Los restaurantes que apuestan a un nuevo nicho del negocio gastronómico: el private dining
El fenómeno aflora en medio de la reconversión de la economía argentina y la gastronomía va transformándolo en un nicho rentable, con experiencias nuevas para los clientes
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El espacio influye en la predisposición y el humor de las personas para generar una experiencia. Parece algo obvio, pero no lo es tanto. Ese lugar donde coincide un grupo para festejar, trabajar, dialogar, planear y hacer negocios siempre tiene un impacto en el ánimo, la apertura al diálogo y la concentración. No es lo mismo un encuentro en la calle o en una oficina que disponer de una mesa de primer nivel, con privacidad, y sin tener que pensar en la atención durante un almuerzo, una cena o, simplemente, una reunión de negocios. Sobre estos aspectos se ha abundado mucho: la relación interpersonal siempre es más íntima y profunda cuando el ámbito acompaña con su calidez, acogida, relajamiento y sobre todo, servicios.
El fenómeno aflora en medio de la reconversión de la economía argentina y la gastronomía va transformándolo en un nicho rentable, con experiencias nuevas para los clientes. Se trata del private dining, un modelo de servicios y experiencias que algunos pocos restaurantes de Buenos Aires comenzaron a ofrecer, para captar un segmento nuevo del mercado que estaba desatendido.
Los casos de los restaurantes de la denominada “rosca” abundan en la ciudad: desde Selquet a Roldán, pasando por Tabacc o Dandy, suelen ser epicentros de las reuniones de negocios. Pero pocos cuentan con el servicio diferencial de contar con espacios privados, insonorizados y provistos de sistemas de sonido, pantallas para presentaciones, menues preparados y atención diferencial con servicio de mesa exclusivo.
En Belgrano, un grupo de tres emprendedores vieron que existía un nicho y transformaron dos elegantes chateaux frente al tradicional Paseo del Angel en las opciones perfectas del private dining. Se trata de Casa Cuba Restaurante, en Sucre 2168, y Casa Cuba Parrilla, en Cuba 1877, dos restaurantes pensados con todos los detalles para cubrir las expectativas del segmento, con espacios privados además de los salones abiertos. Estos salones exclusivos están diseñados íntegramente para atender reuniones empresariales como de otros grupos de afinidad, ya sean del ámbito cultural, social o familiar.
Casa Cuba Restaurant es un clásico, con mesas elegantes, un servicio impecable y, sobre todo, calidez y buena comida. Dos salones de paredes con boiserie a los que se accede por una imponente escalera de roble le agregan una impronta clásica, pero moderna. En el primero, con capacidad para 25 personas se realizan reuniones empresariales de alto perfil, que requieren de tecnología. Allí instalaron una pantalla para proyectar presentaciones e insonorizaron el salón para garantizar un ambiente sin ruidos. El otro salón, más pequeño y privado, es para unos 12 comensales, con lo cual resulta muy demandado. Además, la casona cuenta con un espacio abierto, estilo patio techado, que puede cerrarse para unas 50 personas, y es ideal para reuniones grandes, cumpleaños u ocasiones especiales. Ese ambiente es un tanto más informal, aunque mantiene el estilo señorial propio del conjunto.
“Son espacios ideales para el encuentro y se adaptan a todas las necesidades. A nosotros nos gusta estimular las experiencias de los grupos, de la índole que sean, y les ofrecemos privacidad y servicios para cultivar vínculos fructíferos. Nuestro trabajo es aportar para que el marco de esas reuniones sea el mejor y con el servicio adecuado al caso”, dice Pedro García, uno de los tres dueños del restaurante.
No se pide algún pago extra para las reuniones. Únicamente se ofrecen los menús especiales que, por ejemplo, incluyen una entrada (no perderse los buñuelos de espinaca), plato principal (el risotto y las pastas, súper recomendables) postre (desde el tradicional flan al crumble de manzana y pera con helado) y bebida (una botella de Malbec o Chardonnay cada dos personas).
En Casa Cuba Parrilla el clima es distinto, aunque parecido. Con un ambiente un poco más distendido y el asado como protagonista estrella, impacta más en los turistas extranjeros. El lugar cuenta con un salón para 35 personas y un patio con la misma capacidad. La entraña y el ojo de bife son las especialidades, y salen constantemente de las brasas.
Sin duda, el ambiente proyecta una impresión que puede tener un impacto duradero en la percepción. La clave del segmento pasa por facilitar un entorno amigable entre buenos platos, servicio y calidad.
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