Es activista del “body positivity”, el movimiento que desafía los patrones estándar de belleza y empodera a las personas invitándolas a amar su cuerpo, cualquiera sea su tamaño.
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Agus Cabaleiro se define como una militante del amor propio. La influencer argentina de 27 años, licenciada en publicidad, modelo y creadora de contenido, es conocida por sus miles de seguidores como Online Mami.
Cabaleiro es activista del “body positivity”, el movimiento que desafía los patrones estándar de belleza y empodera a las personas invitándolas a amar su cuerpo, cualquiera sea su tamaño. Es un mensaje que ella comparte con miles de seguidores en su cuenta @onlinemami_ en Instagram y otras plataformas, así como en su libro “Te lo digo por tu bien. Sobre ser gordas y ocupar espacios con libertad”.
Agus Cabaleiro habló con BBC Mundo sobre su lucha contra la gordofobia, las limitaciones que aún enfrenta en la sociedad y por qué es tan importante tenernos más respeto y tolerancia.
Quería empezar por el título de tu libro: “Te lo digo por tu bien” ¿Por qué ese título?
Es una frase que creo que escuchamos todas, todes, independientemente del tamaño de nuestro cuerpo. Obviamente se relaciona un montón con vivir y crecer con un cuerpo gordo donde la gente te recomienda cosas o te da consejos o te tira tips “por tu bien” y muchas veces con amor, con buenas intenciones, pero que denotan básicamente gordofobia.
¿Qué tipo de cosas te decían “por tu bien”?
Cuando era más chica mi mamá y mi abuela me decían mucho lo de “comé un poco menos porque vas a engordar, te lo digo por tu bien” y también me pasaba mucho con la ropa. “No te pongas un pantalón blanco, no te pongas algo tan apretado, algo tan cortito, te lo digo por tu bien”.
Mencionaste la gordofobia, ¿cómo la entendés en tu experiencia personal?
La gordofobia es básicamente aversión, miedo a las personas con cuerpos gordos y a ser gordo también. Hay mucho de gordofobia internalizada. Tenemos miedo a engordar o como que se nos paran las antenitas cuando de repente sentimos que nuestro cuerpo está cambiando y que estamos engordando.
En tu libro decís que querés que la gente le pierda el miedo a la palabra “gorda”. ¿Por qué?
Estamos educados para entender que la palabra gordo es un insulto cuando en realidad es un adjetivo como flaco, alto, bajo, etcétera. El problema son todas las nociones que nosotros relacionamos con la palabra gorda y con la palabra flaca.
Cuando pensamos en alguien gordo, o nos enseñan que es así, pensamos en alguien que no tiene salud, que es tonto, torpe, que es feo, que no hace ejercicio, etcétera. Y por contraposición, cuando alguien es flaco pensamos que es saludable, que se ama, que se cuida, que se quiere. Eso es así porque nos enseñan eso desde que nacemos.
Entonces muchas personas dan vueltas alrededor de la palabra gorda y buscan eufemismos como “rellenita” o “grandota” para no decir que alguien es gordo o para no reconocerse gorda.
¿Por qué es tan importante la palabra en sí? Siempre dicen que las palabras tienen mucho poder.
Para mí es superimportante, justamente para sacarle el estigma que tiene. Yo me acuerdo de tener 14 o 15 años, plena adolescencia, y que me daba un retorcijón en la panza cuando escuchaba la palabra gorda y no la podía nombrar, no la podía escribir. O sea, a ese nivel.
Es como algo muy fuerte con la palabra en sí, con el sonido, es muy curioso como fenómeno. Entonces al principio del libro digo eso: uno de los objetivos de este libro es que le pierdas miedo a esta palabra porque ser gorda no es ser nada malo, solamente es un adjetivo. Es una descripción de tu cuerpo.
En tu cuenta de Instagram te describís como militante del amor propio, ¿qué significa ser militante del amor propio? ¿Cuál es el mensaje más importante que querés dar?
