Tour sabroso. Creó un recorrido por las pizzerías más tradicionales para comer a bordo de una combi y descubrir cuál es la mejor de la ciudad
Bue Pizza Tour es casi el sueño de la niñez de Ariel Santillán; con un vehículo de 1983, adaptado para que seis pasajeros vayan sentados ante una mesa, sorprende a locales y extranjeros con una iniciativa especial
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Todo comenzó como una discusión en una mesa de un bar. ¿Cuál es la mejor pizza de Buenos Aires? Ariel Santillán, de 46 años, sostenía que era la de Banchero. En su respuesta se colaba un sabor de su infancia, ese que lo rebobinaba hasta los 9 años, cuando su abuela los llevaba una vez por mes a Once en tren desde Ituzaingó para comprar los insumos para su mercería. Como premio a acompañarla en el periplo le compraba una generosa porción de esa pizza, en frente a la estación. Nada podía ser más rico. Pero en esa charla, Ariel se dio cuenta que había muchas opiniones. A él también le gustaba mucho la de Las Cuartetas, pero las otras que postulaban sus amigos, eran solo nombres de pizzerías famosas que jamás había probado. Entonces se decidió a saldar esa deuda. Armó una lista y salió a recorrer pizzerías. Y ahí se le prendió la lamparita: hay que hacer un tour de pizzerías.
Así nació Bue Pizza Tour, esa idea que desde septiembre pasado lo tiene trabajando sin parar: una combi de 1983 que recorre la ciudad con pasajeros sentados en una mesa, que a bordo van probando porciones de las pizzas más famosas, para sacar sus propias conclusiones sobre cuál es realmente la mejor de la ciudad.
Hay cuatro recorridos principales: el tour 1 va por el centro, con las pizzerías de Corrientes: Güerrín, Las Cuartetas y El Cuartito. El tour 2 es en La Boca, con Banchero, Pirilo y Los Campeones. El tour 3 es entre Palermo y Villa Ortuzar: Angelín, La Mezzeta e Imperio. Y el tour 4 recorre El Fortín, en Monte Castro, Pizzería José, en Devoto y El Cedrón, en Mataderos. La camioneta es una combi de Volkswagen que alguna vez fue ómnibus escolar. Los asientos están enfrentados y tiene capacidad para hasta seis pasajeros, que se sientan a la mesa, con platos de metal imantados, para que la pizza no se escape en el viaje. Cuando empezó, en septiembre, costaba $6000 por persona, pero por acción de la inflación y del aumento de costos hoy ronda los $16.000 (con un mínimo de seis pasajeros, sino el precio puede subir proporcionalmente).
A bordo, se va a probar una porción en cada una de las pizzerías y dos bebidas por persona. Se pueden sumar más porciones y bebidas con un costo adicional. “Lo cierto es que después de la segunda pizza la mayoría ya se siente satisfecha, pero es un tour y la mayoría intenta probar una de cada lugar, porque esa es la idea”, explica Ariel.
Pasaron 15 años desde aquella charla con amigos, hasta que este sueño del emprendimiento propio se hizo realidad. En el medio fueron naciendo cuatro hijos, se mudó de Villa Crespo otra vez a Ituzaingó, dejó su puesto en la empresa Metrovías para empezar a trabajar en la farmacia de su suegra, siempre con ese sueño en la columna de los pendientes.
Durante la pandemia, le contó a su padre su proyecto. Quería hacer algo para ponerlo en marcha. Al padre le pareció una idea fantástica, y empezó a moverse para ayudarlo a conseguir la inversión inicial, pero al poco tiempo, las vueltas de la vida, falleció. La madre de Ariel le ofreció que se quedara con el auto del padre, así vendía el suyo y se podía comprar esa camioneta que desde hacía tanto tiempo venía soñando. Su hermano estuvo de acuerdo, y fue su socio en el comienzo del emprendimiento. Empezaron a buscar camionetas y fue difícil dar con una que estuviera en buen estado como para soportar los dos recorridos diarios. Finalmente dieron con esta, que había sido colectivo escolar y pusieron manos a la obra.
“El problema es que yo no sé nada de mecánica, pero tuve que empezar a aprender. Así, la armamos, la mandamos a equipar y pintar y decidimos arrancar”, cuenta.
Decidió saltar sin red. En septiembre, para el primer recorrido, contactó al influencer Matías Policano, de @SaboreandoBA, que apenas escuchó su idea le pareció que tenía todo para ser un éxito. Y fue así. Hicieron el recorrido, Matías lo fue contando en las redes y a sus seguidores les fascinó. Desde ese día, el Instagram de @buepizzatour no tiene paz. Ya tiene unos 22.000 seguidores. Ariel pasa la mañana respondiendo consultas y pasando presupuestos, además, actualiza las redes con contenido de los últimos viajes. Y a sus seguidores les divierte tanto que no paran de compartirlo. Aquel primer video se hizo viral y, desde entonces, lo invitaron de distintos programas de televisión y sobre todo de otras cuentas de Instagram, que relatan la experiencia y así la genial idea de Ariel se está replicando sin parar.
