Rapamicina, la droga para personas trasplantadas de riñón que prueban cada vez más quienes buscan evitar envejecer
Los biohackers están fascinados, pero los médicos desconfían
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WASHINGTON.– La lucha contra el envejecimiento y sus adeptos tienen una nueva obsesión: una droga para trasplantados de riñón.
Durante largo tiempo, muchos de los que buscan extender su vida unos años recurrieron a la metformina, un viejo medicamento para la diabetes. Pero ahora están volcando su atención a la rapamicina, una droga inmunodepresora que algunos investigadores del envejecimiento consideran mucho más prometedora.
Originalmente, la rapamicina fue aprobada por la Administración de Alimentos y Medicamentos de Estados Unidos (FDA, por sus siglas en inglés) como un fármaco para prevenir el rechazo de órgano en pacientes con trasplante de riñón. Pero los investigadores también estudiaron su potencial antienvejecimiento y las pruebas en animales arrojaron resultados muy alentadores, aunque hay poca evidencia de sus beneficios para prolongar la vida humana.
Según los investigadores del envejecimiento y los gerontólogos, en los últimos cinco años el potencial antienvejecimiento de la rapamicina sedujo a muchas personas que no la tenían prescripta, especialmente entre los autodenominados “biohackers” –los practicantes de la “biología de garage”– que disfrutan experimentando con datos científicos para optimizar su salud. Sin embargo, los efectos secundarios de la rapamicina pueden ser graves y la mayoría de los médicos desconfían de recetarlo para un propósito diferente del mencionado en el prospecto.
Deepak Chopra, el autor de libros de salud y bienestar alternativos, que tiene 76 años y millones de seguidores en las redes sociales, es uno de los usuarios de alto perfil de la rapamicina. Chopra dice estar tomando 6 mg semanales de la droga desde hace un año y medio, como parte de un régimen de longevidad que incluye suplementos nutricionales más dos horas de yoga al día.
La lucha contra el envejecimiento
Las investigaciones sobre la longevidad son un verdadero desafío, porque es muy difícil demostrar que un fármaco o un comportamiento en particular sea responsable de prolongar la vida, especialmente en los humanos, que viven muchas décadas. Muchos comportamientos y fármacos que inicialmente arrojan resultados prometedores al final no cumplen su promesa.
Entre algunos biohackers e investigadores de la longevidad, los estudios recientes terminaron diluyendo parte del entusiasmo por la metformina, el histórico medicamento contra la diabetes. Pero el runrún sobre la rapamicina concitó la atención de los inversores en biotecnología. El año pasado, la empresa Cambrian Bio anunció un contrato de licencia con la farmacéutica Novartis AG con el propósito de desarrollar un compuesto con beneficios de longevidad similares a los de la rapamicina, pero con menos efectos colaterales graves.
Los estudios sobre la rapamicina sugieren que puede prolongar la vida útil de levaduras, gusanos y moscas. Los estudios en ratones, incluido el realizado en 2009 por el Programa de Pruebas de Intervenciones contra el Envejecimiento de los Institutos Nacionales de Salud de Estados Unidos, también demostraron una prolongación de la vida útil de los roedores.
La rapamicina es parte de un grupo de medicamentos conocidos como inhibidores de la proteína mTOR, que bloquea un mecanismo responsable del crecimiento celular en los mamíferos. Los investigadores del envejecimiento descubrieron que la desaceleración del crecimiento celular puede ayudar a prevenir la inflamación crónica y estimular la autofagia, o sea el proceso de limpieza de las células dañadas.
La autofagia disminuye naturalmente con la edad y se produce una acumulación de “basura” celular, que dificulta que las células se reparen y funcionen de manera eficiente, señala el investigador Matt Kaeberlein, codirector del Proyecto Dog Aging, que incluye un ensayo clínico sobre los efectos de la rapamicina en perros.
Según los investigadores, reducir la inflamación crónica y eliminar las células dañadas puede ayudar a prevenir o retrasar el desarrollo de enfermedades relacionadas con la edad, como el cáncer y otras degenerativas.
