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El desafío de Scaloni: armar un equipo que sea mejor que Messi
Una de las mayores virtudes que tiene el fútbol es que un equipo depende de factores colectivos. Ningún club/selección vive ni se sostiene gracias a un solo jugador. Ni siquiera si ese jugador es el mejor del mundo. La Argentina arrastra interrogantes desde 2014 para acá, con respecto a Lionel Messi y su inclusión en el equipo celeste y blanco; si está bien rodeado, si rinde mejor como wing derecho, falso 9 o suelto, sin responsabilidades defensivas. Un solo técnico logró acercarlo a la perfección táctica (Alejandro Sabella), en lo que respeta al diseño de un equipo como un todo, entendiéndose el "todo" en que todos tienen la responsabilidad de atacar y de defender, de entender los momentos de los partidos porque no hay ritmo ni estilo que se pueda sostener durante los 90 minutos; porque los rivales también juegan y en el fútbol dominan además otros factores, como los físicos y los anímicos. En la recta final del campeonato del mundo de Brasil 2014 el equipo respondió en esa dirección, aunque el costo que debió pagar Sabella fue alto. Fue tal el desgaste que terminó el torneo y renunció. Los entrenadores que lo sucedieron decidieron apostar más al talento individual y a los nombres consolidados que a un plan de juego global y detallista. Todos se quedaron a mitad de camino entre sus convicciones y lo que se terminó observando sobre el campo de juego.
En una de las frases de César Luis Menotti, el director general de selecciones nacionales, se puede explicar uno de los errores en los que cayeron varios de los entrenadores de la selección: "Los brasileños, los uruguayos y nosotros podemos presentar diez selecciones y competir con todas ellas. Yo no sé si Holanda, Italia o Francia pueden armar diez selecciones; quizás pueden competir con la primera o con la segunda, pero después ya no". Muchos se tentaron en convocar a los mejores, pero no siempre el mejor equipo se arma convocando a los mejores. Cada característica es distinta, cada contexto es distinto. Si hoy a la Argentina le cuesta tener un equipo titular definido, difícilmente pueda armar diez selecciones. No es lo mismo acumular jugadores que lograr tener un equipo representativo que se entienda y juegue bien. No se puede pensar en ganar un título si antes no se piensa en armar un plantel que sea compatible entre sí, que se respete desde la variedad de características y se complemente, no se anule ni le cierre las puertas a la renovación.
El análisis muchas veces excluye a Messi de la problemática, como si él no fuera parte de la crisis que vive la selección. Es el mejor del mundo y salvó varios resultados con su presencia y su calidad a lo largo de estos años, obviamente, pero tiene su responsabilidad también en los "debe", en no encontrar respuestas a preguntas (que lo involucran a él y al equipo, claro) que se vienen haciendo hace muchos años. Y no se habla de resultados, sino de funcionamiento. Dudas sobre los estilos, los sistemas tácticos, los entrenadores, los compañeros ideales para la concentración que no necesariamente deben ser los ideales para armar un buen equipo de fútbol. El mejor ejemplo de un jugador que rindió en los pocos minutos que le dieron en la selección fue Lucas Pratto (hasta se entendió con Messi), pero –salvo Edgardo Bauza– nadie más pensó en él.
Lionel Scaloni es mirado de reojo por la forma en la que llegó a ser DT del seleccionado y por mensajes confusos a la hora de las convocatorias o de explicar lo que intenta que se vea de su equipo. Se valora la renovación de un plantel que pedía a gritos cambios, sobre todo después del papelón de Rusia 2018. El tema es si logrará sostener las posibilidades que les da a jugadores como Tagliafico, Montiel, Pezzella, Kannemann, Lo Celso, Guido Rodríguez, Roberto Pereyra, Lautaro Martínez. Una de las buenas lecturas de Scaloni fue cuando reconoció que "la Argentina ya no es una potencia". Bienvenida sea esa sinceridad, ya que un puñado de muy buenos jugadores (quedó demostrado) no son sinónimo de conformar un muy buen equipo.
Ahora bien: si la Argentina ya no es una potencia y, ante esa dificultad, el equipo debe armarse de atrás para adelante para construirse sobre bases sólidas, ¿es lógico que el 5 de su selección sea Leandro Paredes? O, en función de su propio diagnóstico, ¿el equipo no debería pensarse a partir de un volante central como Guido Rodríguez, un mediocampista que disfruta de la presión alta y la presencia y el roce en la zona del círculo central pero, sobre todo, de recuperar pelotas, además de aportar juego aéreo? Suena raro, al menos, que el mismo DT que le baja un cambio al entusiasmo general y trata de aportar un baño de realismo intente salir a jugar con un "doble 5" Paredes-Lo Celso.
Scaloni pasó de las pruebas empezadas como interino para el "próximo entrenador" a tener que él tomar decisiones a partir de sus propias evaluaciones de los jugadores utilizados. Fueron muchos, y el abanico deberá achicarse en la Copa América. En Brasil habrá una nueva oportunidad (otra más) para conformar un equipo que juegue bien, que se arme de atrás para adelante si la Argentina ya no es potencia, un equipo que (desde lo colectivo) sea mejor que todo lo que Messi pueda aportar como individualidad. Porque un jugador solo puede ganar un partido, pero hasta el mejor del mundo necesita de un equipo para ser campeón.
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