El mensaje más importante es que se puede vivir una vida plena con el cuerpo que tengas, cualquiera sea su tamaño. Y que podés realmente tener una relación de amor hacia uno mismo y hacia nuestro cuerpo porque se puede tener tolerancia, se puede tener respeto, se puede tener amor propio en esa forma. Ése es mi mensaje, se puede vivir una vida plena y feliz, no importa el tamaño de tu cuerpo.
Volviendo a tu adolescencia, decías en otras entrevistas que te pasabas el verano muriéndote de calor con jeans. ¿Qué cosas dejabas de hacer?
Dejé de hacer millones, pero millones de cosas por tener un cuerpo gordo, porque me enseñaron que no las podía hacer. Cuando era chica había un montón de ropa que no me podía poner porque no había talla y hoy hay un montón de cosas que tampoco me puedo poner porque todavía no hay talla.
Y hoy en día, como cuando era adolescente, hay lugares físicos a los que no puedo entrar, por ejemplo, hay boliches donde no te dejan entrar.
¿Cómo que no te dejan entrar?
Esto pasó toda la vida, siento que es algo que pasa en toda la Argentina y que pasa a nivel mundial. Hay circuitos de lugares para salir a bailar. Por ejemplo, podés ir a bailar a un lugar donde pasan toda música electrónica y la gente se viste de determinada manera.
Hay como circuitos de boliches y de bares. Y me pasó todas las veces que intenté entrar que claramente no era bienvenida. Hacen pasar a todas tus amigas y a vos te dejan a un costado, y te dicen, bueno esperá y tené el DNI (identificación) en la mano. Llegué a esperar 40 minutos a la noche en la puerta de un lugar para que no me dejen entrar con excusas.
Y hay veces que te dicen literalmente “tus amigas no me avisaron que iba a venir una gorda con ellas”. Eso me pasó cuando tenía 16 años y me pasó hace dos años prepandemia, esas cosas no cambian.
¿Te pasó muchas veces?
Me pasó todas las veces que fui. No me pasó miles de veces porque no fui mil veces a exponer mi salud mental y mi integridad a que me reboten en un boliche. Te hacen entender que ese lugar no es para vos, porque no entrás una, no entrás dos veces, no vas más y así segmentan.
Fuiste tapa de revista, sos modelo, tenes tu línea de ropa y celebrás como decís “no ser una persona gorda sino una mujer gorda”. Sin embargo, dijiste también que “si sos gorda no catalogás como mujer”. ¿A qué te referís?
Como mujeres tenemos que cumplir con cuatro condiciones básicamente, sino como que no estás cumpliendo con tu rol. Esas condiciones son básicamente ser madres, ser esposas, ser exitosas y ser sensuales, pero, como decimos en la Argentina, no trolas; es decir, sensuales pero no fáciles, como algo lindo de ver, un objeto.
Pero las mujeres gordas ni siquiera calificamos para que nos pidan esas cosas, porque ¿una mujer hot? si las gordas “no calientan”. Acá en la Argentina a los varones que están con chicas gordas se les dice “comegordas”, les dicen “te estás comiendo una gorda”, es muy despectivo.
¿Exitosas? Es imposible porque todas las mujeres gordas “son torpes”. De hecho, en la Argentina hay algo que se llama buena presencia, te lo piden para los trabajos, y eso es básicamente ser alta y flaca y blanca.
¿Madre? Tampoco, porque te dicen que “te vas a morir antes de que el pibe llegue al secundario”. Es increíble, hay activistas gordas muy famosas en Estados Unidos que suben una foto con los hijos porque fueron al zoológico y la gente les comenta “qué mal ejemplo que sos porque le estás enseñando que no se tiene que cuidar” o “te vas a morir antes de que tu hijo llegue al secundario”.
Entonces las mujeres gordas estamos como un escalón más abajo. Porque la gente antes de ver a una persona ve a una gorda básicamente, ese es el tema.
Sé que algunas personas te hacen comentarios negativos en tus redes. ¿Qué respondés a las críticas de que promovés que está bien ser gorda y eso no es saludable? Por ejemplo, te recuerdan que la Organización Mundial de la Salud (OMS) dice que un índice de masa corporal (IMC) elevado “es un importante factor de riesgo” para enfermedades como la diabetes o las afecciones cardiovasculares.
