Hace más de medio siglo funciona, en Barrio Norte, un restaurante fundado por socios españoles donde las porciones son abundantes y los clientes fieles al buen comer.
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Luis o mejor conocido como “Lucho”, uno de los empleados históricos del clásico restaurante “Norte”, se encuentra en el salón preparando las mesas para el turno noche. Las viste con su característico mantel cuadrillé (de color negro y blanco) y coloca en sus respectivos sitios la vajilla y cubiertos. “Las mesas que están cerca de las ventanas son las más codiciadas. La número cuatro, por ejemplo, es la primera que se reserva”, dice, mientras dobla las servilletas. José Luis García, el encargado, lo confirma: “A los habitués les encanta tener vista a la vereda y observar a la gente pasar. El ambiente es muy de barrio, se suelen saludar entre vecinos. En más de una oportunidad, hemos pensado en remodelar y cambiar la decoración, pero los clientes de toda la vida nos dijeron que no se nos ocurriera ya que formaba parte de la historia y que perdería parte de la mística. Todo se mantiene intacto desde su apertura”, cuenta García.
Su padre, Vicente, al que le dicen “Charly”, junto a otros socios españoles, fueron quienes abrieron las puertas del restaurante en 1975. Bautizaron a su boliche así por su ubicación: en la esquina de Arenales y Ecuador, en la zona del llamado Barrio Norte. A través de los años, lograron conservar la esencia de bodegón porteño: platos abundantes, atención familiar y mozos de oficio.
Una fórmula de éxito y con historia
El salón es luminoso. Tiene grandes ventanales, cortinado de antaño, variedad de cuadros (que recuerdan la tierra de los fundadores), espejos, ventiladores de techo (que han dejado de funcionar), paredes con azulejos de color bordó y una enorme barra repleta de recuerdos de varias décadas. Norte es un viaje a la década del 70. Se mantiene estoico a los cambios y no sigue ninguna moda.
“¿Si la fórmula funciona para qué cambiarla, no?”, asegura, García, entre risas. Cuenta que antiguamente allí funcionaba una lechería y luego se transformó en un bar. “El 5 de mayo de 1975, mi padre Charly, junto a otros españoles (de Galicia y León) se asociaron y fundaron el restaurante. Acá él dio sus primeros pasos en la gastronomía”,dice. Desde su apertura, sorprendieron con la variedad de platos (hubo una época en la que ofrecían más de 300) y las generosas porciones.
Luego, los fundadores le pasaron la posta a la segunda generación. “Ahora continuamos los hijos”, dice José Luis, quien arrancó a trabajar en el emprendimiento familiar en noviembre de 1986. “Al principio pasaba a saludar y a ayudar a mi viejo hasta que al tiempo surgió una vacante. Arranqué pelando papas, baldeando y pasando la escoba por el salón”, rememora. Al año fue aprendiz en la cocina. “Teníamos un cocinero que se llamaba Marcelo que era espectacular. Me enseñó prácticamente todo lo que sé. Desde deshuesar un pollo, limpiar un lomo, hacer milanesas”, cuenta. Luego, pasó al salón a atender las mesas y desde hace una década que está de encargado del turno noche. Charly, que actualmente tiene 86 años, suele pasar a visitar el bar de sus amores.
Tortilla, la especialidad de la casa
El menú es extenso y súper variado: pastas, carnes, pescados, arroces, mariscos, minutas, entre otros. Una de las especialidades de la casa es la tortilla, que mide unos 30 cm de diámetro y 3 de alto. El matambrito de cerdo también cosecha muchos fanáticos. Gusta solo (hecho a la parrilla) o con diferentes salsas a elección del comensal: a los cuatro quesos, al ajillo, champiñón, pizza, entre muchas más (hay casi 30 opciones).
José Luis recomienda probar las milanesas. Por su generoso tamaño, son para compartir. La napolitana y la de cuatro quesos están en el podio. No se queda atrás la llamada “Napoli” con salsa semi picante, mozzarella, rodaja de tomate, chorizo colorado y papas a la española. Para el postre hay que pedir el flan mixto.
Norte es un restaurante de habitués. No es casualidad que muchos vecinos del barrio aseguren de que el salón es como “la extensión de su propia casa”. Se conocen entre todos. Los mozos saben los gustos de cada uno y se anticipan a los pedidos. “Somos como una gran familia, son muchos años”, asegura García. De hecho, a su mujer, Laura, la conoció en el restaurante. “Sus padres eran clientes de toda la vida, vivían a pocas cuadras. Siempre me contaban la anécdota que cuando su hija nació ni bien le dieron el alta en el sanatorio la trajeron acá. Venía muchísimo a almorzar”, recuerda, entre risas. Con los años, entre piropos y deliciosos postres, se enamoraron.
Lugar de famosos, artistas y habitués del barrio
Por sus mesas pasaron también artistas. Lucho enumera algunos de los que atendió a lo largo de sus más de tres décadas en el local. Desde los periodistas Mónica y César, Moría Casan, Graciela Alfano, Jorge Marrale, Susú Pecoraro, Mauro Z a Celeste Cid. También a los futbolistas Marcelo Delgado y Rolando Schiavi. Allí, en el salón también se filmaron escenas de películas. Como “Ronda nocturna”, el film que se estrenó en el 2005 con Gonzalo Heredia y Rafael Ferro.
Despacho de bebidas, casa de lunch, café. Se lee en la chapa de una de las paredes de este bodegón porteño con casi medio siglo de historia en Barrio Norte.
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