Máxima Zorreguieta: historias de una mujer moderna
El diseñador traza un retrato íntimo de la flamante reina de Holanda, que incluye su papel de madre y varios ejemplos de su espontaneidad
Una tarde de 2002, casi como cualquier otra tarde, yo estaba en mi boutique y me sonó el celular. Era un número desconocido, atendí y escuché: "¡Hola Benito, soy Máxima Zorreguieta!". Hacía unos meses que Máxima se había casado con William Alexander, por entonces Príncipe de Orange. Estaba llamándome desde muy cerca de ahí, así es que le pasé la dirección exacta y a los pocos segundos estaba con ella al teléfono y también atendiéndola por el portero. Me quedé mudo. Prácticamente no nos conocíamos, sólo nos habían presentado en un casamiento años atrás. Cuando llegó, tuvo que esperar a que terminara de atender a otra clienta.
Por supuesto que estaba con gente de seguridad, pero yo hubiera esperado que, mucho antes de que decidiera venir, llamara un asistente hablando en inglés, que primero viniera alguien de su parte a examinar el lugar… Pero no, Máxima no es así. Y eso es lo que atrapa de ella.
Cuando uno conoce a Máxima puede entender un poco más por qué la quieren tanto su suegra, la reina Beatriz; el pueblo holandés, que no es un pueblo demasiado dado; la Argentina; y por qué los medios de todo el mundo la respetan tanto. Princesas lindas y jóvenes hubo siempre, y con más estirpe que ella también, pero hay algo en Máxima que sólo se encuentra en ella.
Creo que lo más fuerte de Máxima es su modernidad, esa forma tan actual de pensar, de manifestarse, de mostrarse. Es la mujer que queremos ver hoy. Al principio, cuando arrancó su noviazgo con William Alexander, todos pensaban que ella iba a ir a Holanda a tomar el té, a vivir un cuento de hadas, y no mucho más. Pero no. Fue a trabajar y a formar una familia. Máxima es una mujer real en más de un sentido: además de haberse convertido en la reina de Holanda, también trabaja, atiende a su familia y hace sus cosas.
Economista de carrera como es, brinda su conocimiento y experiencia a favor de la inclusión financiera para minimizar la pobreza: es miembro del Consejo de Estado, importante organismo de asesoramiento del gobierno; patrona del Fondo de Orange, que busca el bienestar social de los holandeses; abogada especial del secretario general de la ONU para el desarrollo inclusivo; presidenta honoraria del G-20 para las finanzas inclusivas. Y fue parte de la Comisión para la Participación de las Minorías Étnicas de la Mujer, que promovía la participación social de mujeres de grupos étnicos minoritarios, entre tantas otras cosas.
Y a la vez es una madre muy presente. He visto cómo se maneja con sus hijas, cómo las cuida, la relación que tienen. Uno va a la casa y es una casa normal, donde ella y su marido están pendientes de las chicas. De no haber sido testigo de eso, yo pensaría que en el medio de los padres y las chicas hay 14 institutrices, cinco maestras de idioma y dos asistentes. Porque uno sabe que esas cosas existen, he llegado a alguna casa y a los chicos de la familia les está hablando en inglés una institutriz. Sin embargo, independientemente de que las princesas Catharina-Amalia (la futura reina); Alexia y Ariane puedan acceder a una gran educación, Máxima les ofrece algo moderno, no las pone en ninguna burbuja.
En cuanto a mí, como diseñador, es la mujer que me gusta vestir. Tengo una idea de la moda muy abierta, sin prejuicios, y también en este sentido ella tiene lecturas inesperadas, se corre del protocolo y cuenta historias de una mujer moderna, hasta repitiendo vestidos, como la mayoría de las mujeres: el año pasado estrenó uno estampado, cortado a tijera, para el casamiento del Príncipe de Grecia, y lo volvió a usar hace unos días en su visita oficial a las Antillas holandesas. Máxima no es la típica reina. No nació noble, pero hoy es la noble que más genera tendencia en cuanto a moda, por ejemplo, así como en su momento lo fue Lady Di.
Mi historia con Máxima empezó cuando vestí para su casamiento a cinco de sus seis mejores amigas (a la sexta no porque estaba en Londres): Florencia Vrljicak, Florencia Di Cocco, Rosario Yuste, Marcela Gol Parés y Joanne Cattarossi. Y también a su cuñada, Mariana Andrés, que junto con su marido, Martín Zorreguieta, oficiaron de padrinos de Máxima, ya que el padre, Jorge, no fue invitado debido a su pasado como secretario de Agricultura durante la última dictadura militar. Así, durante los festejos, toda Europa estaba mirando a Mariana y Martín, porque, con todo el dolor de esa ausencia, y también de su madre, que se quedó en Buenos Aires con él, ellos dos eran toda la familia de Máxima. Y nadie de los nobles europeos, que ya se conocen de memoria unos a otros, había visto antes a alguien de la familia Zorreguieta. Mariana terminó apareciendo en la revista Hola! española como la cuarta mejor vestida del casamiento, después de Carolina de Mónaco.
También vestí a la madre, María del Carmen Cerruti, en su primera visita oficial a Holanda, para el bautismo de Catharina-Amalia, la primera hija de Máxima y Guillermo, con un tapado color crudo estilo Chanel. Con María hemos salido a tomar algún café, hay un vínculo. También vestí a la hermana, Inés Zorreguieta, cuando fue madrina de bautismo de Ariane, la menor de las princesas. Estuve muy cerca en situaciones familiares importantes, me hice amigo de sus amigas. Mas allá de la ropa, se trata de momentos muy fuertes.
Y, aunque no es tan fácil, teniendo tanto protocolo y cosa de por medio, con Máxima conectamos mucho desde el primer día, desde un lugar distinto al de una clienta, y ella fue muy agradable cada vez que nos encontramos, en mi boutique, en su hotel, en su casa de Pingüinos. De hecho, me sorprendió lo directa que era, la forma de dirigirse.
Máxima revolucionó lo que solía ser el concepto de princesa, de reina. Y muchos otros argentinos (ni hablar del papa, incluso de Messi) están dejando una huella importante en el exterior. No es casual. Para mí, hoy la modernidad está en nuestra América latina. Acá está la sangre joven, lo nuevo, lo que tiene color y vida. Nos están mirando más, estamos de moda.
Mirá los retratos de las 50 personas que nos inspiraron en 2013
Benito Fernández
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