Los picos de azúcar en sangre alteran el estado de ánimo y esto es lo que le provocan al cerebro
Si bien pueden brindar placer y energía en un inicio, los subidones de glucosa también llevan a fluctuaciones emocionales; cómo evitarlos
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Desde que la bioquímica francesa, Jessie Inchauspé descubrió en 2019 cómo mejorar el estado emocional a partir de controlar la glucemia en personas no diabéticas según cuenta en su libro La revolución de la glucosa. El método se popularizó en todo el mundo.
“La mayoría de la población está atrapada en una montaña rusa de subidas y bajadas”, contó en varias ocasiones Inchauspé. En 2019 encontró respuestas luego de participar en un estudio piloto de sensores de glucosa que registraron el nivel de azúcar en sangre en personas no diabéticas. Así advirtió que, a mayores picos de glucosa, menor bienestar psicológico.
El problema, según observa, está dado por la cantidad de carbohidratos (la principal forma de incorporar glucosa) que son ingeridos de manera abrupta y su consecuente pico de glucosa. “Según un estudio en los Estados Unidos, el 80 por ciento de las personas no diabéticas tienen picos de azúcar en sangre todos los días y sin saberlo”, precisó.
En síntesis, con ciertos cambios en los hábitos de alimentación dice que se pueden evitar los picos de glucosa. Para lograrlo, Inchauspé recomienda tomar un vaso de agua con una cucharada de vinagre y una entrada verde antes de cada comida, 10 a 15 minutos de actividad física liviana después de ingerir alimentos, optar por desayunos salados en vez de dulces y acompañar los hidratos de carbono con verduras o frutos secos que faciliten su digestión.
LA NACION consultó a distintos expertos para conocer cuál es la relación existente entre la ingesta de azúcar y los efectos que provoca tanto en el cerebro como en el estado de ánimo. Todos coinciden en que los picos de azúcar responden a un aumento pronunciado del valor de la glucosa en sangre después de una comida y que existe dos motivos principales: la falta de insulina y la ingesta de alimentos con alto contenido en hidratos de carbono de rápida absorción.
“Las personas tienen una preferencia natural por lo dulce –introduce Liliana Papalia, médica especialista en nutrición y obesidad–. Tiene sentido desde una perspectiva evolutiva, ya que los alimentos dulces están asociados con la supervivencia, como lo es la leche materna. Además, el azúcar activa el sistema de recompensa cerebral, libera dopamina, neurotransmisor asociado con el placer”.
Asimismo, la especialista considera que estos picos de azúcar pueden brindar placer y energía en un inicio, pero también llevan a fluctuaciones emocionales y a una búsqueda constante de ese estímulo de azúcar para sentirse bien de manera constante. “Es lo que llamaríamos compulsión por lo dulce, que está estrechamente relacionado con los altos índices glucémicos y con la activación del sistema de recompensa del cerebro”, precisa.
Según un informe de la Organización Mundial de la Salud (OMS), el consumo de este tipo de azúcar no debe pasar del 10 por ciento de la ingesta calórica diaria total, tanto en adultos como en niños. Además, indicó que una reducción por debajo del 5 por ciento de la ingesta calórica diaria produciría beneficios para la salud.
“Lamentablemente –dice Papalia, en referencia a las recomendaciones de la OMS–, la avalancha de azúcar en productos procesados hace muy difícil modificar los hábitos alimenticios y, por lo tanto, tiene un impacto directo en la calidad de vida aumentando el riesgo de enfermedades metabólicas”.
Por su parte, la microbióloga Cecilia Belgoff afirma que los picos de glucosa “suceden en todas las personas”. Quienes padecen diabetes tipo 1 no tienen forma de reducir esos picos de forma natural por no generar insulina, a diferencia de quienes no tienen un metabolismo alterado que sí producen insulina para reducir estos picos.
De acuerdo a Belgoff, “el 80 por ciento de las personas experimentan picos de glucosa en su día a día, por ejemplo, al desayunar cereales, y el 82 por ciento de la población tiene alguna alteración metabólica”. Los niveles de tensión y estrés a los que estamos acostumbrados también provocan alteraciones y hace que los niveles de glucosa se disparen.
Y lo especifica así: “Los continuos picos de glucosa que nos genera el estilo de vida actual hacen que podamos perder sensibilidad a la insulina y desarrollemos diabetes tipo 2, entre otras alteraciones metabólicas. Cuando nuestras curvas glucémicas se disparan, nuestras mitocondrias se ahogan en glucosa no necesaria y se segregan radicales libres que hacen que las células dejen de funcionar correctamente. Si esto sucede de forma repetida, se vuelve imposible de controlar, y cuando hay demasiados radicales libres a neutralizar es cuando decimos que nuestro cuerpo está en un estado de estrés oxidativo, y surgen como posibles consecuencias: diabetes tipo 2, envejecimiento, deterioro cognitivo y cardiopatías”.
Diabetes y picos de glucosa
En lo que respecta a los pacientes con distintos tipos de diabetes, Mariano Taverna, médico diabetólogo, endocrinólogo, docente e investigador clínico del Hospital de Clínicas, dice que “los trastornos emocionales empeoran la diabetes y viceversa”.
“Los pacientes que tienen hiperglucemias crónicas tienen una frecuencia aumentada de trastornos del estado de ánimo con cuadros de estrés crónico (que es la madre de la depresión, técnicamente distrés de diabetes) y se ven reflejados en adicciones (por ejemplo, a la comida), bulimia y en menor medida anorexia, síndrome de ansiedad generalizada e insomnio. A su vez, la depresión aumenta el riesgo de diabetes, esencialmente tipo 2 y diabetes gestacional”, detalla.
