El estrés, la mala alimentación y el sedentarismo, impulsados por una cultura de miedo y desconexión, son el núcleo de esta paradoja
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Recientemente vino a la Argentina el profesor Bruce Lipton (autor, entre otros, libros, de Biología de la creencia, a quien se le atribuye ser el padre de la epigenética) y recomendó en varias oportunidades la lectura del libro El corazón es consciente, escrito por el cardiólogo Martín Lombardero, donde menciona la frase “Estamos curándonos cada vez mejor y enfermándonos cada vez más”.
Lombardero explica el porqué: “En los últimos 50 años, hemos avanzado en forma exponencial en todo lo que se refiere a salud. Tenemos cirugía robótica de próstata, marcapasos cada vez más chicos con función de salvar si ocurre un paro por una arritmia maligna y enormes avances en todas las especialidades, pero nos enfermamos cada vez más”.
Si bien el cardiólogo aclara que la frase del libro la escribió por intuición y observación a partir de su vivencia, este año ya hay datos de trabajos a gran escala publicados en revistas científicas como The Lancet y Circulation que le dan la razón.
Un registro que evaluó a 23 millones de ciudadanos de EE.UU., detectó un aumento en la incidencia de cáncer, a pesar de las campañas de prevención, y más aún en menores de 35 años. En un estudio de carga de datos global y regional de más de 200 países se incrementó la incidencia de ACV (cada vez más jóvenes). Eso sí, mejoró la rehabilitación post ACV.
“El doctor Valentín Fuster, reconocido investigador de ateroesclerosis a nivel mundial, confirmó en una reciente visita a nuestro país que aumentó la mortalidad cardiovascular desde 2010. Es decir, estamos cada vez mejor, pero nos enfermamos cada vez más”, repite Lombardero.
¿Por qué esta contradicción? “Por la cultura actual, que incluye nutrición inconsciente, sedentarismo (estar ocho horas frente a una pantalla) y, sobre todo, estrés, cuya base fundamental es el miedo, que nos hace vivir permanente en modo alerta, transformando nuestra química interna como si estuviéramos todo el día frente a un depredador”, explica Lombardero. Y agrega que eso genera inflamación, redistribución de la energía y menor inmunidad. “En la medida que no corrijamos estos hábitos y cambiemos el medio ambiente que rodea nuestras células, vamos a seguir enfermándonos, por más buena medicina que exista”, reflexiona.
Muchas de las enfermedades las genera nuestra mente, que está en modo automático, al servicio de la cultura actual.
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