Los comentarios negativos que llegan a mis redes en un 80% tienen que ver con la salud. En el otro 20% ya directamente te dicen “gorda fea”, “morite”, ya sin teoría. Hay mucha confusión con el tema de la salud.
Lo primero y principal es que ser gordo no es una enfermedad. La OMS lo define como un factor de riesgo, no es una enfermedad de por sí. Hay una nutricionista que hace nutrición incluyente, que me parece increíble, que es de México y se llama Raquel Lobatón, yo la cito en el libro. Ella dice que tener cierto IMC es un factor de riesgo.
Pero, por ejemplo, la gente blanca tiene más propensión a agarrarse cáncer de piel que la gente negra y no vemos campañas de día mundial contra ser blanco. Porque es un factor de riesgo no le ponemos en el Instagram a alguien que es blanco “estás normalizando ser blanco y está dando un mal mensaje”. ¿Por qué con los cuerpos gordos sí?
También algo que ella explica muy bien es que no hay ninguna enfermedad que tengan todos los cuerpos gordos y no hay ninguna enfermedad que solo sea de los cuerpos gordos. Siempre se nombra a la diabetes y el colesterol alto, pero hay un montón de gente que tiene diabetes y colesterol que no es gorda y no toda la gente gorda tiene diabetes y colesterol.
Entonces está muy bueno analizarlo en esos términos. Por otro lado, más allá del debate de si un cuerpo gordo es saludable o no es saludable, para mí está bueno pensar en esta cuestión de por qué una persona gorda que es feliz se toma como un mal ejemplo, porque a mí me pasa mucho que me comentan “estás dando un mal ejemplo de no cuidarse”.
Cuando la gente ve mi contenido no piensa que va a ir a comer equis cantidad de comida o dejar de ir al gimnasio para ser gordo. Lo que entiende la gente cuando ve mi contenido es que se puede tener una vida plena y una vida feliz con el cuerpo que sea.
También hablaste de malas experiencias cuando vas al médico…
Muchas veces los médicos atribuyen cualquier cosa que te esté pasando a la gordura. Entonces te mandan a tu casa sin hacerte ningún estudio y te mandan a adelgazar, a caminar todos los días y a hacer dieta. Y vos te vas a tu casa pensando que ese es el problema cuando quizá la razón y el disparador de esa dolencia o de lo que te está pasando es otra cosa. Y eso es muy peligroso. Es una locura y sigue pasando muchísimo.
Hablábamos de las reacciones negativas, pero también hay tantas reacciones positivas. ¿A quién le llega tu mensaje?
Por suerte mi mensaje llega a muchas personas de muchos géneros, de muchos tamaños de cuerpo, de muchas edades.
Me escriben chicas que tienen 10 años menos que yo, que son adolescentes, que son mamás y que toman quizás mi contenido como herramientas para criar a sus hijas, o varones o chicas que son superflacas, pero el mensaje igual les interpela, lo cual está buenísimo.
Decías que “nadie se salva” de las críticas, porque pueden estar dirigidas a un varón adolescente porque es gordito o una a chica flaca porque no tiene muchos senos y le dicen que es una “plancha”…
Me parece que está bueno analizarlo en el sentido de que no es todo lo mismo. Una cosa es que te enseñen que no sos atractivo y otra cosa es no poder acceder a la salud, no poder acceder a la ropa, no poder acceder al trabajo, que es lo que pasa en el caso de los cuerpos gordos, independientemente del género.
Pero en realidad el patrón hegemónico nos afecta a todos porque siempre te falta algo o siempre te sobra algún lado, entonces tenés que comprar tal producto o hacer tal dieta y ahí no se salva nadie. Porque el negocio es que no se salve nadie y que todo el mundo tenga que comprar algo o hacer tal cosa y gastar plata en eso, es una industria.
¿Cómo cambiaron las cosas en la Argentina con la ley de tallas?
