Dos panes, un relleno, aderezos varios: el sándwich es uno de los grandes inventos gastronómicos de la historia. La leyenda, repetida hasta el cansancio, afirma que lo inventó un lord inglés, John Montagu, IV Conde de Sandwich, en el siglo XVIII. Las malas lenguas afirman que John era aficionado -eufemismo de adicto- a los juegos de cartas. En una extensa partida que duró 24 horas sin pausa, pidió que le lleven un poco de carne entre dos rebanadas de pan, para poder comer sin ensuciarse los dedos (y seguir jugando). Ese día, dicen, se firmó la partida de nacimiento del sándwich contemporáneo. Mito o realidad, no hay dudas de que el sándwich es parte de la tradición gastronómica británica, que en su expansión colonialista se extendió al planeta entero. Ícono del fast food, existen versiones de sándwiches en los cinco continentes, cada país modificando los ingredientes según culturas y materias primas locales. Pero siempre manteniendo una misma esencia: dos panes, un relleno, aderezos varios. Incluso la famosa hamburguesa, esa misma que hoy se ofrece en cada esquina de Buenos Aires, no es más que un tipo de sándwich. Justamente, para darle un descanso a tanta omnipresencia hamburgueseril, aquí recomendamos tres deliciosos y contundentes sándwiches para acompañar la cerveza (o copa de vino) de cada día.
Poboy en Tierra de Nadie
Desde su apertura, hace ya más de cinco años, Tierra de Nadie (TDN para los amigos) se convirtió en uno de esos lugares de culto por la hamburguesa, con fieles devotos que la proclaman como la mejor de Buenos Aires, de Argentina y tal vez del mundo. Y algo de razón tienen.
Uno de los puntos fuertes de TDN es su personalidad, alejada de estereotipos impuestos en el rubro. Así, por ejemplo, a la cerveza artesanal suma la opción de vinos para acompañar la comida. Y a las consabidas hamburguesas agrega una oferta de sándwiches que son todos una delicia. Hay de lomo al grill, de bondiola con crema de maíz amarillo y uno de pollo rebozado fantástico. Pero el ícono de la casa (más allá de las burgers) es su Poboy, versión propia de un clásico de Nueva Orleáns. Un pan de molde casero (doble fermentación con buen reposo entremedio) tostado a la plancha hasta quedar crujiente, con un relleno de langostinos cocinados a la parrilla a quebracho, condimentados con manteca cajun (una manteca que lleva pimentón ahumado, café molido, pimienta de cayena, pimienta negra, tomillo, semillas de hinojo, curry en polvo, ajo, sal y limón). A esto se suma lechuga iceberg, chips de batata frita, salsa romesco y un aderezo a base de yogurt, leche de coco y eneldo. De sabor explosivo (si bien no es picante, se puede pedir salsa aparte), un gran sándwich para comer en una tierra que es de nadie. Dirección: Av. Acoyte 263
Pollo y chivito canadiense en Big Sur
Cocina callejera con ingredientes de calidad, muchos de ellos provenientes de La Pebeta, una granja propia (con almacén y propuestas gastronómicas incluidos) en la zona de Cardales. De eso se trata Big Sur, un pequeño local ubicado en el Palermo más coqueto, que en los últimos cinco años logró enamorar a sus vecinos con una muy buena oferta de hamburguesas caseras y sándwiches varios.
Entre estos últimos, hay dos opciones que están ahí desde el primer día. Por un lado, el Pollo Big Sur, que sigue el modelo del sur de los Estados Unidos: un pollo rebozado en corn flakes y especias, que sale en pan tipo brioche (muy esponjoso y liviano, casi que desaparece en la boca pero cumple perfecto su cometido), con lechuga y un mojo picante, una salsa intensa -no apta paladares delicados- preparada con cebolla, cilantro, verdeo, ají jalapeño verde y ají dulce verde. Es delicioso. Quien busque sabores más cercanos, puede optar por el más conocido Chivito canadiense, esa herencia uruguaya que lleva generosos cortes de bife de cuadril desgrasado, lechuga, tomate, cebolla caramelizada, mozzarella artesanal, huevo frito y panceta. Todo, en un pan de pebete casero, apenas dulce y también muy esponjoso. Dirección: Av. Cerviño 3596
Vacío de cerdo ahumado en Strange Brewing
Entre tanto bar cervecero fotocopiado, Strange Brewing es una joya escondida en Colegiales. Fábrica de cervezas y bar al mismo tiempo, Strange se hizo conocida por sus estilos de cerveza especiales, siempre más allá del lugar común, con variedades de NEIPA, Sour y más opciones de gran calidad. Desde hace un tiempo, Strange también abre los fines de semana al mediodía, momento ideal para prender la parrilla y dejar jugar al genial Max Carnage, el chef ejecutivo de la casa.
Si bien los platos cambian a diario, una opción podrá ser por ejemplo este sándwich de vacío de cerdo ahumado. La pieza entera de carne pasa cuatro horas al humo del espinillo (en una de las preciosas ahumadoras de Smoke King), con un rub que mezcla pimentón, pimienta negra, sal y semillas de hinojo y coriandro. A la mesa llega cortado en lonjas dentro de una firme ciabatta de Atelier Fuerza, con una barbacoa a base de gochuyang (la tradicional pasta de chile fermentado coreana) y una kaleslow, reversión del coleslaw a base de kale, zanahoria, mayonesa, aceite de sésamo, vinagre, ajo, un toque de Sriracha y semillas de amapola. Gran sándwich para acompañar con una "A veces siempre", una cerveza sour con agregado de ananá, mango y guayaba. Dirección: Delgado 658
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