La importancia de la flexibilidad y algunos consejos para elongar todos los días
Hablamos con dos profesionales que nos cuentan por qué y además, nos dan tips para no tener excusas y lograr un cuerpo flexible sin necesidad de grandes espacios
Leyendas, fábulas y hasta religiones hablan de la importancia de la flexibilidad. Doblarse, pero no romperse parece ser sinónimo de fortaleza en todas las culturas. Y ciertamente lo es. Ahora, si es tan importante, ¿por qué no nos ocupamos de trabajarla? Aquí te damos claves para hacerlo.
Cuando hablamos de flexibilidad, podemos referirnos a todos los aspectos de la vida. Aquí nos vamos a ocupar de la elasticidad física, casi caprichosamente apoyándonos en el “mens sana in corpore sano” que se dice que viene de Grecia, pero en realidad es romano. Y para tener una mente sana en un cuerpo sano, la flexibilidad es esencial.
Hablamos con dos profesionales que nos cuentan por qué y además, nos dan tips para no tener excusas y lograr un cuerpo flexible sin necesidad de grandes espacios.
Pablo Benadiba es un reconocido entrenador personal y director de Espacio Regenerativo. Su trabajo corporativo tiene exactamente que ver con esto: proponer las mejores opciones para mantenerse flexibles. “Estirar nuestro cuerpo, nos provee de muchos beneficios, como fortalecer nuestros músculos, evitar lesiones, mejorar la coordinación en los movimientos y aumentar la oxigenación en los músculos, entre otras. Por eso trabajo para enseñarle a la gente a sentirse mejor, a elongar, a estirar el cuerpo porque de esa manera sueltan las tensiones del día y pueden seguir con energía renovada.”
Ejercicios para hacer en tu casa o en la oficina:
Para esta actividad vas a usar una silla. Trabajá dentro de un espacio de movimiento confortable, sin forzar las articulaciones y a un ritmo moderado. Repetí cada movimiento entre 5 y 10 veces.
- Cuello. Sentados con la espalda recta, incliná la cabeza lateralmente manteniendo los hombros lejos de las orejas. Apoyá una mano en la sien opuesta y presioná con cuidado. De esta forma se estira el músculo sin riesgos.
- Gemelos: parate detrás del respaldo de la silla con las manos apoyadas en él. Da un paso largo hacia atrás, manteniendo la pierna de adelante flexionada y la de atrás completamente estirada. Fijate de mantener los pies paralelos.
- Cuadriceps: levantá la rodilla flexionada hasta tomarte del pie y luego, bajando la rodilla, llevá el talón a la cola apoyándote en el respaldo de la silla. Contraé el glúteo y el mantené el abdomen firme para cuidar la zona lumbar.
- Glúteos: parate detrás del respaldo de la silla, con las manos apoyadas en él, dá un paso hacia atrás. Cruzá una pierna por encima de la otra, procurando que la rodilla mire siempre hacia afuera. Inclinate hacia adelante buscando acercarte a las piernas. La pierna de apoyo permanece semiflexionada y el peso del cuerpo descansa en los brazos.
El aporte yogi
Por su parte, Mariano Cándido, profesor de Yoga Vinyasa , sostiene que ser flexible sirve para adaptarse y a estar abierto. Para él y tomando la palabra en un sentido más abarcativo, habla de un camino evolutivo en el que se elige crecer cada día.
“El Yoga ayuda a la flexibilidad porque sus asanas (posturas) y sus pranayamas (respiraciones) están dedidadas a tonificar diferentes grupos musculares al mismo tiempo que se gana elasticidad. La flexibilidad del cuerpo, repercute en la mente y de esta manera se va moldeando una nueva forma de ver y hacer las cosas.”
Cuatro posturas fáciles para hacer en tu casa:
- Pachimotanasana (pinza sentado): Elonga espalda, piernas y glúteos. La idea es que los muslos toquen siempre el abdomen, entonces flexioná las rodillas para no exigir la postura. Con la fuerza que el propio peso genera y con perseverancia la pinza se logra sin flexión de rodillas. En este punto, Mariano aclara que “es importante no forzar de más. Competir con uno mismo no es el objetivo, sino lograr flexibilidad adaptable a otros ámbitos de la vida.”
- Uthanasana (pinza parado): esta postura se asimila a la anterior y tiene una variante interesante para estirar la parte baja de la espalda. Parados con los pies abiertos a la altura de la cadera, lentamente dejá caer la espalda curvada. Tomá tus brazo desde los codos y respirá en la postura varias veces. Vas a sentir de inmediato como la zona lumbar se siente relajada.
- Marjayasana (gato contento – gato enojado): Apoyado en las manos y las rodillas sobre el suelo, al inhalar sacá la la cola y levantá la cabeza con la mirada hacia el cielo. Al exhalar bajá la cabeza, meté la cola y curvá la columna. Esta postura fortalece toda la zona del torso y órganos internos. También, pero en menor medida, los brazos y piernas.
- Prasarita: de pie con los pies separados al doble del ancho de cadera, bajá el torso recto hacia el piso y empujá con las manos como si quisieras meterte dentro de las piernas. Parece difícil, pero no lo es y resulta muy estimulante para órganos, espalda y apertura de cadera.
- Adho Muka: Con los pies y las manos en el piso, la cola busca el cielo formando un triángulo con el suelo. Es fundamental que los brazos estén estirados y la espalda recta. Si no te da para apoyar los pies completos en el piso, flexioná las rodillas. Con el tiempo vas a llegar. Respirá varias veces en esta postura y vas a sentir como tus músculos se estiran solos. En sus propias palabras: “práctica y todo llegará”.
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