Descubiertas hace pocos años, las mioquinas se generan a partir del ejercicio físico, son secretadas por los músculos y benefician al sistema inmunitario; además, tienen poder antiinflamatorio
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La idea de sumar el hábito del ejercicio físico con un objetivo meramente estético es cosa del pasado. Ya no se mira al músculo como un órgano que hay que desarrollar para verse bien. También es incompleta la noción que considera al músculo solo como un medio de locomoción o de protección para el cuerpo.
Hace unos años se descubrió el efecto positivo en el organismo de las mioquinas, unas moléculas que segregan los músculos, a partir de la actividad física.
Luego de estudios científicos sobre el tema, cambió la mirada sobre la importancia de ejercitarse. La nueva concepción “habla de lo importante que es el ejercicio para ponernos en un lugar saludable e, incluso, para mejorar nuestro metabolismo. Es impresionante cómo repercute el buen estado y la buena salud del músculo en el metabolismo y la salud, en la calidad de vida y en la longevidad de una persona”, afirma el médico deportólogo Alejandro García (M.N. 106404).
Descubiertas a principios de la década del 2000, los primeros estudios sobre las mioquinas los llevó a cabo en 2001 y 2003 la doctora y profesora danesa Bente Pedersen. “El hecho de que se hayan descubierto hace veinte años para la ciencia no es nada. Es un descubrimiento muy reciente”, afirma García. El especialista asegura que, “hay profesionales de la salud que no se dedican a estudiar nada en relación con esto y no lo saben. Es un tema absolutamente innovador que recién ahora está cobrando auge”, sostiene.
En estos veinte años es mucho lo que salió a la luz, aunque todavía están en curso numerosos estudios. “Las mioquinas representan un área de investigación en la intersección de la fisiología del ejercicio, la biología molecular y la salud”, apunta el profesor de educación física Martín Colacilli.
Pero, ¿qué son estas sustancias? Al igual que las endorfinas, son un grupo de moléculas que libera el músculo. “Funcionan, en gran medida, como si fueran hormonas. Esto quiere decir que el músculo sería un órgano endócrino, como el ovario, el testículo, el páncreas, las tiroides”, señala García. El médico clínico Ramiro Heredia, (M.N. 117882), de Medicina Interna del Hospital de Clínicas, señala que su secreción es inducida por el ejercicio y que actúan en distintos órganos y tejidos, como las células grasas, hepáticas, pancreáticas, óseas, cardíacas y del sistema nervioso, entre otras. Así como el músculo produce mioquinas, hay otros órganos que sueltan otras sustancias: el tejido adiposo libera adipoquinas, el hueso, osteoquinas y el hígado, hepatoquinas. “Todo ese conjunto de moléculas que se liberan por el ejercicio, que salen, no solo del músculo, sino también de otros órganos, se conocen como exerquinas”, explica García. El especialista asegura que hay continuos descubrimientos sobre las mioquinas en particular y sobre las exerquinas, en general. “Cada vez son más las mioquinas y las exerquinas que se descubren”, afirma.
Señales entre células
Ramiro Heredia explica que las mioquinas resultan cruciales para controlar el crecimiento y las actividades de otras células, como por ejemplo, las del sistema inmunitario y las de la sangre. Las mioquinas, describe Heredia, “son señales por las que se comunican las células. Cuando se liberan, le envían una señal o mensaje al sistema inmunitario o a un órgano, para que cumpla con su función”. Alejandro García aclara que, como sucede con cualquier órgano endócrino, si el músculo se deteriora, disminuye su cantidad o su calidad, perdiendo fuerza, también se afecta el metabolismo. “Por el contrario, si uno cuida la cantidad y calidad del músculo, es decir, su fuerza, las mioquinas actúan a nuestro favor y mejoran el metabolismo”, destaca.
Los beneficios que las mioquinas aportan a todo el organismo tienen una explicación. “El hecho de que sus receptores estén en distintos órganos y tejidos pone en evidencia la heterogeneidad de sus funciones”, destaca Heredia. Por esta razón, están involucradas en los cambios metabólicos asociados al ejercicio, y también sobre la inflamación y la inmunidad. “Además, tienen un rol en la regeneración y en la reparación de los tejidos”, enumera Heredia.
