Diferentes estilos acordes a las necesidades de cada persona
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¿Existe un estilo de yoga para cada persona? Si bien la disciplina es una, existen diversos modos de llevar a cabo la práctica. Para alguien que recién comienza Hatha yoga, una práctica integral que permite aprender las asanas -posturas- combinándolas con técnicas de respiración de manera suave y progresiva es una de las mejores opciones según los expertos. “Además de flexibilizar el cuerpo, Hatha yoga te conecta con el momento presente, es una meditación en movimiento. En este sentido, es ideal para quienes quieren reducir el estrés en su vida”, explica Yamila Bellsolá, directora del Centro Ananda Yoga -reconocido por sus clases para el público general y su trayectoria como espacio de formación de instructores-y autora del libro “Biomecánica de las Asanas”.
Hay quienes sostienen que “yoga no es para mí porque soy muy inquieto”. Más allá de que la creencia se base en un estereotipo alejado de la realidad, es posible que este tipo de personas se sientan atraídas por estilos más dinámicos. Ashtanga es uno de ellos: trabaja una secuencia de posturas preestablecidas encadenando una con otra.
Vinyasa Flow propone una versión más libre y dinámica, que apunta a combinar posturas de manera armónica. Camila Paz, profesora de yoga y formadora de instructores, cuenta que este estilo es ideal para dejarse llevar buscando la fluidez, como en una especie de danza: “Surgen cosas muy interesantes y se abre espacio para la creatividad en ese movimiento continuo, que fluye”.
Camila es además artista de circo especializada en parada de manos. Menciona Acro yoga, un estilo que se ha popularizado en los últimos tiempos, y que combina acrobacias con posturas de yoga armadas en conjunto con otros. “Es interesante porque crea comunidad, trabaja el contacto, la empatía. Mucha gente se reúne en espacios al aire libre a practicarlo”, dice. Habla también del yoga en parejas, una práctica que consiste en armar las posturas de a dos, ayudando a equilibrar de acuerdo a las características de cada uno. “Es muy interesante desde lo vincular, porque cada cuerpo es diferente, y hay que adaptarse. Invita a preguntarnos cosas como por ejemplo si uno tiende a sostener mucho, o si se permite ser sostenido. Son aprendizajes que están buenos para conocerse y conocer cómo nos relacionamos también.”, plantea.
Yamila Bellsolá señala que las prácticas dinámicas suelen ser más recomendables para el inicio del día, ya que ayudan a cargarse de energía. Además, resultan mejores en épocas de frío porque permiten entrar en calor rápidamente. En esta línea, destaca Yoga Kundalini, que trabaja sobre la columna vertebral y combina ejercicios muy enérgicos, respiraciones y contracciones musculares específicas, -que apuntan a despertar la kundalini, o energía vital-, con momentos de introspección. Se trata de descargar, pero también de ir hacia adentro, una práctica muy necesaria en tiempos en los que la energía mal canalizada muchas veces se puede transformarse en violencia.
Etelka Cara, profesora de yoga, amante de la disciplina y formadora de instructores, apunta algunos beneficios del Yoga Kurunta, una práctica dinámica que consiste en realizar las asanas utilizando cuerdas empotradas en la pared, que sirven para colgarse o ayudar en el armado -la palabra “kurunta " significa “marioneta”-. Bien trabajado, dice Etelka es ideal para todas las edades, aunque en cada etapa de la vida se trabaja diferente: “A los niños les encanta porque es desafiante y muy lúdico, juegan a treparse, a escalar. En adultos mayores se hace hincapié en posturas recostadas y con los pies colgando , por ejemplo, y esto es muy bueno para el retorno venoso, o para generar espacio articular. En el caso de adolescentes y adultos, la kurunta enfatiza la fuerza, la flexibilidad, la inteligencia espacial y la percepción del propio cuerpo. Al estar en un equilibrio en movimiento, son posturas que te piden estar muy atento”, señala entusiasmada.
Existen también estilos de yoga más suaves como el Yoga Restaurativo, que consiste en sostener las posturas por tiempos más largos, con ayuda de elementos. De esta manera, se puede profundizar en el asana y conectar con uno mismo en un modo suave. Yin yoga es otro estilo que trabaja con esta premisa, pero además se enfoca en los meridianos que plantea la medicina oriental. Estas prácticas pueden ser un aliado en días de calor agobiante o para practicar al atardecer, ya que ayudan a “bajar un cambio” antes de descansar.
Hay prácticas que acompañan momentos específicos de la vida. En esta línea, la directora de Ananda -que también es doula- habla del yoga prenatal, enfocado en posturas que ayudan a transitar mejor esta etapa, liberando la pelvis, ayudando al retorno venoso y preparando el cuerpo para el parto. Lo importante, dice Yamila, es preguntarse cuáles son los objetivos en una práctica de yoga. Y en un mundo que parece correr a toda hora en busca de la satisfacción inmediata del deseo, propone tener en cuenta una máxima del ayurveda -medicina milenaria de la India- que dice que lo similar atrae y alimenta lo similar. Sugiere escapar al “me gusta” y abocarse a aquella práctica que más cuesta, de modo de encontrar el tan ansiado equilibrio.
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