Estas son las cinco señales ocultas que podrían demostrar que te excedés en el consumo de alcohol
Para la Organización Mundial de la Salud, el consumo diario tolerado es de hasta dos dosis para hombres y una para mujeres; enterate los detalles en esta nota
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¿Alguna vez te imaginaste pasar un mes sin beber alcohol? ¿Es dolorosa la idea? Tené en cuenta que este sentimiento ya indica un consumo abusivo.
Para la Organización Mundial de la Salud (OMS), el consumo diario tolerado es de hasta dos dosis para hombres y una para mujeres. Una dosis de alcohol equivale, por ejemplo, a una lata de cerveza de 350 ml, una copa de vino de 150 ml o una dosis de 45 ml de bebida destilada.
Para aquellos que consumen una mayor cantidad, los médicos recomiendan dejar de consumir alcohol durante un mes de vez en cuando. El periodo es suficiente para aliviar el hígado, reducir el riesgo de enfermedades cardiovasculares y cáncer, mejorar el sueño y adelgazar (una sola copa de vino tinto, para tener una idea, tiene 107 kcal). Pero, antes de llegar a ese punto, conocé las cinco señales ocultas de que está bebiendo demasiado (que van mucho más allá de una resaca).
Mal dormir
Unas cuantas copas por la noche probablemente te harán conciliar el sueño más rápido de lo habitual, pero tu sueño será irregular. Esto sucede porque el alcohol acaba “fragmentando” las fases del sueño, ya sean las más profundas o las más ligeras.
En la primera mitad de la noche, cuando los niveles de alcohol aún son altos en sangre, la persona dormirá profundamente y sin sueños, ya que actúa sobre el ácido gamma-aminobutírico, o GABA, un neurotransmisor que inhibe los impulsos entre las células nerviosas y tiene efectos calmantes. El alcohol también puede suprimir el sueño REM, cuando se producen la mayoría de los sueños y el descanso y la restauración del cerebro.
Ian Hamilton, experto en adicciones de la Universidad de York, dijo que esta parte “proporciona descanso y restauración al cerebro”. Esta es la razón por la que podés despertarte durante la noche después de beber, lo que puede hacer que te sientas menos renovado.
A medida que los niveles disminuyen, comienzan los problemas de sueño fragmentado. Además de tener sueños más vívidos y estresantes que no te dejan descansar, el alcohol también es un diurético, lo que significa que podés despertarte más seguido para ir al baño.
Aumenta el riesgo de ansiedad y depresión
Uno de los efectos más famosos de beber demasiado es la resaca al día siguiente. Dolores de cabeza, cansancio, náuseas, vómitos e incluso desánimo. Esto ocurre porque el cuerpo lucha por volver a su estado normal, reduciendo la actividad de GABA y aumentando la de una sustancia química excitadora llamada glutamato, según la psiquiatra de Manhattan Ellen Vora.
“Además, las bebidas alcohólicas, como los cócteles combinados, pueden contener mucha azúcar y, tras metabolizarla, podemos experimentar una caída del azúcar en sangre”, afirma Vora.
En respuesta, el cuerpo libera hormonas del estrés, incluidos el cortisol y la adrenalina, que hacen que el hígado libere glucógeno y normalice los niveles de azúcar. Fieles a su nombre, estas hormonas del estrés provocan agotamiento mental, que, según Vora, puede parecer idéntico a la ansiedad o el pánico. Estos efectos pueden comenzar a mitad de la noche y continuar hasta la mañana siguiente.
“Las resacas a menudo te hacen sentir ansioso y deprimido durante horas e incluso días. Si ya se siente ansioso o triste, beber puede empeorarlo, por lo que reducir su consumo puede mejorar su estado de ánimo. El alcohol puede hacernos sentir así porque es un depresor”, explica la médica Hana Patel.
Para reducir el riesgo de sentir ansiedad al día siguiente, los expertos recomiendan no beber en ayunas, comer mientras se bebe y mantenerse bien hidratado. A la mañana siguiente, invertí en proteínas y fibra y haga ejercicio ligero, como caminar o yoga.