En un estudio llevado adelante por Bente Pedersen se pone énfasis en la función del músculo esquelético como órgano endócrino que produce y secreta sustancias que aportan beneficios, no solo al músculo, sino también al cerebro, la piel, las arterias y venas, la grasa, los huesos, el páncreas y el aparato digestivo. La investigación sostiene que las funciones biológicas de las mioquinas incluyen efectos sobre la cognición, el metabolismo de los lípidos y la glucosa, la formación de los huesos, la estructura de la piel y el crecimiento tumoral. “Esto sugiere que las mioquinas pueden ser biomarcadores útiles para controlar la prescripción de ejercicio en personas con, por ejemplo, cáncer, diabetes o enfermedades neurodegenerativas”, concluye el estudio. Heredia afirma que hay evidencia científica acerca de que ciertas moléculas, liberadas por el músculo durante el ejercicio físico, tienen efectos antiinflamatorios. “Se explica así cómo el hacer actividad física en forma regular podía proteger a las personas de enfermedad grave por SARS-CoV-2 y un probable efecto beneficioso sobre otras enfermedades”, afirma Heredia.
Innumerables efectos
Martín Colacilli destaca que las mioquinas son producidas por las contracciones musculares repetidas. El profesional explica que las moléculas favorecen la hipertrofia muscular. Y, una vez liberadas, “viajan por el torrente sanguíneo, aportando innumerables efectos beneficiosos, no solo a nivel físico, sino también psíquico y emocional”, asegura. Entre sus aportes a la salud, se sabe que promueven la creación de nuevos vasos sanguíneos, lo que contribuye a mejorar la irrigación sanguínea del tejido muscular. Esto, a su vez, favorece el transporte de oxígeno hacia distintos órganos. Además, ayudan a disminuir el tejido adiposo. Colacilli menciona una investigación publicada en la National Center for Biotechnology Information donde se destaca su efecto antiinflamatorio posejercicio. En otra investigación, desarrollada en la Ariel University, en Israel, los científicos afirman que las mioquinas estimulan el desarrollo neuronal, mejorando el aprendizaje y la memoria, a la vez que frenan los procesos degenerativos del sistema nervioso central.
Acerca de la conveniencia de preferir ejercicios de fuerza o aeróbicos, Alejandro García aclara que las moléculas se liberan tanto con unos como con otros. Aunque, detalla, hay algunas que se generan con un tipo de ejercicio y otras, con otro. “De todas maneras, cuando se quiere cuidar el buen funcionamiento de esas mioquinas, hay que pensar el cuidado de forma integral”, indica. Esto requiere prestar atención en el descanso y en la calidad y cantidad de nutrientes que uno consume para alimentar al músculo para que se mantenga saludable. Según explica Colacilli, la actividad física provoca un estrés bueno en el organismo, debido a que el cuerpo logra recuperarse y volver a soportar el mismo nivel de estrés, al día siguiente. “Para esto es importante un buen descanso y una buena nutrición. Mediante la ingesta de proteína podremos reconstruir tejido dañado para obtener mejores y más resistentes fibras musculares”, señala.
Gracias a esta adaptación, entonces, el cuerpo se fortalece y se refuerza. En una rutina acorde con este objetivo, se impone la práctica de ejercicio de forma regular y, “si el ejercicio combina ejercicios aeróbicos y de fuerza, es mejor que si se hace solo uno de ellos. Hay que tener un pensamiento integral respecto de estas mioquinas para que funcionen de forma óptima y a nuestro favor”, destaca García. Martín Colacilli recalca el nuevo rol que se le asigna a la actividad física, que funciona como un medicamento. El profesional invita a “empezar a mirar al músculo como un órgano endócrino que segrega sustancias que les hacen bien a otras partes del cuerpo”.
Cuando se entiende que el ejercicio físico trae múltiples beneficios para la salud, sostener el hábito se hace más fácil. Solo entonces asoman los resultados estéticos, la consecuencia de un hábito sostenido en el tiempo.
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