Devoto, barrio foodie. Un polo gourmet con ritmo slow
Devoto solía tener vida de pueblo. Cuenta Salvador Viscomi, propietario de la tradicional heladería Monte Olivia, que desde la esquina de las calles Fernández de Enciso y Mercedes mira a la Plaza Arenales, que era común que los vecinos lo llamaran para preguntarle si sus hijos estaban allí tomando un helado. Corría el año 1966 cuando abrió Monte Olivia; no había entonces mucho más que un restaurante y un bar junto a la estación de tren, y una pizzería en la calle Gualeguaychú. En los últimos años ese panorama cambió radicalmente: los vecinos han visto la consolidación de un polo gastronómico que, a diferencia de otros, no ha alterado el ritmo del barrio.
"Devoto creció muchísimo, se ha generado un polo gastronómico en la zona a partir de la apertura de muchos restaurantes y bares, pero no deja de ser un barrio familiar. No es como Palermo, donde las familias se fueron; acá siguen los vecinos de toda la vida, que conviven con un público que viene de otros barrios a conocer las nuevas propuestas", dice Abdala Ghisays, chef a cargo –junto con el pastelero Damián Betular– de la cocina de los restaurantes Alicia, Casa Lucca y Mecha Fuego Porteño, todos en un radio de dos cuadras.
Sentadas a una mesa de Casa Lucca un jueves por la noche, Leticia Boer, Natalia Provera y Mariana Micozzi confirman que hoy Devoto atrae gente externa al barrio: "Es nuestro punto de encuentro. Empezamos a venir porque dos de nosotras vivimos en Villa Ballester y una en Caballito, entonces nos quedó como un punto medio que se transformó en algo casi religioso de venir una vez por mes, porque está buenísimo el barrio. ¡Ya fuimos a todos los restaurantes!".
"El barrio es espectacular, se llena de gente los días de más calor: todos los locales repletos; viene gente de todos lados", cuentan Florencia Inchauste (26) y Camilia García (27), vecinas de Devoto y habitués de la cervecería Hendrix. "Fuimos la primera cervecería artesanal en el barrio y la mayoría de las noches se llena –confirma por su parte Pablo Ellera, de 32 años, dueño de Hendrix–. Viene gente de todos lados, y aunque siempre hay más gente del barrio, de repente vienen clientes desde Escobar o Pilar. Nos sorprende el empuje que tiene el barrio que atrae personas de todos lados".
Pero ni el constante surgimiento de nuevos establecimientos gastronómicos ni la consecuente afluencia de visitantes ha trastocado el paisaje de Devoto. La Plaza Arenales mantiene su verde y su lugar de punto de cruce y de encuentro casual entre vecinos, el ritmo de los días de la semana sigue atado a los horarios de salida y entrada de los colegios, y el tránsito –con la excepción del cruce de las calles Nueva York, Bahía Blanca y Avenida Lincoln– sigue siendo amable. Aún es relativamente fácil encontrar lugar para estacionar a pocas cuadras de la plaza, mientras que el caminar por las diagonales y los boulevares que de ella nacen sigue pudiendo hacerse a ritmo lento.
Inés vive en Devoto desde hace 20 años y es testigo privilegiada de su reciente desarrollo: hoy comparte medianera con un moderno restaurante y enfrente de su casa hay dos bares, uno de los cuales permanece abierto hasta las 3 de la mañana. "El barrio empezó a cambiar hace unos 6 años –cuenta–. Antes eran todas casas, pero hoy está lleno de bares y restaurantes, que tienen mucho movimiento de gente. De alguna manera, con ese movimiento hoy nos sentimos un poco más seguros que antes, porque además hoy está todo mejor iluminado. En ese sentido, estamos contentos con los restaurantes, pero sí lo que no me gusta es que a la noche estacionen motos sobre la vereda".
