Quiénes no deberían comer cúrcuma
Los componentes de esta planta utilizada en la gastronomía pueden causar algunos problemas de salud para ciertos sectores de la población; todo lo que hay que saber al respecto
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La cúrcuma ganó reconocimiento mundial por sus múltiples beneficios para la salud, desde propiedades antiinflamatorias hasta su capacidad antioxidante. Este ingrediente, utilizado durante siglos en la medicina tradicional y en la gastronomía de países asiáticos, se puede encontrar en las cocinas de todo el mundo. Sin embargo, aunque es considerado seguro para la mayoría de las personas, no todos deberían incluirlo en su dieta, especialmente aquellos que padecen ciertas condiciones de salud.
El principal componente activo de la cúrcuma, la curcumina, fue objeto de numerosas investigaciones que destacan su potencial terapéutico. Sus propiedades antiinflamatorias y antimicrobianas la convierten en un recurso natural valioso para tratar dolencias comunes y promover el bienestar general. Sin embargo, no todas las personas se benefician de su consumo. En algunos casos puede representar más riesgos que beneficios, y ciertos grupos deberían ser cautelosos o evitarla por completo.
Personas con trastornos de la coagulación sanguínea
Uno de los principales grupos que deberían evitar el consumo de cúrcuma son aquellos con trastornos de coagulación sanguínea. La curcumina puede actuar como un anticoagulante natural, lo que podría ser peligroso para individuos con problemas de coagulación o que estén tomando medicamentos anticoagulantes. Consumir cúrcuma en grandes cantidades podría aumentar el riesgo de sangrados o hemorragias. Por esta razón, es esencial que las personas con estos trastornos consulten con su médico antes de incorporarla a su dieta o utilizarla como suplemento.
Personas con enfermedades gastrointestinales
Aunque la cúrcuma es recomendada para mejorar la digestión, quienes padecen enfermedades inflamatorias intestinales, como el síndrome del intestino irritable, la enfermedad de Crohn o la colitis ulcerosa, deberían ser especialmente cuidadosos. Si bien en algunas personas puede ayudar a calmar la inflamación, en otras puede irritar la mucosa gastrointestinal, empeorando los síntomas.
De hecho, una investigación publicada en el World Journal of Gastroenterology advierte sobre el impacto negativo de la curcumina en personas con condiciones preexistentes del sistema digestivo. Dosis altas de esta especia pueden causar malestar estomacal, náuseas y diarrea, por lo que se recomienda que estas personas consulten a su médico antes de incorporarla a su rutina alimentaria.
Mujeres embarazadas y en período de lactancia
Durante el embarazo y la lactancia, muchas mujeres buscan alternativas naturales para mejorar su salud y la del bebé. Sin embargo, la cúrcuma no es una opción segura en grandes cantidades para este grupo. La curcumina tiene propiedades que pueden estimular el útero, lo que aumenta el riesgo de contracciones prematuras o, incluso, el parto prematuro.
El consumo excesivo podría afectar el equilibrio hormonal en mujeres embarazadas. Aunque consumir pequeñas cantidades como especia en la comida es seguro, tanto quienes están en periodo de gestación como las lactantes deben evitar los suplementos de cúrcuma y siempre consultar a su médico antes de introducir este ingrediente en su dieta.
Pacientes con deficiencia de hierro
Otra población que debe limitar el consumo de cúrcuma son las personas con anemia o deficiencia de hierro. La curcumina puede interferir con la absorción de hierro en el cuerpo; esto puede resultar perjudicial para quienes padecen anemia ferropénica, ya que su consumo podría empeorar los niveles de hierro, afectando el tratamiento de la condición. Las personas en riesgo de deficiencia de hierro o que toman suplementos deberían controlar su ingesta y considerar otras alternativas que no comprometan su salud.
Personas con alergias o sensibilidad a la cúrcuma
Aunque es poco común, algunas personas pueden desarrollar alergias o sensibilidades a la cúrcuma. Los síntomas de una reacción alérgica incluyen erupciones en la piel, picazón, dificultad para respirar e hinchazón, y en los casos más graves, podría presentarse anafilaxia, una reacción alérgica potencialmente mortal.
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