“Se enfrentó el pueblo contra el pueblo”. Los cortes de ruta espantan al turismo en Jujuy y perjudican la economía local
Las protestas contra la reforma de la Constitución provincial llevan más de 40 días y provocan una pérdida de entre $4500 y $5000 millones; para agosto, las reservas son mínimas por el temor a que el conflicto se prolongue
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PURMAMARCA, Jujuy.- El cielo está despejado y el clima matinal es cálido, pero en el aire sobrevuela una tensión ineludible. Una incomodidad que los mismos vecinos sufren: “Se enfrentó el pueblo contra el mismo pueblo. Se ven por la calle y se gritan”, cuenta Gustavo Aisama (48), encargado de una hostería familiar ubicada a pocos metros de la plaza.
Al igual que gran parte de la provincia, Purmamarca aún sufre las consecuencias de los cortes de ruta iniciados hace más de 40 días en rechazo a la reforma parcial de la constitución provincial, impulsada por el gobernador Gerardo Morales. Cortes que, según la Secretaría de Turismo de Jujuy, provocaron hasta la fecha una pérdida de entre $4500 y $5000 millones, además de una caída de reservas de hasta el 70% en algunas regiones.
Aunque los manifestantes han flexibilizado su medida de fuerza en los últimos días, aún mantienen siete de las barricadas que obstaculizan el tránsito en diferentes puntos clave de la provincia. Quizás la más importante es la ubicada en el acceso a Purmamarca. Allí, la semana pasada se vivió un enfrentamiento inédito entre un grupo de vecinos del pueblo, que viven del turismo, y el grupo que cortaba la ruta, entre quienes también hay empleados de hotelería y restaurantes. “Fue una verdadera riña. Terminaron a las piñas” cuenta un hotelero del lugar.
Tal es la crispación entre quienes apoyan los cortes de ruta y quienes no que cada grupo cuenta una versión distinta de la realidad turística de la Quebrada. Por un lado, están quienes afirman que, en las primeras semanas, cuando los cortes de las rutas se extendían por seis horas, Purmamarca se vació. “Era temporada alta, pero tuvimos el mínimo de comensales que solemos tener en temporada baja: unos 30, en vez de los 200 que esperábamos”, cuenta Camila Quipildor (21), encargada de la hostería y restaurante Intikay. Este local había contratado personal extra para la temporada, esperando el boom turístico que no llegó. “Vinieron las primeras semanas, pero los dejamos de llamar porque no podíamos afrontar pagarles”, suma la encargada.
Pero también hay quienes aseguran que los cortes no afectaron al rubro. “La gente entraba igual al pueblo, caminando. Y tuvimos siempre el comedor lleno, aunque no tanto como el año pasado”, dice Noemi Alancay (59), dueña del restaurante El Algarrobo, quien, al igual que muchos de sus vecinos, apoya con vehemencia los cortes de ruta de los grupos indígenas.
Lo cierto e indiscutible es que Jujuy esperaba un boom turístico y no lo tuvo. Los datos gubernamentales y de las cámaras especializadas apuntan hacia la debacle del sector, especialmente en los pueblos del norte de la provincia, donde los cortes aún abundan. “Varios hoteles estuvieron cerrados temporalmente. Se perdieron de la temporada alta. Algunos cerraron hasta un mes”, afirma Cristian Boglione, presidente de la Cámara de Hoteles, Gastronómicos y Afines de Jujuy. En Jujuy los cortes abarcaron no solo las vacaciones de invierno de todo el país, sino también el fin de semana extra largo de junio, que contaba con la cobertura del programa PreViaje. Y mientras que en Purmamarca y Tilcara hubo un 50% de cancelaciones, en pueblos del norte, como Yavi, ubicado en el límite con Bolivia, llegaron a ser de entre el 70% y el 80%.
“Mala imagen”
Más allá de las pérdidas irrecuperables de esta temporada, Boglione habla de un impacto a largo plazo: “Los pocos que vinieron se llevaron una muy mala imagen de la provincia. Hace años que estamos intentando posicionar a Jujuy dentro de los destinos más buscados. Lograrlo costó. Y bueno, lamentablemente este año retrocedimos bastantes casilleros”, sentencia el hotelero. En las vacaciones de invierno de 2022 la provincia de Jujuy había batido un récord histórico, logrando un 97,8% de ocupación. Cifra que había vuelto a superarse en el fin de semana de Carnaval de este año, llegando al 99%. “Para este julio habíamos calculado un 95%, pero cerramos en 63,8%”, afirma el secretario de Turismo jujeño, Diego Valdecantos.
