Expertos plantean que la Argentina funciona como un caldo de cultivo que favorece la creencia en ganancias ilógicas y advierten que todos somos potencialmente manipulables; cómo operan la cultura del atajo y el pensamiento mágico; el perfil de los engañados es amplio, desde profesionales de buen pasar económico hasta trabajadores a los que les cuesta llegar a fin de mes
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CORDOBA.- La proliferación de denuncias por supuestas estafas piramidales -están judicializados los casos de Generación Zoe, Adhemar, Ganancias Deportivas y la denominada Zoe Blue (organizada por policías en Córdoba)- coincide con el crecimiento de las apuestas online durante la pandemia, estimada en alrededor del 35% por fuentes del sector, y con la toma de préstamos entre particulares o en mesas de dinero no autorizadas. Estas conductas, analizan distintos especialistas, son emergentes de una multiplicidad de factores, entre los que destacan el empobrecimiento de la población, la significativa porción de la economía en negro (ronda el 35%) y la expansión de modelos de éxito inmediato a través de las redes sociales.
La necesidad se mezcla con la tentación de dinero fácil a la que la tecnología le ha dado nuevas alas. Con internet se puede acceder fácilmente a plataformas de todo el mundo en las que pululan ofertas de alta rentabilidad con una inversión inicial baja, que prometen rendir hasta el 25% mensual. En la búsqueda de oportunidades la alarma que advierte “peligro” no salta y, si lo hace, los interesados le bajan el volumen.
No hay un listado exhaustivo de este tipo de empresas porque no están inscriptas como de intermediación financiera, por lo que no entran en la regulación del Banco Central (BCRA). Se mueven con contratos privados. El chequeo de los listados publicados por el BCRA y la Comisión Nacional de Valores es útil para saber si figuran o no antes de entrar en cualquier propuesta tentadora.
Hay varios factores que hacen que las personas confíen, dice Guillermo Oliveto, presidente de la consultora W. “Uno es que, claramente, a la gente no le cierran las cuentas y por eso busca ‘pegar un pleno’. Otro es que es mayor el deseo que las posibilidades en la sociedad contemporánea y eso lleva a buscar atajos. Hay una costumbre a la pegada, a saltear varios casilleros. Hay demasiada incertidumbre, la única seguridad se busca en cierto refugio de dinero y se trata de lograrlo como sea y lo más rápido posible”, describe.
Generación Zoe, Zoe Blue y Adhemar funcionaban con un esquema similar: el ingresante depositaba dinero y lo dejaba inmovilizado por al menos seis meses. Mientras más fondos invertía, mejor tasa recibía y, además, lo incentivaban a sumar a otros ahorristas. Hay testimonios de que en las renovaciones les ofrecían más rentabilidad si la operación era en negro. Con el dinero que ponen unos se paga a otros y así funciona el círculo hasta que, en un punto, se corta.
La inversión en criptomonedas era la propuesta de Adhemar y Zoe a la que se sumó la empresa Vayo Group y otras dos compañías asociadas (Vayo Business y Vayo Coin), que prometían rendimientos mensuales del 10% y eran promocionadas por famosos. En el caso de Ganancias Deportivas, ofrecía inversiones que arrancaban en unos 200 euros y daban un retorno del 20% mensual.
Solitarios conectados
El sociólogo Daniel Feirstein apunta que la crisis “desestructura las identidades” y que en estos tiempos no se observan formas de articulación colectiva para enfrentar los problemas como sí hubo en 2001con los clubes del trueque, por citar un ejemplo. “Se intentan salidas individuales como pueden ser jugar al Loto, al Quini o embarcarse en empresas que prometen grandes ganancias sin tener el mínimo cuidado de dónde se está entrando”, repasa.
En referencia a teorías como las del francés Zygmunt Bauman, autor del concepto “modernidad líquida”, piensa que, más que solidarios, “somos solitarios conectados”. Desde esta perspectiva, aborda la destrucción de lazos de cooperación en la sociedad. “Hay una mirada cínica de la vida que hace eje en que existimos solo por nosotros y ese concepto genera una dificultad ya que las personas se vuelven más dependientes de esas salidas individuales”, acota Feirstein.
