Beneficios y advertencias: la vitamina que en exceso podría afectar memoria
Un estudio publicado en la revista General Psychiatry estudió cómo repercute el consumo excesivo de la tiamina; el umbral de riesgo y qué hay que saber
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Aunque podemos pensar que sumar vitaminas a nuestra dieta es algo positivo, todo en exceso puede ser dañino. Esta es una de las conclusiones a las que arribó un reciente estudio publicado en la reconocida revista General Psychiatry, que exploró la relación entre la ingesta desmesurada de tiamina, comúnmente conocida como vitamina B1, y la claridad mental en adultos mayores que aún no presentan signos de deterioro cognitivo.
Para conocer sobre la tiamina, en primer lugar, es importante saber que los científicos la consideran crucial en el metabolismo energético del cuerpo y en la regulación de los neurotransmisores cerebrales, donde juega un rol vital en numerosas funciones neurales. En este contexto, los hallazgos de este estudio capturaron la atención de la comunidad médica y científica, especialmente por el potencial que tiene esta vitamina para mejorar la función cognitiva en individuos con deterioro leve o en las primeras etapas de la demencia.
El estudio revela una relación en forma de “J” entre el consumo de tiamina y la salud cerebral. Esto indica que, aunque una ingesta adecuada es beneficiosa, “consumir demasiado puede tener efectos adversos”. Para analizar esta dinámica, los investigadores recogieron datos sobre el consumo diario de vitamina B1 de los participantes del estudio durante tres días consecutivos. Los evaluaron mediante pruebas de memoria verbal, atención y habilidades de cálculo. Los resultados mostraron que la ingesta promedio de tiamina era de 0,93 miligramos diarios, lo que establece así un umbral crítico en 0,68 miligramos diarios, por encima del cual los beneficios disminuyen.
Los análisis demostraron que un consumo diario de tiamina por encima de este umbral podría resultar en una disminución significativa de la capacidad cognitiva. Concretamente, se observó una reducción de 4,24 puntos en la puntuación cognitiva global por cada incremento de 1 miligramo diario en la ingesta de la vitamina B1. Este dato subraya la importancia de no superar la cantidad recomendada de esta vitamina.
El hallazgo es especialmente relevante para los adultos mayores que aún no muestran signos de deterioro cognitivo. Por lo tanto, es fundamental mantener un equilibrio adecuado en la ingesta de este nutriente, lo que se perfila como una estrategia esencial en la prevención de trastornos cognitivos relacionados con la edad.
¿Qué le pasa al cuerpo cuando no se ingiere tiamina?
Esta vitamina desempeña un papel crucial en diversas funciones corporales, principalmente en la acción de enzimas que generan energía a partir de la glucosa. Por esto, la deficiencia de tiamina en la dieta, debido a la falta de ciertos alimentos o problemas en la absorción de esta vitamina, puede llevar a un déficit en el organismo. Los primeros síntomas de esta carencia incluyen cansancio, irritabilidad, pérdida de memoria, disminución del apetito, trastornos del sueño, malestar abdominal y pérdida de peso.
Si este malestar se intensifica, pueden surgir alteraciones nerviosas conocidas como beriberi seco o húmedo. El primero se caracteriza por síntomas como hormigueo y sensación de ardor en los dedos de los pies, calambres y dolor en las piernas. En cambio, el beriberi húmedo está asociado con anomalías cardíacas, lo que puede presentar un cuadro clínico más grave y que requiere atención médica inmediata.
Cabe recordar que, antes de sumar o quitar elementos a la dieta, es clave consultar con el médico de cabecera para tener una opinión profesional al respecto.
¿Qué alimentos contienen tiamina?
Se pueden consumir diversos alimentos ricos en minerales esenciales como la tiamina. Entre ellos se encuentran productos integrales, enriquecidos y fortificados, tales como el pan, cereales, arroz, pasta y harina, así como germen de trigo, carnes como la de vaca y cerdo, truchas y atún de aleta azul, huevos, legumbres y arvejas, además de nueces y semillas. Aunque los lácteos, frutas y verduras contienen menores cantidades, su consumo frecuente puede contribuir significativamente a la ingesta diaria recomendada.
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