Lisandro navega desde los 10, cuando decidió hacerse socio del Yacht Club Argentino (YCA). En cuanto cumplió la mayoría de edad, buscó profesionalizar su pasión y convertirse en capitán de barco a vela. Y entonces viajar, viajar, y viajar. Hasta el momento, a sus 46 años, vivió un tiempo en Nueva Zelanda, Australia, Sudáfrica, Estados Unidos, Europa, Caribe y Brasil.
Florencia también viaja en barco desde los 6 años. Cuenta que cerca del mar se siente en paz, segura, y tal es su amor por las aguas abiertas que su hijo de 16 años (que tuvo con su pareja anterior) se llama Delfín. Autodidacta desde pequeña, ha realizado trabajos de diseño y fotografía de los más variados. Alma inquieta, emprendedora, hasta ha tenido un restaurante a su cargo. Viajar y conocer distintas culturas estuvo siempre entre sus principales intereses, porque cree firmemente que "es la mejor inversión". Pasó tiempo en Madrid, México, Estados Unidos, Brasil y el Caribe a lo largo de sus últimos 20 años de vida.
Los protagonistas de esta historia tienen amigos en común,y cuentan que cada vez que existía la posibilidad de encontrarse en alguna reunión, ellos se buscaban. Al parecer, siempre andaban al tanto del destino de viaje (y de vida) del otro. Podría decirse que era un amor -con cara de amistad- a distancia.
Pero hace un tiempo, la amistad oficialmente quedó chica y Flor marcó un punto de inflexión a través del envío de un mensaje privado a Lisandro a través de Facebook: "¿Cuándo me vas a llevar a dar la vuelta al mundo?"
Poner en práctica su deseo y expresar su necesidad tuvo excelentes resultados. En ese momento, hace unos 5 años, Lisandro estaba trabajando en Saint Tropez (Riviera Francesa), y en cuanto pudo, así lo asegura, regresó a Buenos Aires para responder el feliz pedido de Florencia. Comenzaron a salir y al poco tiempo, a viajar juntos.
Mejor desde el agua
Luego de recorrer el mar Caribe y el Mar Mediterráneo a la perfección, surgió la necesidad mutua de poner nombre a un servicio que Lisandro ya venía ofreciendo con éxito en Europa y el Caribe. Así, en agosto del 2018 nace el emprendimiento Santos Sailing Charters, dedicado a crear experiencias de navegación en Catamares y Veleros con recorridos principalmente por el Caribe, el Mediterráneo y Brasil. También ofrecen asesoramiento para la planificación de viajes en barco, Charter Types y armado de travesías Oceánicas con servicios náuticos.
En la actualidad, manejan un promedio de 125 contrataciones mensuales, y un público amplio que oscila entre los 28 y 75 años, mayormente parejas sin hijos. En un breve período de tiempo (6 meses) han logrado lo que tanto querían: vivir de su emprendimiento. Y suben la apuesta con el intento por instalar en Argentina este nuevo concepto de viaje en barco por las distintas costas del mundo buscando generar alianzas con agencias de turismo y diversos entes dedicados al turismo internacional, porque tienen la certeza -así dicen-, de que hay destinos que se conocen mejor observándolos desde el agua.
"Los clientes más viajados se dan cuenta de que el Caribe o el Mediterráneo son lugares para recorrer lejos de la costa, ya que se logra conocer mucho más que estando en un resort o un hotel", relatan. La gran mayoría suele reservar su lugar en el velero o camarote con por lo menos un mes de anticipación, aunque siempre aparecen aquellos entusiastas que luego de ver alguna foto de las redes sociales de Santos Sailing Charters toma el impulso y deciden contratarlo de inmediato.
Planes para el 2019: Apuntan a pasar un tiempo en Mallorca (España), donde buscan hacer base y desarrollar desde allí su negocio. Dicen que es su "lugar preferido en el mundo", además de ser "la meca" de la náutica del Mar Mediterráneo.
Cuando se les pidió mencionar una experiencia significativa de sus años en altamar, ambos coincidieron en aquél encuentro con delfines ocurrido de manera natural en Bahamas. Si bien es común que se acerquen a jugar en la proa del barco cuando se encuentran navegando en alta mar, es también esperable que se alejen y asusten si algún tripulante intenta acercarse nadando. Bueno, esta vez fue diferente y Lisandro estuvo con ellos nadando durante casi una hora.
Si bien es fácil suponer que este trabajo facilita una rutina mecida en aguas cálidas y transparentes, las turbulencias (como es de esperar), también son parte de sus vidas, con enojos, incertidumbres y tantos otros sentimientos inherentes al ser humano. Idealizar añade trampas. Es cierto que se trata de una rutina poco común a los ojos del trabajador promedio, pero en esencia solo son dos personas comunes transitando un pedazo de vida que, animadas por sus sueños, se atreven a trazar caminos alternativos.