Hoja de ruta
Quienes hace mucho que no visitan Devoto fácilmente se sorprenderán por el cambio que presenta hoy la diversidad de su propuesta gastronómica, la que en su gran mayoría se encuentra concentrada en las cuadras que van de la plaza Arenales a la estación Devoto (de la línea San Martín). Allí están los pioneros: la heladería Monte Olivia, el bar-restaurante Pablo’s, la panchería Peter’s Hot Dogs y el Café de la Plaza. También, como suele suceder en todo lugar que comienza a atraer comensales, están las cadenas, que incluyen desde sushi (Sushi Club, Fabric), hamburguesas (Burger 54, Deniro), pizzas (Kentucky), tex-mex (Taco Box), helados (Lucciano’s, Rapanui, Chungo), pastelería (Nucha), cafetería (Café Martínez, Havanna), woks y ensaladas (Green & Co), panadería (Hausbrot)...
Y, como no podía ser de otra forma en una ciudad donde las cervecerías artesanales brotan hasta por debajo de las macetas, hay muchos –¡muchos!– locales del rubro hoy en Devoto. Cerca de la plaza hay tres: la ya mencionada Hendrix, en la calle Nueva York, una Antares en el boulevard Chivilcoy, y la destacable Bar Pintón, en Mercedes: "Somos la única cervecería con sommelier en la zona –afirma Leandro López, sommelier de cervezas–. Traigo todas las semanas distintos tipos de cerveza, con otros sabores, aromas".
Sin embargo, la mayoría de las cervecerías se encuentran a unas (cuantas) cuadras de la Plaza Arenales, en las avenidas San Martín y Beiró. En la primera, el punto de referencia es un clásico del barrio –el Bar Alemán, con su "patio cervecero" a la sombra de las palmeras, ubicada en la esquina de San Martín y Pedro Morán–; en las cuadras aledañas hay varios bares cerveceros: Sláinte Irish Pub, Taberna Odin, Orange Bar, Malone Buenos Aires Pub y la hamburguesería/cervecería Deniro, entre otros. Sobre Beiró hay otros tantos, entre los que se destaca Rotterdam Craft Bar. Párrafo aparte merece Prinston Devoto, en Concordia y Mosconi, que en su salón se encuentran (a la vista) los tanques en los que se elaboran las cervezas de la casa.
De autor
"Palermo es Palermo, pero es difícil estacionar, hay trapitos, hay montones de controles policiales, inseguridad... Es en parte por eso que cada vez hay mas bares de mejor calidad, al igual que el resto de las propuestas gastronómicas, fuera de Palermo", reflexiona Federico Cuco, referente de la coctelería argentina que todos los sábados por la noche se encuentra detrás de la barra de Bronce. "Devoto, además, es un lindo barrio –agrega–, podés estar en la vereda tomando un café o comiendo sin que te arrebaten el teléfono".
Bronce, junto con Bar Pintón y Laganini Jazz Bar (que de jueves a sábado en su cuidado salón principal ofrece espectáculos de jazz), conforman la propuesta de coctelería de Devoto, que brindan la amable antesala al momento previo a la cena y estiran la noche más allá del horario de cierre de las cocinas de los restaurantes del barrio.
En lo que hace a restaurantes, fuera de los citados locales de cadena, el barrio cuenta hoy con un puñado de establecimientos con cocina de autor y otros tantos bistrós. Entre estos últimos hay que mencionar a Alelí Bistró, Brunette y Tiempo de Sabores con su atractiva cava de vinos. Entre los de cocina de autor se destaca el trío que conducen Ghisays-Betular, cada uno con una propuesta gastronómica diferenciada: "Alicia es cocina mediterránea de autor: paellas, risottos y pastas artesanales, al igual que la panadería; Casa Lucca es cocina de inmigrantes, refiriéndonos a la cocina italiana y española, con platos como vitel toné, lengua la vinagreta, pastas artesanales y parrilla; Mecha Fuego Porteño es parrilla en la que le dimos una vuelta a clásicos argentinos como la morcilla y el chorizo, tenemos platos principales braseados, corderos, pescados y mariscos, y después una carta de cacerolitas: platitos para compartir con productos de estación", describe Abdala Guisays.
Así como Monte Olivia o Pablo’s son considerados los establecimientos pioneros de Devoto, Alicia –que abrió sus puertas hace 6 años– puede ser señalado como el restaurante que anticipó el recambio gastronómico del barrio, ese que hoy lo consolida como un polo que atrae visitantes y que por el momento sigue en plena expansión.
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