Antes, cuando yo era adolescente, no existía casi la ropa en tallas grandes, no importaba si tenías 15 o si tenías 50 te ibas a vestir igual, con batones muy grandes, estampados. Yo claramente no me podía poner lo mismo que mis amigas.
Ahora hay muchas tallas. Hay muchos emprendimientos o marcas chiquitas que se están poniendo la lucha al hombro y que están haciendo tablas de tallas superinclusivas. En la Argentina, en 2019 se sancionó la ley de tallas que dictaminó un estudio antropométrico para analizar cómo son los cuerpos de la Argentina.
Ese estudio antropométrico fue por todo el país y se midió el cuerpo de mujeres, hombres, gente de otros géneros, grandes, chicos, abuelos, etcétera. Se hizo para entender cómo son los cuerpos en el país, porque tenemos una M en un lugar que no tiene nada que ver con la M de otro lugar.
La ley de tallas lo que viene a cambiar es eso, que la S, la M y la L sea en todos lados la misma. El siguiente paso cuando se termine el estudio antropométrico es crear la tabla de tallas para que todas las marcas tengan que respetarla. Así que estamos en eso.
¿La ley de tallas no obliga entonces a que haya tallas más grandes, sino que establece solo que haya tallas estandarizadas?
Sí, estandarizados. La ley no obliga a las marcas a tener más tallas de las que ya tienen o tallas grandes.
¿Hay días difíciles en que todavía te cuesta verte de esa forma positiva que transmites?
Obvio, ser activista no te salva de la vida. A mí a veces me llegan mensajes tipo, ¿te pasa alguna vez que te sentís mal? No me pasa una vez, me pasa mil veces, porque el mensaje lo tenemos tan metido adentro que es muy complejo de desarmar.
Entonces, obviamente que hay momentos donde lo que no te molestaba de tu cuerpo te va a molestar o un comentario te va a pegar peor que otro. Para mí no es ser mala activista que te moleste algo de tu cuerpo, que no te guste, sino que estaría bueno empezar a tenernos más tolerancia y más respeto a nosotros mismos.
Precisamente, quería preguntarte cómo haces con el diálogo interno, cuando se disparan los mensajes negativos tan aprendidos…
Creo que un paso muy importante para mí y que ayuda mucho al diálogo interno es buscar representación, buscar gente que sea parecida a mí. Nosotros pensamos que nuestro cuerpo está mal porque vemos todos cuerpos iguales y el nuestro es el distinto, cuando en realidad, dentro de la diversidad corporal hay millones de personas, millones de cuerpos, colores, alturas, pesos, etcétera.
Y ¿aparte de buscar representación?
Creo que un poco cuando te sentís mal y es una cosa de un día, una cosa del momento está bueno dejarlo ser. Si estás triste o algo te afecta no está mal, es una emoción normal de la vida y es muy difícil realmente desarticular todo lo que nos enseñaron.
Para mí está bueno empezar a hacer como cositas chiquitas para desarrollar nuestro amor propio y desarrollar el respeto y la tolerancia a nosotros mismos. Es empezar a animarte a usar quizá una prenda que no te animabas porque, no sé, te enseñaron que te queda mal, que no te favorece, que te marca algo que no te gusta, mirarse en el espejo.
Hay mucha gente a la que le da hasta como cosita pasar enfrente de espejos. Yo hasta los 18 no tuve espejos en mi casa y ahora mi casa está llena de espejos. Porque no me quería ver y ahora sí me quiero ver.
O hay días donde me quiero ver un montón porque me encanta y hay días donde no me quiero ver y está bueno entender que eso es normal y que es parte del proceso, y que toda nuestra vida va a ser así.
¿Un pensamiento final?
El primer paso, como te decía, es buscar gente que tenga cuerpos parecidos a nosotres y que esté viviendo su vida plena y feliz, porque eso hace que entendamos que también podemos vivir una vida plena y feliz.
Y el otro consejo importante es tenernos paciencia, en lo que sea que estemos atravesando. Cuando nos gusta lo que vemos, cuando no nos gusta, cuando nos da lo mismo. Tenernos paciencia es la clave realmente.
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