, un sitio de aprendizaje en línea, encontró que uno de cada cinco (19%) de los 1000 encuestados dijo que llegar a la mediana edad es un estado de ánimo, más que algo que comienza a cierta edad. La organización benéfica Age UK, también de Reino Unido, analizó cuándo los europeos consideran que termina la juventud, y el promedio ha sido 45 años. La investigación Love to Learn también encontró que los adultos de 50 años se sentían optimistas acerca de los beneficios de su grupo de edad. Gill Jackson, especialista a cargo de esta encuesta indicó: “Más de la mitad de las personas declaró que tiene más confianza y experiencia que los más jóvenes y menos miedo de cometer errores”.
González Cordero asegura que los propios portadores del medio siglo se encargan de correr las barreras y acrecentar la vitalidad. “Cómo diría Víctor Hugo –añade–, los cincuenta son la juventud de la edad madura”.
Protección frente a la edad
“En esta etapa de la vida se pueden poner en juego algunos factores protectores que retardan el ritmo de envejecimiento para alcanzar una buena calidad de vida”, indica Cristina Veiga, psicóloga de la Fundación Aigle. La especialista dice que esta instancia es percibida por el individuo a partir de su lugar en la existencia, en el contexto cultural y del sistema de valores en relación con sus objetivos, expectativas, normas e inquietudes. “Está influido por la salud física del sujeto, su estado psicológico, nivel de independencia y sus relaciones sociales”, afirma. La especialista ofrece una serie de prácticas que pueden convertirse en factores protectores a medida que se aumenta en edad.
◗ Cuestionar los prejuicios (propios y ajenos) en relación a la vejez.
◗ Adaptarse a la disminución del rendimiento si lo hubiere. Tener en cuenta las limitaciones.
◗ Hacerse cargo del autocuidado en la salud y en la enfermedad.
◗ Mantenerse autosuficiente, seguir funcionando a pesar de patologías. Compensar pérdidas con ganancias.
◗ Asentar la autoestima en el presente, no en el pasado.
◗ Recordar el modo reminiscente (asentado en el presente, con proyección al futuro), no nostálgico (aferrado al pasado).
◗ Fomentar los pensamientos positivos.
◗ Gestionar las emociones reconociendo que son un fenómeno transitorio con un principio y un fin y que son los pensamientos catastróficos los que hacen creer que las emociones son eternas.
◗ Manejo del estrés a través de prácticas como mindfulness, yoga, tai chi, chi kun, meditación, masajes ayurvédicos, mantener contacto con la naturaleza, etc.
◗ Reducir el ego exacerbado.
◗ Estimular conductas sociales que motiven a la acción y el intercambio con otros (intergeneracional y con pares).
◗ Presencia de proyectos propios que le den sentido a la existencia y el paso del tiempo nos sorprenda viviendo.
Estrategias para el autocuidado
Joven por más tiempo es un best seller de Duncan Carmichael, médico especialista en nutrición. “Si tu salud no es una prioridad, el viaje hacia la vejez será todo, menos placentero”, asegura. Para evitarlo, propone estrategias para el autocuidado.
- Valorar la experiencia. “La verdadera sabiduría no está en Google, se obtiene a través del tiempo y la experiencia. Esto es lo que te hace valioso como colega, empleado, socio, padre, amigo o pareja”, aporta Carmichael.
- Aprender de los errores. “Los errores del pasado te han hecho mentalmente más fuerte, más inteligente y más capaz de ver las cosas importantes. La resiliencia atrae a otros en busca de mentoría y consejo”.
- No detenerse a pensarlo todo tan minuciosamente. “En la joven madurez estamos listos para encontrar el equilibrio entre el análisis y el instinto”, sugiere Carmichael.
- Bajar las expectativas, porque pueden ser enemigas. “Es mejor concentrarse en la felicidad a largo plazo, lo que implica no obsesionarse con objetivos, sino con propósitos que tengan a la familia y a los amigos en el centro”.
- Aceptar que las capacidades no serán las de los 20. “Cada uno elige qué tan placentero puede ser el viaje. Cuidarse es clave: priorizar el sueño, optar por una dieta saludable, seguir aprendiendo y eliminar relaciones negativas”.
- Atender la salud mental. “La soledad, la ansiedad y el estrés son erosionadores de la calidad de vida. Apenas una caminata diaria de 30 minutos que poco a poco llegue a una hora será la receta mágica”.
- Darse cuenta de las muchas cuestiones positivas. “En los 50 estamos más seguros de nosotros mismos. Nos hemos liberado de dudas y complejos. Podemos sentirnos cómodos con nuestro cuerpo y nuestra forma de ser”.
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