Sopesando los riesgos
Pero la mayoría de los médicos siguen desconfiando. La aprobación de la rapamicina emitida por la FDA advierte que los pacientes pueden volverse más susceptibles a la infección y al posible desarrollo de linfoma, y señala que el fármaco solo debe ser recetado por médicos expertos en tratamientos de inmunosupresión.
La investigación sobre pacientes trasplantados, que suelen tomar dosis más altas y frecuentes en comparación con quienes lo toman como suplemento de salud, mostró que algunos de los efectos secundarios más comunes de la rapamicina son la hipertensión y la hipercolesterolemia, úlceras en la boca y deterioro de la función renal.
Pero eso no alcanzó para frenar el entusiasmo de la comunidad de biohackers y de algunos científicos, quienes aseguran que tomar una dosis semanal de la droga –y no diariamente, como hacen la mayoría de los pacientes trasplantados– reduce el riesgo de efectos secundarios negativos y hasta puede mejorar la respuesta inmunológica del cuerpo.
Algunos médicos de las clínicas especializadas en longevidad y de aplicaciones de telesalud admiten que extienden recetas del fármaco por fuera de lo autorizado por la FDA. La rapamicina, también conocida como sirolimus, es comercializada por Pfizer Inc. con el nombre de Rapamune, pero hay muchos laboratorios que fabrican genéricos. Un suministro mensual del medicamento cuesta alrededor de 150 dólares en el caso de los genéricos y alrededor de 1000 dólares para los productos de marca. Algunos norteamericanos compran online en farmacias digitales que están fuera de Estados Unidos, donde el medicamento cuesta mucho menos.
La vocera de Pfizer aclara que la empresa no apoya el uso no autorizado de ninguno de sus medicamentos. Según la FDA, llegado el caso y si tiene sentido, los médicos pueden recetar medicamentos para usos no aprobados específicamente, si bien la agencia no garantiza la seguridad o la eficacia de las drogas utilizadas con fines diferentes de los aprobados.
Interés de los biohackers
El empresario de inteligencia artificial y biotecnología Robin Young empezó a experimentar con la rapamicina hace unos dos años, intentando determinar qué dosis funcionaba mejor. La dosis más alta que probó fue de 20 mg por semana y recuerda haber sufrido varias veces una fuerte sinusitis.
Actualmente, Young toma una dosis baja cada dos semanas y evita hacerlo cuando está de viaje, por el estrés adicional al que está sometido el cuerpo. Le preocupan los posibles efectos secundarios, como el aumento del colesterol, pero no puede evitar pensar en los potenciales beneficios, sobre todo en lo referido a la prevención del cáncer.
“Quiero evitar todo lo posible el desarrollo de enfermedades crónicas”, dice Young, de 42 años, que perdió a su madre por cáncer de ovario cuando era chico.
El doctor Bradley Rosen, que dirige un consultorio especializado en longevidad en la ciudad de Los Ángeles, admite que la rapamicina es el fármaco por el que más preguntan los pacientes. Y el doctor Kaeberlein, el investigador de la tercera edad, revela: “Todas las semanas me contacta algún CEO o algún inversionista importante que está tomando rapamicina”.
El doctor Alan Green, director de un consultorio centrado en la longevidad en el distrito de Queens, Nueva York, reconoce haber recetado rapamicina para usos no aprobados a más de 1200 pacientes. El efecto secundario más común que observó es un mayor riesgo de infecciones bacterianas, por eso les recomienda a sus pacientes que cuando empiecen a tomar el medicamento tengan antibióticos a mano.
La plataforma de telemedicina AgelessRx, que prescribe tratamientos para la longevidad, está realizando un ensayo controlado aleatorizado de 150 participantes para estudiar los efectos de la rapamicina sobre la grasa visceral, o sea los lípidos acumulados en el interior de los órganos, que tiende a aumentar a medida que envejecemos.
Krister Kauppi, desarrollador de sistemas y biohacker de Gotemburgo, Suecia, toma rapamicina para la longevidad desde hace tres meses, por más que tenga dudas sobre su eficacia y seguridad a largo plazo. “Sé que todavía son conjeturas y que no sabemos qué tan bien puede funcionar en humanos – dice.– Pero después de hacer un cálculo de riesgo-beneficio, decidí que los beneficios son mayores que los riesgos”.
Por Alex Janin
(Traducción de Jaime Arrambide)
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