"Mi vieja no vendía bebés, los regalaba", dice Ricardo Verry, el hijo de Francisca Ofelia Pintos Lemos, la partera acusada de haber integrado una red que traficaba recién nacidos entre 1956 y 1980. Desde su puesto como vigilador privado en un predio de Villa Soldati, Verry asegura que las que sí vendían los niños eran "las amigas parteras de su madre". Incluso recuerda los precios: "Cobraban 5000 dólares por criatura, 10.000 dólares si era blanquito y de ojos azules".
Verry decidió hablar luego del relato publicado hace dos semanas por LA NACION sobre un grupo de personas apropiadas al nacer y unidas por tener a Pintos Lemos y a otra mujer, Gregoria Agra de Pasini, ambas fallecidas, en sus partidas de nacimiento falsas. El trabajo de Mónica Sznaidman y otros 45 integrantes de la asociación logró desenterrar muchos detalles del tráfico de niños al que ellos fueron sometidos.
Desde hace un par de días, la organización de Mónica tiene cuatro nuevos integrantes. Son personas que se pusieron en contacto al ver la noticia y constatar que en sus partidas de nacimiento figura una de las dos parteras sospechadas. También apareció lo que vienen buscando desde hace años y aún no habían encontrado: una madre que asegura que Pintos Lemos le robó su hija recién nacida.
Las partidas de todos los integrantes de la red incluyen a sus padres apropiadores como si fuesen biológicos. También comparten un puñado de direcciones como lugar de nacimiento. Una de ellas es Jufré 140, piso 2, departamento 9, en el barrio porteño de Villa Crespo. Esa, confirma Verry, era su casa familiar. Los padres de varios les admitieron haber pagado por ellos.
Verry dice que su propia condición económica -tiene 61 años y vive en una casa humilde en Villa Insuperable, un barrio de La Matanza- es prueba suficiente de que su madre no lucraba con el tráfico de niños. "Yo estaría podrido en guita y no tengo dónde caerme muerto", señala.
Su madre murió en 1991 y él la admira. Dice que tenía 16 títulos profesionales y que había conocido a Eva Perón. También admite que tenía mal carácter.
"No podés seguir escupiendo hijos", le reprochó a una mujer que la fue a ver porque estaba esperando su hijo número 14. Según el relato de Verry, su madre le dio ese niño a una hermana que no podía quedar embarazada, que lo anotó como propio. "Es mi primo", explica. Él mismo tiene dudas de sus orígenes. Pintos Lemos tenía 50 años en 1959, cuando nació Verry. "Siempre sospeché que no era mi verdadera madre", admite.
Reacciones
Junto con los recuerdos de Verry, la nota publicada por LA NACION generó mucho movimiento en las redes de personas apropiadas al nacer. La naturaleza del delito impide conocer las cifras verdaderas, pero las organizaciones calculan que en la Argentina hay tres millones de personas que no conocen su verdadera identidad.
En muchos de los casos, para no tener que someterse al largo proceso de la adopción legal, sus padres de crianza los compraron a intermediarios que fraguaron documentos para que figuraran ellos como padres biológicos. Además de ser un delito, la maniobra fomenta redes de trata y angustia en las víctimas, los niños apropiados.
Stella Maris López tiene 64 años y trabaja como empleada doméstica en Santos Lugares. Hace dos semanas estaba mirando una entrevista a Mónica Sznaidman en el canal LN+ y cuando escuchó el nombre de Pintos Lemos quedó paralizada. "Fue la partera de mi primera hija, la que me robaron", dice.
Temor
Stella asegura que tenía 14 años cuando quedó embarazada y se fue con el que aún es su marido a vivir a Rafael Castillo. Carentes de apoyo familiar y temerosos de que les saquen el bebé si iban a un hospital, tocaron el timbre de una clínica privada cercana a su casa. Allí estaba Pintos Lemos, que la atendió durante el embarazo.
El 10 de junio de 1970 Stella comenzó a sentir dolores, caminó hasta la clínica y a las 7.15 dio a luz. Era una niña sietemesina a la que llamó Alejandra Luján. Se la pusieron en el pecho un rato, le dijeron que todo estaría bien y luego se la llevaron. Pintos Lemos le pidió dinero para comprarle ropa de bebé en el centro de Morón. Por la tarde llegó el padre de la niña y le dijeron que había muerto. De lejos, vio el cuerpo de un bebé que parecía sin vida. Pintos Lemos le anunció que ella se haría cargo del entierro. Nunca les entregaron el cuerpo, ni ningún certificado.
En su convalecencia posterior al parto, Stella conversó con una chica de Mendoza que estaba embarazada. Su plan, le explicó, era parir, dejarle el niño a Pintos Lemos, y volverse a su ciudad. Sus padres no debían enterarse del embarazo y en la clínica se ocuparían de todo.
En Rafael Castillo se entregaban muchos bebés, pero figuraban [como nacidos] en Jufré 140. Y ahí se arreglaba todo el estofado.
Stella tuvo cinco hijos más, pero siempre estuvo convencida de que le robaron a la primera. La información acerca de la red de trata de bebés que habría integrado Pintos Lemos reforzó sus sospechas. "Yo era una piba inocente de 14 años y, junto con mi hija, me robaron mi inocencia", dice. Nunca hizo la denuncia, pero tiene esperanzas de encontrarla y se hará un ADN.
Luego de ver el nombre de su partera en la televisión, Stella se comunicó con el grupo de hijos apropiados y contó los detalles de su caso. Ella podría ser una de las madres a las que les robaron los bebés que vendía la red de trata. Otras, los habrían entregado.
El dato de la clínica de Rafael Castillo terminó de cerrar el rompecabezas. En marzo de 2019 Mónica se puso en contacto con Verry, que le habló de la clínica de Rafael Castillo. Dijo que estaba a cargo de Mabel Ethel Grosso, una partera amiga de su madre que está denunciada en varios casos de apropiaciones. Pinto Lemos iba seguido allí.
"En Rafael Castillo se entregaban muchos bebés, pero figuraban [como nacidos] en Jufré 140. Y ahí se arreglaba todo el estofado. Después la persona tenía que ir al registro civil de Warnes y asentar [el nacimiento]. Y ya está, fácil", dice Verry en un audio que le mandó a Mónica el año pasado.
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