Los efectos en el ánimo, además de afectar al sistema nervioso central, también aumenta la morbimortalidad cardiovascular ya que “todo lo que afecta a las emociones por la diabetes no solo afecta al cerebro, también afecta al corazón (eje sistema nervioso central-corazón)”.
En relación con las formas más comunes de diabetes, primero se encuentra la conocida como Tipo 2 que representa el 85 por ciento de los casos, seguida por la diabetes tipo 1 que es autoinmune y que representa el 10 por ciento de los casos, y luego la diabetes gestacional (que en la mitad de los casos es reversible) que representa al 7 por ciento de todas las formas de diabetes.
“En la diabetes autoinmune tipo 1 está menos comprobado que los trastornos emocionales sean un factor de riesgo como en el caso de las otras dos, donde no hay duda. De todas formas, se puede observar a pacientes con diabetes tipo 1 exhibir múltiples trastornos emocionales luego del diagnóstico”, resalta.
Los efectos de la glucosa en el cuerpo
“La variabilidad de la glucosa hace que el organismo se altere y esté más alerta de lo habitual generando desequilibrio. Puede incidir negativamente en nuestro sueño, haciendo que descansemos peor e incluso que nos despertemos de noche. También en nuestro carácter, ya que el nivel de glucosa puede afectar a la concentración y energía del día a día”, retoma Belgoff.
Así resume cuáles son los efectos directos de la variación en los niveles de glucosa en el cuerpo:
- Los niveles elevados de glucosa en sangre (los picos) pueden provocar: irritabilidad y mal humor, enojo, depresión, cansancio, falta de entusiasmo para las actividades diarias. Si bien el nivel elevado de azúcar en sangre puede haber aumentado lentamente, los síntomas de frustración o enojo aún pueden sentirse muy repentinos, lo que también lleva a tener un cambio repentino de humor.
- Los niveles bajos de glucosa en sangre pueden generar: miedo, enojo, frustración, irritabilidad, tristeza, depresión, depresión, pánico, ansiedad abrumadora, sentirse confundido. Si la dosis de insulina que cada persona necesita no se ajustan bien a las necesidades de cada cuerpo, los niveles bajos frecuentes e impredecibles pueden causar cambios repentinos en el estado de ánimo.
Relación entre el azúcar y el cerebro
“El cerebro, que pesa tan solo 1,400 gramos, a medida que envejece se va achicando y, como un músculo, si no se usa, se atrofia. Su ‘combustible’ es la glucosa, utilizando el 25 por ciento de toda la energía que ingerimos”, indica Taverna.
Y enseguida detalla los dos tipos de alteraciones en la glucemia:
- La hiperglucemia crónica (exceso de glucemia) daña el cerebro porque está acompañada de otros factores, de riesgo cardiovascular (hipertensión, hipercolesterolemia, estrés oxidativo, disfunción endotelial, entre otros). Conlleva a una neuroinflamación y a una insulinorresistencia en el cerebro, que hace que la insulina actúe menos en el centro de la saciedad a hiperfagia y a un aumento del riesgo de deterioro cognitivo leve a severo (demencia).
- La hipoglucemia (déficit de glucosa) produce tantos efectos agudos como crónicos. En cambio, la hiperglucemia (exceso de glucosa), si bien produce efectos agudos, son menos pronunciados.
A su vez, el especialista especializado en diabetes aclara que a los efectos agudos en el sistema nervioso central se agregan los efectos agudos a nivel cardiovascular. “Todos estos daños, sobre todo cuando hay hiperglucemia, son daños crónicos a lo largo de décadas”, apunta.
“Los médicos diabetólogos, en general, nos dedicamos a lo urgente, que es la diabetes, cuando lo importante es la prediabetes: Por cada diabético, hay tres prediabéticos, es decir, aquellos cuyos niveles de azúcar en la sangre son más altos que lo normal pero no tanto como para ser diagnosticados con diabetes tipo 2″, reflexiona.
¿Cómo podemos evitar los picos glucemia y qué hábitos deberíamos incorporar?
Según cuenta Papalia, las personas aumentan el consumo de azúcar mayormente en momentos de estrés, ansiedad o tristeza, creando en el cerebro (sin querer) una asociación directa entre las emociones y la necesidad de ingerir alimentos azucarados para obtener bienestar. “Esta asociación retroalimenta la necesidad de buscar ese efecto cada vez más frecuentemente lo cual puede conducir a una especie de adicción”, dice.
Para evitar picos de glucemia es fundamental adoptar una dieta con control del índice glucémico: para la médica experta en nutrición y obesidad es primordial incluir en la dieta alimentos frescos (como frutas y verduras), sustituir carbohidratos refinados por opciones saludables, y añadir proteínas magras y grasas saludables en las comidas son estrategias efectivas. “Estas medidas ayudan a mantener niveles estables de azúcar en sangre, evitan picos glucémicos y contribuyen a un bienestar emocional y físico óptimo que es, por supuesto, mucho más saludable que el obtenido por el pico de azúcar”, puntualiza.
“El control del índice glucémico, el consumo consciente de azúcar y la adopción de una dieta equilibrada son esenciales para mantener un bienestar emocional y físico. Al incorporar alimentos frescos y de mejor calidad a la dieta, no solo se logra estabilidad en los niveles de azúcar en sangre, sino también se fomentan hábitos alimenticios saludables y una mejor calidad de vida a largo plazo”, concluye Papalia.