Estuvo a punto de cerrar y ahora El Palacio de la Papa Frita aumentó sus ventas un 100%
El tradicional restaurante porteño casi fue clausurado y hoy vive un presente muy exitoso; el dueño busca extenderse por la Argentina y sueña con llegar a Dubai
Luego de estar al borde del cierre, el Palacio de la Papa Frita está más vivo que nunca. Dos meses después de que uno de los socios intentara clausurarlo, el reconocido restaurante aumentó sus ventas en un 100% y el crecimiento parece no tener techo. Cada vez más artistas lo eligen para ir al terminar sus funciones de la calle Corrientes.
"Antes del intento de cierre venían unos 8000 comensales por mes. Después de conseguir que el Palacio continúe abierto, la cantidad de visitantes aumentó en un 100% y vienen mensualmente entre 16 y 17 mil personas", cuenta con una mezcla de sorpresa y alegría Ricardo Maidana, dueño de la marca, a LA NACION.
El Palacio de la Papa frita, uno de los pocos lugares históricas de la Ciudad de Buenos Aires que continúa abierto, estuvo muy cerca de ser cerrado luego de que Miguel Paz, dueño de la propiedad de Corrientes 1680 y socio en ese entonces de la sociedad que lo administraba, hiciera lo posible para reemplazar el clásico restaurante por una pizzería.
El local gastronómico fue declarado "Bar notable" luego de que Cristian Ritondo, vicepresidente 1° de la Legislatura porteña, impulsara un proyecto que fue aprobado por unanimidad para proteger las fuentes de trabajo y conservar un local histórico que funciona desde la década del 50 en Buenos Aires.
Paz hizo todo lo posible para que el Palacio deje de funcionar en su edificio, pero se encontró con una ciudad que se le puso en contra desde un principio y que, con manifestaciones públicas frente al local, defendió este lugar histórico para los porteños. Luego de esto, el dueño de la propiedad recibió un pago muy importante de dinero y dejó de pertenecer a la sociedad.
Maidana considera que Paz debería haber sido expulsado de la sociedad por atentar contra los intereses, pero decidieron negociar y comprar su parte para evitar más conflictos. "Negociamos en forma desigual, le pagamos una suma elevada que no tiene nada que ver con lo que genera este inmueble comercial", sostiene Maidana a LA NACION. Y agrega: "Nuestra convicción es defender el lugar, la marca y la tradición, y si es económico el tema, tratamos de hacer todo para solucionarlo".
"Lo que importa es que salvamos la marca, las fuentes de trabajo y la historia. El Palacio es y va a ser un orgullo de la gastronomía argentina", dice el dueño, en referencia a la idea de aumentar los locales en el país y en el exterior. En la actualidad, El Palacio tiene otras tres sedes además de la de la calle Corrientes: una en la Costanera, avenida Rafael Obligado 6710; otra en Barrio Norte, Laprida 1339 y una tercera, en el Microcentro, Lavalle 735.
La idea de Maidana en un principio es abrir sucursales en Rosario, Córdoba y Mar del Plata y después extenderse a todas las provincias argentinas y a Uruguay. Y aunque parezca una utopía, el dueño se anima a contar que tuvo contacto con empresarios que quieren llevar el tradicional restaurante a Dubai.
Para Palito Ortega, su segunda casa
"El Palacio es el símbolo de la cultura de la noche de Buenos Aires. Uno sabe que sale del teatro y se viene a comer acá", sostiene Palito Ortega, quien define -en diálogo con LA NACION- al Palacio como su segunda casa. Cuenta que viene a comer desde que se vino a la ciudad desde Tucumán.
El cantante recuerda cómo se vivió el intento de cierre del lugar hace un par de meses. "La gente venía con una actitud de 'De acá no nos sacan' y otros venían para vivirlo como una despedida. Era una tristeza inmensa que cerrara".
Y agrega, sentado en una de sus mesas: "Recién ahora las autoridades están tomando conciencia de que es importante preservar ciertos lugares que son históricos. Quedan pocos sitios gastronómicos que se mantengan con los años: El Palacio, El Molino y no mucho más". Entonces se despide y se dispone a degustar su plato.
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