Los especialistas consultados por LA NACION admiten que la Argentina representa un “caldo de cultivo” que favorece estos fenómenos más allá de que existan a nivel global. En el país circula una alta proporción de dinero en negro respecto al total de activos y no hay educación financiera desde la escuela.
Los esquemas que atraen por sus ofertas de rentabilidad alta -más allá de si “premian” sumar más gente o no- operan dinero que, en muchos casos, no está declarado. La base es la misma que la de un banco, reciben depósitos y pagan una tasa. El documento de respaldo es el contrato entre privados.
Vulnerables
“Tenemos un sentimiento de tristeza, culpa y vergüenza -dice el mensaje que recibió LA NACION de una persona que puso sus ahorros en Adhemar-. No entiendo cómo caímos tan fácil. Se supone que no le pasa a gente con educación financiera...yo soy contador”.
Este profesional, que prefirió mantener su nombre en reserva, busca respuestas sobre su propio accionar. La situación del país y la falta de esperanza aparecen entre sus principales argumentos.
El psicólogo social Diego Tachela coincide en que en momentos de crisis se arriesga más y advierte que todas las personas son potencialmente vulnerables y manipulables. “Hay mucho contagio social y el pensamiento racional registra trampas, atajos”, añade.
Repasa que, en contra de lo que se puede suponer, diversos estudios demuestran que gran parte de las decisiones económicas que no se piensan, sino que son emocionales. “Dejamos de preguntar cosas que deberíamos cuestionar o chequear. Nos creemos seres racionales pero no siempre lo somos”, indica.
De los testimonios de quienes se definen como víctimas de las supuestas estafas piramidales -no hay, todavía, definición de la Justicia- se desprende que la mayoría ingresó porque conocía a otros a los que les venían pagando y les iba bien. “Creemos en las historias de la gente en la que creemos”, subraya el psicólogo.
Ante el planteo de riesgos, la idea es “a mí no me va a pasar”, apunta Tachela. “Hay algo de pensamiento mágico y hacer cambiar de idea al otro es más difícil de lo que parece”, añade.
El perfil de los “engañados”
El perfil de quienes ingresan a estos sistemas es variado: desde profesionales con un buen pasar económico a trabajadores que necesitan vender una moto o el taxi para poder entrar. En Córdoba, por ejemplo, un inversor en Generación Zoe dice haber puesto US$500.000 “en blanco” y la misma cifra “en negro”. En Catamarca, los medios locales relevaron testimonios de quienes tenían el dinero para comprar una casa y lo terminaron destinando a Adhemar, que le ofrecía “25% mensual”. Hay una “democratización” de los engañados, arriesga el dueño de una Pyme que está reclamando a Generación Zoe.
Tachela insiste en que cuando hay “entusiasmo” se “suspende” el juicio crítico. No se hacen los análisis que se deberían ni las consultas. “Las redes sociales son una cámara de eco que amplificaron y aceleraron lo que ya existía”, resume. Sobre ese punto, Oliveto señala que hay una hipertrofia del deseo. “No se puede desear lo que no se conoce y la revolución digital muestra todo; las redes sociales penetran la vida cotidiana y el deseo se ha expandido muy lejos de las posibilidades originales”, enuncia.
Para Oliveto, a la tecnología se agrega otro factor que tiene peso en el “contagio” del deseo: las celebrities y los influencers. “En la Argentina tenemos todos esos ingredientes, en eso nos parecemos a países desarrollados -añade-. A ese contexto se le suman la necesidad económica y ciertas prácticas integradas de la cultura del atajo”.
Feirstein coincide en que el discurso mediático “con exposición permanente” de las celebridades influye en las aspiraciones de los ciudadanos. Y sostiene que existe una falsa percepción de que “uno puede transformarse en eso, en que podría ser parte de ese pequeño núcleo”.
Los responsables de Generación Zoe y Adhemar, Leonardo Cositorto y Edgar Adhemar Bacchiani respectivamente, están detenidos y su futuro judicial es complicado. Ambos arrestos llevaron algo de calma a los damnificados. De todos modos, el reclamo de ellos será compensado solo el día que puedan recuperar lo que les pertenece. Su dinero.
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