Por ahora, él hace todo. Desde contestar mensajes, atender clientes, preparar la camioneta, cargar la heladerita con gaseosas y cervezas y salir a buscar a los pasajeros.
Por lo general ponen un punto de encuentro. Por ejemplo, para las de Corrientes, es Corrientes y Callao. Hay dos horarios, a las 20 y a las 22. Los grupos no se mezclan, por ahora, aunque más adelante no descarta armar una suerte de Tinder Pizzero, donde la suerte es loca y el que toca toca. Pero por ahora, los comensales son amigos, familias, o grupos de concidos que deciden salir juntos a pasear por Buenos Aires y debatir cuál es la mejor de las pizzas de la ciudad. También hay extranjeros, que enterados de este particular bus turístico, no se lo quieren perder.
Karaoke en el camino
Hace algunos meses, por idea de su hermano, que finalmente no siguió con el proyecto porque estaba con mucho trabajo, a la combi se le sumaron luces en el techo, y un parlante en el que los pasajeros/comensales pueden pasar su propia música. Además, hay un micrófono y más de uno se anima al karaoke mientras recorren la ciudad. “Siempre es muy divertido, y la gente se baja muy contenta”, cuenta Ariel.
Pasadas las 22, la combi del BUE Pizza Tour se estaciona en una esquina, a pocos metros de la tradicional Güerrin, sobre Corrientes. En el local hay más de una cuadra de fila de personas que esperan para entrar a comer, como ocurre cada noche. Además, otros tantos esperan su pedido para llevar. Esa es la razón por la que muchas personas, sobre todo porteños, aunque lo tienen como una cuenta pendiente, nunca probaron esa pizza que tanto conmueve a los turistas. Ariel se acerca al mostrador y sabe que lo suyo sale en cuestión de minutos. “No son pocos los que dicen que esta es una forma excelente de probar Güerrín sin colas. Es un clásico, asegura”. Las porciones de muzzarella llegan calientes, perfectas para disfrutarlas a bordo, con los cubiertos que ofrece Ariel, o con la mano, como prefieren muchos. Dentro de la camioneta la estética es muy pizzera: hay cartones hexagonales de las cajas de las pizzerías más tradicionales pinchadas en el techo y paredes. Por fuera, la camioneta parece salida de la serie Lost o de la película Cars. Todos se quieren sacar una foto con ella.
La próxima parada será Las Cuartetas. Sin embargo, la persiana está baja y por la tormenta del jueves último, la pizzería permanece cerrada, por no tener luz. Ariel improvisa otro recorrido. Vamos al Palacio de la Pizza, también sobre Corrientes. Aunque no lo esperaban, no tarda más que unos minutos en volver con unas esponjosas porciones. ¿La clave? Pedir al corte y de muzzarella. “Tienen mucha rotación, son las que más rápido se sirven”, cuenta. “Si se piden pizzas especiales, tal vez haya que esperar”, aclara.
Ariel asegura que no es un mito esa leyenda urbana que cuenta que en algunas pizzerías les ponen más de 1,500 kg de queso. “Yo los veo todo el tiempo. En La Mezzeta los ves dar vuelta un bloque enorme de muzzarella. Impresionante”, dice.
La próxima parada es otro clásico: El Cuartito. Ariel elige hacer la vuelta larga, para bajar por Corrientes, meterse por el Bajo, rodear la Casa Rosada, volver hacia el Obelisco, tomar por la 9 de Julio, pasar por el Teatro Colón, tener una vista exclusiva del centro de Buenos Aires de noche, mientras se saborean las mejores pizzas. En El Cuartito pone balizas y baja a buscar las últimas porciones de la noche, que vienen con la yapa de una fainá.
Ariel prefiere no revelar cuál es para él ahora la mejor pizza. Hay varias favoritas, confiesa. Claro que aquella porción de Banchero es un pasaporte sin escalas a su infancia. “Lo que más le agradezco a mi abuela es haberme inculcado de chico el amor a la buena pizza”, asegura. En forma de agradecimiento, hace unos meses cuando la abuela cumplió los 90, Ariel decidió darle una sorpresa. Subió a sus siete primos y la pasaron a buscar en la combi de Bue Pizza Tour. La subieron y antes de llevarla al salón, la volvieron a disfrutar a bordo, como en aquellos viajes de Ituzaingó a Once que los sembraron los mejores recuerdos de la infancia.
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