Paro general | Volver a casa, la otra odisea que deja la medida de la CGT
Quienes lograron llegar a sus puestos de trabajo esta mañana, tuvieron dificultades para regresar a sus hogares; solo algunas de líneas de colectivos funcionan
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Miles de personas quedaron cautivas de la segunda huelga general que la Confederación General del Trabajo (CGT) organizó en protesta a las medidas de la presidencia de Javier Milei y en rechazo de la Ley Bases. Ferroviarios, metrodelegados del subte, peones de taxis, bancarios y los cinco gremios aeronáuticos adhirieron al paro. De las empresas de colectivos del área metropolitana de Buenos Aires (AMBA), el grupo DOTA fue una de las pocas que no interrumpió su actividad. Muchos trabajadores, como pudieron, asistieron a sus lugares de trabajo, a pesar de que sabían que el regreso no sería fácil.
La adhesión de los gremios fue casi total, algo que condiciona el normal funcionamiento de actividades. El Estado, que aporta subsidios para el funcionamiento en el AMBA, desplegó un operativo de inspectores de la Comisión Nacional de Regulación del Transporte para verificar qué empresas están prestando servicios.
Alrededor de las 16.30, no se veían colectivos en la intersección de las avenidas Sarmiento y Del Libertador, en Palermo. Tampoco circulaban en esa zona entre los autos particulares y los taxis.
Aunque más adelante, cerca de avenida Santa Fe, se veía, por momentos, algunas unidades de las líneas 106, 101, 132 y el 168, el caudal era considerablemente bajo. Así y todo, sobre la avenida Pueyrredón, entre Recoleta y Once, los locales comerciales permanecían abiertos. Esta postal contrastaba con la estación Once de la línea Sarmiento, que tenía las persianas bajas.
“No sé qué van a hacer mis compañeros que no tuvieron forma de llegar”, dijo Ana Díaz, empleada de limpieza, mientras esperaba en la Plaza Miserere el colectivo 31 que la acercará a Lanús. Y agregó: “La empresa no dijo nada”. Para Javier Krevzihr, su colega, era claro: “Seguro les van a descontar el día. Nosotros tuvimos suerte que ni este ni el 9 pararon hoy”.
Lidia Carrere es acompañante terapéutica y esperaba el 57 que la llevaría a su casa en General Rodríguez. Se acababa de bajar de un taxi que tomó cerca de su trabajo. “En Palermo hay cero colectivos, tanto para ir como para volver. Hasta acá tuve que pagar $3600. Obvio lo tengo que pagar yo; si no llego no me pagan el día”.
Espera
Una fila de personas, esperaba su lugar en una combi, en la intersección de avenida Rivadavia y Paso. Para Matías, chofer en la empresa Laferbus, hoy fue un día de trabajo “normal”: “No tuvimos más pasajeros. Es como si no hubiese habido paro”.
“El 86 no funciona así que tengo que pagar $1500 por viaje”, dijo Maite Cruz, que trabaja en un mayorista en la zona de Once, mientras esperaba abordar la combi que la llevaría a González Catán. “Es la primera vez que tomo este servicio”, sostuvo.
“Es un gasto innecesario, pero no queda otra”, dijo Florencia Gómez de Monte Grande, compañera de trabajo de Cruz. Y sumó: “De nueve fuimos a trabajar solo dos. Posiblemente les van a descontar el día a los que no llegaron hoy”, indicó.
En tanto, Constitución era un desierto. Las puertas de la terminal de trenes estaban cerradas. Iván Herrera, cocinero en un hotel de Retiro que vive en Ezeiza, esperaba el 98 en la parada del metrobus. No sabía con certeza si la línea estaba funcionando porque era la primera vez en el día que se tomaba un colectivo. “Anoche dormí en lo de un amigo en la Capital por el paro de hoy, así que no sé qué servicio me puede llevar. Hay que ver si el 129 está operativo; hay que probar suerte”. Para él, las alternativas que impactarían menos en su bolsillo eran esas: “Un Uber me puede salir $44.000. El Didi moto quizás $20.000″.
“Voy a gastar $3000 en un día porque el 51 es expreso y es más caro”, dijo Leila Meza, que es de Parque Patricios y vuelve de su trabajo en el servicio penitenciario de Ezeiza. “Yo siempre me tomo el 59 y luego el tren, pero hoy no anda ninguno de los dos. Qué va a ser, a trabajar tengo que ir si o si”, indicó.
“Me quedé en los de mi hermana. Es la segunda vez que, ante una medida de fuerza, lo hago”, dijo Karina Ondiveros que es de Isidro Casanova y trabaja en una farmacia de Balvanera. Esperaba el 91 que le permitiría dormir hoy en su hogar.
Problemas para llegar
Durante la mañana, la adhesión al paro se vio de manera contundente en Constitución. De hecho, la terminal del ferrocarril Roca permaneció con sus puertas y rejas cerradas, situación que fue aprovechada por decenas de personas en situación de calle de la zona, que eligieron las escalinatas y los pasillos de ingreso del edifico para acomodarse y pasar la noche protegidos del viento.
En plena “hora pico” de la mañana, entre las 7 y 9, en las pasarelas de las líneas de colectivos de esa terminal, las pocas personas que circulaban eran, en su mayoría, camarógrafos de canales de televisión, un puñado de trabajadores que establecieron este lugar como punto de encuentro para que su empleador los pasara a buscar en auto, y personal de las líneas de la empresa DOTA. Sus colectivos llegaban y se marchaban casi vacíos.
Sobre la misma vereda y en las siguientes, combis privadas esperaron a llenarse para partir. Eran vehículos de empresas particulares que suelen acercarse a las zonas de trasbordo los días en que hay paro de transporte para trasladar a usuarios varados. El recorrido de Constitución a Glew, por ejemplo, salía esta mañana $7000, mientras que el de Microcentro a Moreno, $10.000. Pero era tal la magnitud del congelamiento del transporte público que estas combis no lograban llenar sus asientos: eran pocos los pasajeros que lograban llegar a Constitución.
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