Una Semana Santa sin pescado, y algunas recetas alternativas
En estas épocas empieza el tironeo por el precio del pescado. Hace un par de años atrás, intervino en el tema hasta la propia ex Presidenta de la Nación. Que el tema sea un asunto presidencial ya da un poco de bronca, porque no es una cuestión de gustos sino algo de imaginación.
El tema del ayuno y la abstinencia es un tema presente en las grandes religiones monoteístas. Mientras el judaísmo y el islamismo avanzaron además contra el cerdo, la Iglesia Católica avanzó contra la gula considerándola pecado capital. En el siglo VI, que parece que no había muchas cosas de que ocuparse, el Papa Gregorio I El Grande, logró discernir sobre distintos tipos de gula: nimis que era comer demasiado; ardenter que era comer en forma indecorosa; praepropere parece que era comer a deshora, algo así como el picoteo de heladera.
También estaban los avivados como Giácomo Casanova. El hombre se consiguió una dispensa del Arzobispo de Toledo, que decía que lo habilitaba a comer "todo lo que saliera del agua". Este seductor de vírgenes en desmayo, no tuvo mejor idea que el chancho que se iba a comer lo tiraba al río y ponía testigos de que el animal había salido del agua. Venían los inquietos muchachos de la Inquisición, y había 20 personas que juraban haber visto salir al chancho del agua, luego el pícaro sacaba su papelote dispensatorio, y el banquete seguía su curso.
Exagerados hubo siempre y en todas partes, pero como la Inglaterra del siglo XIII pocos: se practicaba la abstinencia durante 182 días al año. Durante la Cuaresma, los viernes y sábados, muchos miércoles, las vigilias de las festividades de los santos evangelistas y las importantes de la Virgen, y se sumaba a todo esto algunos días de devociones personales. Evidentemente, ser carnicero en esos años no era un buen negocio.
¿Por qué el pescado?
Pero el punto es: ¿de dónde nos viene a los reticentes porteños a sentir que si no hay pescado en la mesa familiar para Semana Santa cualquier otra cosa sería pecado? ¿Sabe qué? Intenté buscar una explicación y no hubo caso, nadie sabe de donde viene este mambo.
Por ejemplo, qué descendiente de genoveses no le rinde tributo a la Tarta Pascualina. ¿Sabe de alguien en su sano juicio que no le guste este plato? Ya sea preparado con acelga, espinacas, corazones de alcaucil. De mil formas. En lo personal lo único que me importa es que esté presente un buen queso parmesano en abundancia y que a cada porción le toque un trozo de huevo duro. Después haga lo que quiera.
¿Qué paso con los queridos Ñoquis de Papa o Ricota? ¿Se los imagina con una rica salsa de queso azul? ¿Y al viejo y querido fileto por qué no tenerlo en cuenta? Yo me los imagino en una fuente al horno, gratinados con salsa blanca, pero ojo que venga bien tostadita por encima, para lo cual el agregado de un buen queso y unas nueces de manteca es algo tan fundamental como un horno bien caliente…
Cuando le hablo de estas pastas, obviamente que su imaginación volará pensando en unos ricos Ravioles de Hongos, o de Brócoli. O todas las variantes de Tallarines que se le ocurra. No se olvide que el pesto de albahaca no lleva carne…
¿Qué paso que nos robaron los Canelones o Panqueques de Espinaca?
¿Quiere más ideas? Le tiro otra: Ñoquis de Sémola bien crocantes por fuera y tiernos por dentro gracias a un correcto gratinado.
¿Y si prueba con una rica Tortilla de Papas? Otro plato tan rico, tradicional y bien lejos de la carne en todas sus formas.
También es hora de acordarse de los hongos, si es que le gustan. Revuelto de Hongos o una Omelet con estos acompañantes deliciosos (solo que en mi caso le ruego que ambas preparaciones vengan bien, pero bien jugosas, o si prefiere la llamamos "babé" como en los buenos bodegones). Como usted sabe, la omelet también es una fuente de inspiración para quienes la prefieren de queso. Tampoco toda esta propuesta puede ser soportada en una nota. ¡Ponga el hombro, caramba!
Ah, ¿sabe de qué me acordé? De los Risottos. En todas las formas que se le ocurra, siempre que lo cueza exactamente 17 minutos luego de que haya vuelto a soltar el hervor, siempre suave, fuego medio a bajo, ojo. Y si hablamos de arroz, le sugiero que haga mucho cuando no es en risotto para poder aprovecharlo para unos Bocadillos. Piense en el tiempo que hace que no se regala unos ricos bocadillos de arroz o de acelga, o de lo que quiera. Nada puede ser más simple.
Una más y me rindo: ¿qué tal una Pizza Margherita o Tartas del gusto que prefiera? Total, es un día y medio.
Conclusión
Si hay bandidos por la vuelta aprovechándose de la gente con sobreprecios con el pescado o los mariscos, no sea parte de este juego. Hay vida gastronómica sin ellos, al igual que hay Semana Santa. Al fin y al cabo, haga lo que aconseja el riquísimo George Soros: "compre cuando todos vendan, y venda cuando todos compren". Elemental Watson.
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