El té verde es una bebida ancestral que se destaca por sus propiedades antioxidantes y antiinflamatorias
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De origen milenario, el té verde es la “estrella” de las infusiones calientes por los múltiples beneficios que aporta al organismo. La sociedad japonesa, por ejemplo, una de las más observadas y elogiadas por su estilo de vida saludable, es ferviente consumidora de esta bebida que se caracteriza por su poder antioxidante y antiinflamatorio, dos características que prometen ser la llave de la longevidad.
Un informe de la Universidad de Harvard publicado en la revista Harvard Health Publishing, indica que el té contiene sustancias que ayudan a disminuir los riesgos de desarrollar patologías cardíacas, como también cáncer y diabetes. Específicamente en relación al té verde, si bien la investigación detalla que presenta una amplia variedad de propiedades ventajosas, Qi Sun, profesor asistente del Departamento de Nutrición de la Escuela de Salud Pública de Harvard, sugiere incorporarlo en una dieta saludable con granos integrales, pescado, frutas y verduras.
Para la Health Coach y especialista en Nutrición Holística, Yael Hasbani, el té verde es una bebida con “bajo índice de teína, a diferencia del té negro que contiene altos índices”. Según comenta la especialista, está compuesto de vitaminas y minerales que promueven “que las células del cuerpo no se oxiden ni se inflamen”. Así, recomienda su consumo a aquellos que quieren dejar de tomar demasiada cafeína o teína y buscan una opción más saludable.
De color verde claro y ligeramente amargo, el té verde proviene de una planta que se llama Camellia Sinesis que tal como dice Horacio Bustos, antropólogo, Sommelier y director de Gyokuro Círculo Argentino del Té, surgió hace aproximadamente 4500 años en China. Cuenta la leyenda que el entonces emperador de esta nación, se encontraba dando un paseo por los jardines de su residencia con un recipiente de agua caliente en sus manos cuando se levantó una repentina brisa y se le llenó de hojas salvajes. Curioso por el aroma que irradiaba, lo probó y su fascinación fue tal que comenzó a consumirlo e incluso a popularizar esta “nueva bebida”. Actualmente, dice el sommelier, esta infusión es la segunda variedad de té más consumida a nivel mundial después del té negro.
El té verde y su impacto en la salud
De acuerdo a Hasbani, el té verde es una infusión saludable: “No posee hidratos de carbono, proteínas, lípidos, ni azúcares”. A su vez, la presencia del estimulante teína, más allá de que esté presente en una baja proporción, “combate el cansancio, ayuda a la función cognitiva y actúa como diurético”, revela la health coach. Pero además, cumple otro rol fundamental: cuida la salud hepática: “Estimula el correcto funcionamiento del metabolismo y evita que se oxiden los hepatocitos. Como resultado y junto a una alimentación saludable, ayuda a regular el índice de colesterol malo (LDL)”, detalla Hasbani.
Desde la Universidad de Harvard, mencionan que otras de sus virtudes es que contiene polifenoles, sustancias naturales que se encuentran en las plantas y que tienen efectos antioxidantes y antiinflamatorios. Por otro lado, Hasbani agrega que aporta vitamina C, un micronutriente cuya función principal es eliminar los radicales libres del organismo para evitar que se acumulen y causen el desarrollo de distintas enfermedades. Además, mejora la absorción de hierro y estimula el sistema inmunológico. El té verde también es rico en vitaminas del complejo B, que colaboran en el proceso de fabricación de glóbulos rojos y de las enzimas y ayudan a mantener la salud de las neuronas y los tejidos del cerebro.
En relación a los minerales, la especialista añade que posee potasio, que según un informe de la Universidad de Harvard es esencial para el correcto funcionamiento del organismo en tanto que promueve la regulación sanguínea, protege el aparato cardiovascular, fortalece los músculos y refuerza el sistema óseo. Y un dato no menor y entre los más renombrados, es que combate el efecto negativo de la sal en el organismo y cuando ello ocurre, se desinflaman las paredes de los vasos sanguíneos y disminuye la presión arterial. Así, se previene el riesgo de padecer deficiencias cardíacas, accidentes cerebrovasculares y trombosis.
