Un estudio financiado por el Instituto Nacional sobre el Envejecimiento de los EE.UU. reveló que las personas que bailaban varias veces a la semana tenían un riesgo 76 por ciento menor de demencia.
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En Studio A en Los Ángeles, Diane Kravif, de 75 años, se encuentra frente a la barra con una postura muy erguida. Unas zapatillas rosas cubren sus pies y su pelo plateado está recogido hacia atrás con una diadema.
“Siempre soy la mayor”, cuenta la Sra. Kravif sobre los estudiantes que acuden a la clase semanal sin cita previa. Ella relata que aprender la técnica fue difícil al principio, pero ahora hay momentos en los que siente como si realmente estuviera bailando. “Se siente asombroso, es algo que nunca esperé”, añade.
En los últimos años, el ballet ha ganado fuerza entre los adultos mayores. Aunque no hay datos públicos sobre el número de estudiantes de ballet de este último año, pero en 2017 hubo suficiente interés para que la Royal Academy of Dance, una de las mayores autoridades de formación de profesores de ballet clásico del mundo, creara su programa Silver Swans para enseñar a personas mayores de 55 años. Desde entonces, la academia ha certificado a más de 1.000 de estos profesores de ballet, que operan en 51 países.
Las escuelas estadounidenses han estado ofreciendo programas similares, incluidos los Golden Swans en el Oklahoma City Ballet, Senior Steps en el Ballet West en Salt Lake City y Boomer Ballet en el St. Paul Ballet en Minnesota.
El aumento del interés se produce en un momento en el que se comprenden mejor los beneficios potenciales del ballet, especialmente para un cuerpo y una mente que envejecen.
Ballet para la salud
Numerosos estudios demuestran que, alrededor de los 40 años, el equilibrio es una habilidad vital asociada con la longevidad y la calidad de vida. En un estudio, el 20 por ciento de las personas mayores de 50 años no podían mantener el equilibrio sobre una pierna durante 10 segundos. Esto se correlacionaba con un riesgo dos veces mayor de muerte en una década.
Las clases de ballet a menudo se centran en el equilibrio con una sola pierna o en mantener el equilibrio mientras se transfiere el peso de una posición a otra. “No conozco muchas disciplinas que puedan entrenar las extremidades inferiores como lo hace el ballet”, dice la Dra. Madeleine Hackney, profesora asociada de la Facultad de Medicina de la Universidad Emory.
Mientras que yoga y Pilates ofrecen un entrenamiento de flexibilidad y fortalecimiento del core similar, el ballet ofrece una variedad más amplia de movimientos. “Saltamos en el aire, nos levantamos hasta ponernos de puntillas y bajamos lo más que podemos”, dice la Dra. Hackney. “Comprende toda la gama de lo que el cuerpo humano puede hacer”.
El ballet también ofrece beneficios cognitivos: en un estudio financiado por el Instituto Nacional sobre el Envejecimiento, las personas que bailaban varias veces a la semana tenían un riesgo 76 por ciento menor de demencia.
“Hay que recordar la secuencia de pasos y cómo hacerlos”, detalla la doctora. “Cognitivamente, uno está involucrado tratando de recordar todo eso e intentando coordinar con la música”, agrega.
Superar la intimidación
Jane Howard-Martin estudió ballet desde la escuela primaria hasta la edad adulta, pero después de una pausa de 40 años, dijo: “Me preocupaba volver atrás y ser muy crítica conmigo misma, no poder hacer lo que antes sí podía”.
La Sra. Howard-Martin, que ahora tiene 65 años y es abogada en Los Ángeles, comenzó clases virtuales con Align Ballet Method durante la pandemia. Después de unos meses, se unió en persona, habiendo recuperado su confianza y algo de fuerza. (Incluso ha vuelto a hacer saltos sobre el suelo, aunque ahora “con mucho cuidado”).
“Persuadir a los posibles estudiantes para que entren al estudio es un obstáculo porque muchos perciben el ballet como algo exclusivo para los jóvenes y los hiperdelgados”, señala Michael Cornell, fundador de Align, una escuela de ballet para adultos en California. “Hemos estado tratando de eliminar esa toxicidad de la clase de ballet para ser abiertos, inclusivos, solidarios y diversos”, replica. Sumado a eso, les dice a los estudiantes que usen ropa cómoda en lugar de comprar un equipo de ballet.
“La inclusión también significa dar la bienvenida a las personas con diferencias físicas”, enfatiza Ronald Alexander, instructor de Ailey Extensión en la ciudad de Nueva York. “Si se tienen lesiones o un problema de rodilla, pie o tobillo, podemos trabajar con esto”, agrega.
En las clases del Sr. Cornell, si un estudiante tiene problemas para completar una pirueta completa, lo alienta a intentar media vuelta o un cuarto de vuelta. Si eso es demasiado difícil, les hará mantener el equilibrio sobre una pierna durante tres segundos.
“Lo difícil fue aceptar el hecho de que iba a fracasar una y otra vez y que las cosas me saldrían mal delante de la gente”, cuenta Joe Seely, un actor de 60 años que comenzó a bailar hace una década.
Independientemente de la edad, el ballet es una actividad difícil de dominar, pero que puede resultar liberadora. “A mi edad, la mayoría de las cosas que hago, las hago bien”, resalta Kravif. “Soy una perfeccionista. Pero en ballet para adultos principiantes no soy particularmente buena y no creo que lo sea nunca”, sostiene.
Una vez que los practicantes se hayan liberado de la expectativa de dominio, lo que parecía desalentador sobre el ballet puede resultar satisfactorio. “Tiene una cualidad meditativa, que no creo que hubiera apreciado cuando era niña”, destaca la Sra. Howard-Martin. “Hay una sensación de paz que siento cuando estoy en el estudio bailando que me hace profundamente feliz”, concluye.
Por Dorie Chevlen.
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