Sin embargo, la principal preocupación de su equipo actualmente son las pocas reservas que hay para el mes entrante. “Uno va cosechando lo que sembró los meses anteriores. Ahora, en agosto, vamos a empezar a cosechar lo que se sembró por los cortes. En ese mes históricamente teníamos un 70% de ocupación, y hoy estamos con un 15% de reservas. Sí tenemos un 65% de reservas para el fin de semana largo de agosto. Se va a notar una caída fuerte, la que no notamos tanto en julio porque julio ya estaba todo vendido cuando empezaron los cortes”, afirma el ministro de Cultura y Turismo de la provincia, Federico Posadas, a la vez que suma: “Estamos totalmente convencidos que el 14 de agosto se acaban todos los cortes por las PASO”.
Salta, beneficiada
La contracara de este fenómeno se ve del otro lado de la frontera, en Salta. En las últimas semanas, la imposibilidad de ingresar al territorio jujeño o al menos de circular libremente por sus rutas llevó a que familias enteras tuvieran que cambiar sus itinerarios de viaje y terminaran deambulando a altas horas de la madrugada por los pueblos salteños, yendo de un hotel a otro y rogando por una habitación para pasar la noche.
Mientras, en la provincia vecina, la tensión entre los grupos indígenas y el gobierno de Gerardo Morales no parece estar llegando a su fin, sino todo lo contrario: esta semana, el Tercer Malón por la Paz, el nombre que tomó el grupo autoconvocado de pueblos originarios que se oponen a la ya firmada reforma de la Carta Magna, salieron en peregrinación desde la provincia jujeña en dirección a Buenos Aires. Actualmente en Tucumán, han dejado saber que su idea es llegar a la Corte Suprema y exigir la intervención federal de la provincia, entre otros reclamos.
Aparentemente abstraído de las tensiones que se viven en su Purmamarca natal, Hugo Cazón riega el estacionamiento de autos del que es dueño, en el que no hay ni un vehículo parado. “Ahora no están entrando turistas, pero más o menos en una hora, cuando abran el corte, van a llegar”, calcula ilusionado el hombre de 62 años, que hace poco más de un mes abrió este emprendimiento en un terreno que heredó de sus padres. Seguramente el momento no fue el más propicio. “Lo del corte fue traumático. No nos imaginábamos que iba a ser así, tan largo”, dice. Prefiere no tomar posiciones. Entiende los reclamos de los grupos indígenas, pero también a sus vecinos que fueron a enfrentarlos la semana pasada. “Para mí no es gente mala, sino gente que prioriza su negocio. Hay quienes invirtieron en remises y que ahora tienen que pagarlos, es lógico”, dice.
El fenómeno Yavi
Sin dudas el efecto negativo más fuerte en términos turísticos se vive actualmente en Yavi, un pueblo de poco más de 250 habitantes ubicado a pasos de la frontera con Bolivia. Para llegar en auto desde San Salvador de Jujuy, los turistas deben enfrentar seis cortes, cada uno con horarios de apertura y cierres diferentes. Y es por eso que, según Silvia Aluffi, dueña del hotel boutique Posada Tika, la crisis turística que enfrenta el pueblo es total.
“Entre las reservas que no se hicieron, el dinero que tuvimos que devolver y los que reprogramaron sus visitas, se nos complicó mucho. A esto se suma las consultas que ya no hay. Estamos muy enojados. Todos tienen sus razones, pero nadie escucha las nuestras”, dice Aluffi, quien actualmente volvió a su casa, en Salta, para recuperarse del estrés generado por la situación.
El hotel Tika empezó el fin de semana largo de junio, justo antes de que iniciaran los cortes, con plena ocupación. Pero cuando las rutas comenzaron a trabarse, perdieron el 80% de las reservas para las semanas siguientes. “De ese 80, a un 40% le devolvimos la plata. Ni soñándolo en una pesadilla me hubiera imaginado esto. Antes de que se cayeran las reservas, calculé que tenía que cocinar para 60 personas. Compré todo. Y al final con todo eso, no hice más de seis cenas. Fue horroroso. Tuve que regalar comida”, dice. A esto se suma el actual problema de abastecimiento que vive el pueblo: no reciben comida fresca ni pan.
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