Ayuno en Semana Santa: por qué se hace, para qué sirve, cuáles son sus beneficios y quiénes no deberían hacerlo
Algunos estudios sugieren que períodos cortos de ayuno intermitente pueden tener efectos positivos en la salud metabólica; sin embargo, también puede afectar negativamente los niveles de vitaminas esenciales
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La práctica del ayuno durante la Semana Santa tiene profundas raíces religiosas en la tradición cristiana. Para muchos creyentes, esta práctica se considera una oportunidad para purificar el alma, renovar el compromiso espiritual y fortalecer la conexión con Dios.
El acto de abstenerse de ciertos alimentos o actividades cotidianas durante esta temporada también suele percibirse como una forma de prepararse espiritualmente para la celebración de la resurrección de Jesús en el Domingo de Pascua.
“El ayuno es la abstinencia en el consumo de alimentos, tanto sólidos como líquidos, exceptuando el agua, durante un periodo determinado de tiempo”, explica la nutricionista Juliana Mejía en Top Doctors Colombia. Desde una perspectiva científica, los ayunos espirituales pueden tener efectos tanto positivos como negativos para la salud, dependiendo de la duración y la forma en que se llevan a cabo.
En términos de beneficios potenciales, algunos estudios sugieren que períodos cortos de ayuno intermitente pueden tener efectos positivos en la salud metabólica, como la regulación del azúcar en la sangre, la reducción del riesgo de enfermedades cardíacas y la promoción de la pérdida de peso. Además, el ayuno puede tener efectos positivos en la salud mental al promover la claridad mental y la sensación de bienestar.
Según Mejía, más allá del ayuno espiritual, se volvió común la práctica de ayuno intermitente, una nueva modalidad de dieta que todavía no consigue unanimidad de opiniones entre endocrinos, psicólogos y nutricionistas. Se trata de la interrupción en el consumo de alimentos durante un número de horas en específico, reduciendo así las calorías ingeridas. “La clave de esta dieta es la concentración de todos los alimentos en los periodos de ingesta, eliminándolos de las horas de ayuno”, explica la experta.
De acuerdo con Mejía, durante las primeras seis horas después del último alimento, el organismo utiliza la energía almacenada en el hígado para mantener sus funciones. Posteriormente, aproximadamente seis horas después, el cuerpo entra en un estado de ayuno, lo que resulta en una reducción significativa en los niveles de insulina. En este estado, las calorías se convierten en glucógeno en lugar de grasa, distribuyéndose en los depósitos hepáticos y musculares.
Aunque inicialmente se produce una pérdida de minerales con el ayuno, el cuerpo se adapta gradualmente, lo que ayuda a modular esta pérdida y estabilizar los niveles de estos componentes a corto plazo. En este punto, el cuerpo comienza a consumir grasas a un ritmo más acelerado, lo que conduce a la pérdida de peso y masa corporal. Este proceso de adaptación refleja la capacidad del cuerpo para ajustarse a las condiciones de ayuno y optimizar la utilización de sus reservas energéticas.
El nutricionista Beril Hezer, registrado en el portal Banner Health, lo explica de forma sencilla. “Al restringir los alimentos durante períodos cortos de tiempo, el cuerpo consumirá glucosa y glucógeno y recurrirá a las reservas de energía almacenadas en la grasa”, lo que se traduce en una pérdida de peso.
Sin embargo, es importante tener en cuenta que el ayuno prolongado o extremo puede tener consecuencias negativas para la salud, como la desnutrición, la deshidratación, la fatiga extrema y la disminución de la función inmunológica.
Cabe señalar que este tipo de prácticas puede no ser adecuada para todas las personas, especialmente aquellas con condiciones médicas preexistentes, como la diabetes o los trastornos alimentarios, que pueden ser exacerbadas por la restricción alimentaria.
Se sabe que esta práctica puede afectar negativamente los niveles de vitaminas como la B1 o tiamina, esencial para convertir los alimentos en energía y para el crecimiento y desarrollo celular. La deficiencia de tiamina puede llevar a problemas de salud graves, como el beriberi.
Además, el ayuno puede aumentar la sensibilidad a la insulina en las células adiposas, lo que puede afectar el metabolismo de la glucosa y la regulación del peso. Asimismo, se ha observado una disminución en la actividad de la glándula tiroides durante el ayuno, lo que puede afectar el metabolismo basal y la regulación del peso a largo plazo.
Cabe resaltar que, según expertos, el ayuno no es recomendable para personas con trastornos psicológicos, como la ansiedad, ya que puede exacerbar los síntomas y desencadenar episodios de angustia.
Por lo tanto, es importante tener precaución y buscar orientación médica antes de embarcarse en cualquier régimen de ayuno, especialmente para aquellos con condiciones médicas preexistentes o problemas de salud mental.
Pros y contras del ayuno
Beneficios:
- Consumo de triglicéridos ante la constante falta de glucosa
- Posible aumento de la hormona del crecimiento humano
- Puede mejorar la salud cerebral
- Promueve la autofagia, proceso encargado de la renovación de la estructura celular
- Es una buena estrategia nutricional para pacientes con obesidad
Perjuicios:
- Puede afectar los niveles de vitaminas como la B1 o tiamina, la cual ayuda a convertir los alimentos que consumimos en energía, además de ser necesaria para el crecimiento, desarrollo y funcionamiento de las células del organismo.
- Aumento de la sensibilidad a la insulina en células adiposas
- Disminución de la actividad de la glándula tiroides
- No es recomendable para personas con problemas psicológicos y trastornos de ansiedad
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