Libido baja
El alcohol inicialmente puede tener un efecto estimulante sobre hormonas como la serotonina, la dopamina y la testosterona, que aparentemente pueden aumentar nuestro deseo sexual; sin embargo, con el tiempo estos niveles disminuyen. Los pocos datos que hay (muchos de ellos procedentes de estudios con ratones o pequeñas investigaciones cualitativas) sugieren un patrón:
“Pequeñas cantidades de alcohol parecen aumentar la excitación y disminuir las inhibiciones sexuales”, afirma Lauren Streicher, profesora clínica de obstetricia y ginecología en la Facultad de Medicina Feinberg de la Universidad Northwestern (Illinois, Estados Unidos), cuyo trabajo se centra en la disfunción sexual en las mujeres. Pero, grandes cantidades puede suprimir la excitación y retrasar o prevenir el orgasmo.
“El consumo excesivo y crónico de alcohol se relacionó con la disfunción eréctil y la eyaculación precoz en los hombres. Las investigaciones también vinculan el consumo de alcohol con la disfunción sexual (problemas persistentes con la respuesta sexual, el deseo y el orgasmo) en las mujeres”, sostiene Laurie Mintz, profesora emérita de psicología de la Universidad de Florida, especializada en la sexualidad humana.
Si experimenta anorgasmia (que consiste en orgasmos retrasados, poco frecuentes o nulos), el primer paso debe ser comunicarse con un médico de atención primaria o un terapeuta sexual que pueda ayudarte a determinar la causa o causas fundamentales y conectarlas con el tipo correcto de especialista o tratamiento.
Cambios en el ciclo menstrual
Los estudios también sugieren que el consumo excesivo de alcohol puede dañar la salud menstrual. “Investigaciones adicionales descubrieron que el etanol del alcohol puede alterar la forma en que la glándula pituitaria, que produce hormonas, interactúa con el hipotálamo, la región del cerebro responsable de la regulación emocional, y los ovarios. Estas interacciones se denominan colectivamente eje hipotalámico-pituitario-gonadal (HPG)”, dice Carolina Gonçalves, superintendente farmacéutica de Pharmica.
El consumo de alcohol puede alterar la secreción de la hormona luteinizante (LH) y la hormona folículo estimulante (FSH), ambas parte del eje HPG, lo cual cual puede afectar la maduración de los folículos ováricos y cómo se desencadena la ovulación, dando lugar a cambios hormonales y fisiológicos que pueden provocar irregularidades en los ciclos menstruales.
Enfermedad hepática
Las muertes anuales por enfermedades hepáticas están aumentando. En EE.UU., por ejemplo, aumentaron un 39% en los últimos años, según los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC). Las tasas de mortalidad son más altas entre hombres y adultos de 50 a 64 años, aunque están aumentando más rápidamente entre las mujeres y los adultos más jóvenes.
La primera etapa de la enfermedad es la esteatosis hepática o esteatosis. Esto ocurre cuando se acumula grasa en el hígado, que es el encargado de metabolizar el alcohol. En Brasil, la prevalencia general de esteatosis se estima en 18%.
En la segunda fase, el consumo abusivo activa el sistema inmunológico provocando inflamación en el órgano. Si este daño continúa, se puede acumular tejido cicatricial en el hígado, lo que lleva a la tercera etapa, la cirrosis. Aproximadamente el 20% de las personas con enfermedad del hígado graso relacionada con el alcohol pueden progresar a cirrosis.
Algunas personas también desarrollan hepatitis asociada al alcohol, que es una inflamación grave del hígado. Esto ocurre con mayor frecuencia en personas con cirrosis, pero puede ocurrir en cualquier etapa si las personas beben mucho (de ocho a diez tragos por día). Tanto la cirrosis hepática como la hepatitis asociada al alcohol pueden ser mortales.
“La gente bebe más que antes, así que creo que ese es el factor más importante”, dice Jessica Mellinger, profesora asistente de gastroenterología y hepatología de la Facultad de Medicina de la Universidad de Michigan. “Y estamos viendo por primera vez en este país que las mujeres beben tanto como los hombres”.
*Por Eduardo Filho
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