La presencia de magnesio, dice Hasbani, regula y equilibra el correcto funcionamiento del sistema nervioso y colabora en la formación de proteínas. A su vez, comenta que es rico en flúor, un mineral que si bien tiene discrepancias ya que hay teorías que manifiestan que puede causar irritación en la piel, en los ojos, incluso fomentar el desarrollo de tumores, otras corrientes sostienen que es beneficioso para proteger el esmalte dental.
Cómo consumirlo
El té verde viene en saquitos con hebras o en hojas, y se consigue en tiendas naturales o comercios dietéticos a lo largo y ancho del país. Muchos lo toman antes de acostarse, otros después de almorzar, también están quienes disfrutan una taza a la hora de la merienda. Cada cual tiene sus rituales y costumbres. Sin embargo, cabe aclarar que tanto el té como el café, “se deben consumir alejados de las comidas principales para una correcta absorción de los nutrientes”, revela Hasbani y explica que como mínimo hay que dejar pasar media hora.
Al momento de preparar un té verde, los especialistas consultados remarcan que lo mejor es consumir las hojas ya que los saquitos poseen los nutrientes concentrados. En paralelo, Bustos aconseja cuidar la temperatura del agua y explica que lo ideal es que ronde los 70 y 80 grados para que conserve su sabor y aroma.
Por otro lado, Hasbani explica que cuando el líquido está muy caliente, “puede dañar la mucosa del tubo digestivo”. Además, para que la bebida no sea demasiado estimulante, una alternativa es realizar un lavado previo de las hojas. Para ello, “hay que servir una taza con agua, dejar las hojas durante dos minutos, luego retirar el agua y preparar una nueva. Así, se le depura a la planta la teína que pueda llegar a tener”, confiesa la health coach.
Para quienes ya están familiarizados con el sabor y buscan sumarle algunos beneficios adicionales, al té verde “se le puede incorporar cúrcuma o cualquier alimento que posea curcumina, una especie antioxidante y antiinflamatoria que redobla los efectos del té verde”, revela Hasbani. No obstante, la especialista aclara que también se le puede agregar desde pimienta molida, menta, para inducir la relajación, hasta frutos rojos, que colaboran en preservar las funciones de las células y evitan que se oxiden.
Sin embargo, para ver efectos en el largo plazo, Analía Yamaguchi, médica clínica especialista en Nutrición del Hospital Italiano, comenta que en lo posible se lo debe tomar dentro de un contexto de alimentación y hábitos lo más saludables y naturales posibles porque el “consumo de cigarrillo y de alimentos ultraprocesados, por ejemplo, vedan los efectos beneficiosos de esta bebida”, sostiene.
En línea con las sugerencias, Hasbani cuenta que los pacientes renales son el único espectro de la población que deben tomar el té verde como cualquier otro líquido con precaución “ya que tienen una cantidad de consumo de líquido estipulada por día. Caso contrario, los riñones no pueden filtrar ni depurar las toxinas correctamente”, añade la health coach. Por otro lado, como se trata de una infusión que puede tener acción diurética, “se recomienda no tomarla antes del descanso para evitar levantarse seguido y fragmentar el sueño”, añade Hasbani.
Otro punto a tener en cuenta, es el que detalla Sun en el informe de Harvard: “Hay que estar atentos ya que una taza de té no posee calorías a menos que se le agregue azúcar, un endulzante que también inhibe los beneficios del té verde”. Y “no hay que olvidar que a una persona sana se le recomienda una ingesta diaria de entre un litro y medio y dos de agua mineral; las infusiones cuentan aparte”, indica Hasbani.
La cultura del consumo del té es una de las más antiguas y pasa de generación en generación. Según la Secretaria de Agricultura, Ganadería y Pesca, se trata de la bebida más consumida del mundo después del agua. En la Argentina, cuenta Yamaguchi, la primera planta de té se plantó en 1923, hace exactamente 100 años.
Las formas de consumirlo son infinitas como así también la variedad de sabores, aromas y beneficios que tiene. Por lo general, tomar un té tiene que ver con un ritual, con un momento, con generar una experiencia sensorial que pocos rechazan.