“Sueño que fui el primero en pisar la Luna”: tiene 7 años, es fanático del espacio y este verano hizo un curso en el Planetario
Joaquín participó junto a otros chicos de edades similares de un curso de cuatro días en el domo; “¿Qué pasa si tiro algo a un agujero negro?”, “¿Qué es la gravedad?”, son algunas de las varias preguntas que responderá una doctora en Ciencias Físicas a estos chicos que sueñan con el universo
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—Hola, soy Franco ¿De qué partículas está hecho el Universo? —dice un chico de aproximadamente siete años que está sentado con los ojos abiertos y se sorprende con cada dato que escucha.
Las luces se encuentran apagadas en el domo del Planetario Planetario Galileo Galilei de la Ciudad de Buenos Aires, ubicado en Avenida Sarmiento, donde chicos de entre seis y once años están sentados en butacas mientras escuchan a Estefanía Coluccio Leskow, doctora en ciencias físicas y Gerente Operativa del Planetario.
—¡Profe, yo quiero saber a dónde te lleva un agujero negro! —preguntó otro niño que estaba muy atento a las explicaciones de Coluccio Leskow.
—El martes que viene hablamos de eso, ¿dale? —contestó la doctora en ciencias.
—Dale, porque yo quiero saber si te llevan a otro mundo o si te llevan al infierno.
Estar en un curso de astronomía implica muchas veces tener miles de dudas, hacer muchas preguntas, que se despierte una curiosidad enorme y un deseo de que no se termine nunca esa hora y media.
Joaquín tiene siete años y va a pasar a segundo grado. Es un chico extrovertido, curioso y con un deseo constante de saber de dónde vienen las cosas. Su padrastro, Juan, le transmitió el interés por las estrellas, el cielo, los planetas, la NASA y todo lo relacionado con la astronomía. Justamente por eso sus padres decidieron anotarlo en el curso.
Dentro del anfiteatro los chicos entran acompañados del adulto responsable que esté a su cargo: de un lado se sientan los niños y del otro los adultos. “La verdad está muy bueno el espacio, me gustó ver las estrellas en el planetario y conocer toda la galaxia. Volvería a hacer el curso un millón de veces”, contó Joaquín en diálogo con LA NACION.
“Es un curso en el que se les habla a los chicos y no se les de todo el tiempo información, sino que van construyéndola a través de lo que ellos creen o lo que ellos piensan que son las cosas de las que fueron hablando”, describe Laura Aspillaga Tejero, la mamá de Joaquín, quien estuvo presente en los cuatro días que duró el curso.
El curso aborda distintos temas como el origen y la composición del universo; la formación del sistema solar, la gravedad, los movimientos de la tierra, día, noche, estaciones, formación de la luna, sus movimientos y sus fases.
“Es súper dinámico porque no es como una clase. Ellos hablan mucho, preguntan, cuentan lo que saben, la idea es que ellos vayan pensando a medida en que les voy haciendo preguntas porque la idea es que ellos encuentren la respuesta”, explicó Coluccio Leskow en diálogo con este medio.
“¿Qué es la gravedad?, ¿Qué pasa si tiro algo?, ¿Qué hay en un agujero negro?”, son algunas de las preguntas que se pueden escuchar durante los encuentros en el Planetario.
A los cursos en general asisten entre 50 y 60 chicos, que según la doctora en ciencias físicas “es un número ideal para poder dialogar con ellos más cuando el grupo oscila entre los siete y once años ya que suelen ser más alborotados e inquietos.
“En el último encuentro hacemos un viaje por el sistema solar, entonces charlamos de cómo es que puede salir una nave, una misión, un cohete de la tierra, qué se necesita para viajar al espacio: desde el traje espacial hasta qué necesita un cohete para poder salir”, contó Coluccio Leskow.
“Me gusto ver las estrellas y ver cómo giraban algunos planetas”, contó Joaquín.
Sobre el curso, Estefanía, quien dicta el curso hace más de cuatro años, describió: “También recorremos algunos planetas y charlamos de ellos en particular y en general. Hablamos de Marte y Júpiter o Marte y Saturno y después volvemos a la Tierra”.
Esta no es la única actividad que ofrece la Ciudad en verano. Todos los días de la semana se dan cuatro funciones para el público general: hay una que es para un público más adulto, otra para un público un poco más preadolescente y otra para chicos más pequeños.
“Las funciones en el domo son shows inmersivos. Tratamos de recrear lo mejor posible la sensación de estar en el medio del espacio. Así que eso es como el corazón del Planetario, es lo que hace cualquier planetario del mundo, tener shows astronómicos y para eso tenemos el domo”, contó.
Y agregó: “Después tenemos visitas guiadas, todos los días hay dos. Son espontáneas, no hay que reservar. Las funciones sí se reservan y cuestan 1.200 pesos para los residentes en Argentina y 3.000 para los extranjeros”.
Además, a las cuatro y a las cinco de la tarde ofrecen talleres para los más chicos, que tienen una duración de 45 minutos y se dictan en la zona del Museo del Planetario.
Los fines de semana también hay funciones, visitas guiadas, talleres y observación por telescopio: “Durante el día, si está despejado, se puede ver el sol y sus manchas y cuando cae la noche salimos con los telescopios a ver la luna, si es que se puede ver en el horario de más o menos entre las ocho, ocho y media y diez de la noche. En este periodo del año también se pueden ver algunos planetas. Todo es gratuito excepto las funciones”, concluyó Coluccio Leskow.
“La verdad es que son actividades muy lindas para los chicos. Me encantaría que Joaco pueda volver a hacer el curso o profundizar en los temas que charlaron porque es una hermosa experiencia”, expresó Laura.
—A veces en mis sueños viajo… Sueño que soy el primero en pisar la luna —confesó Joaquín, quien todas las noches se va a dormir bajo un techo lleno de estrellas fluorescentes que se iluminan cuando se apaga el velador.
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