El sifón Drago y Sodastream, dos formas de tener soda o agua con gas casera
Con el desembarco de SodaStream al país se revive la sana costumbre de generar las bebidas sin salir de casa, ahorrar costos y no contaminar el medio ambiente. Cuáles son las diferencias entre la máquina de soda y el tradicional sifón automático.
Los argentinos bebemos 80 litros por año de soda. Según la consultora Nielsen, el consumo de agua con gas viene creciendo en los últimos años, mezcla rara de crisis económica con el resurgimiento del vermut. No casualmente, en un informe especial, Cinzano asegura que hay una revalorización de oficios que forman parte de la identidad nacional y que aún sobreviven 4000 soderías en el país, aunque ubica al consumo de aguas gasificadas en 40 litros per cápita.
Sodastream
Pero si a esto le sumamos el valor del “hágalo usted mismo” y la apertura de las importaciones, es un buen momento para el desembarco de SodaStream en el país. La empresa, de origen israelí, ya había intentado hacer pie en nuestras tierras sin éxito. Afirma que nuestro país es uno de los mercados de mayor consumo de agua gasificada entre otros cuatro a nivel mundial.
En esta oportunidad lo hizo con una fuerte campaña promoviendo las acciones sustentables y tuvo mejor suerte: ya vende en casas de electrodomésticos y supermercados sus dos modelos de máquinas para hacer agua con gas en casa sin contaminar el medio ambiente. Para esto, los equipos ofrecen la posibilidad de gasificar el agua de red y lograr un precio más que competitivo: 5 pesos el litro (con agua de la canilla).
Ambos modelos funcionan sin enchufar y permiten echar tres “toques de gas” para lograr agua gasificada. Aunque a diferencia del sifón que tiene tope, aquí podemos aumentar la cantidad de gas carbónico si lo deseamos. La máquina más económica es Fizzi, y tiene un precio de 2200 pesos. Viene con un cilindro que permite gasificar 60 litros de agua y una botella de plástico de 840 mililitros (que eventualmente hay que reemplazar). Una vez que se acaba el gas, se puede recargar por 300 pesos en los distribuidores oficiales.
El equipo tope de gama es Crystal, con un look más sofisticado y botella de vidrio sin fecha de vencimiento, a 3999 pesos. En el resto del mundo la marca también comercializa sabores en cápsulas para poder crear gaseosas de autor, aunque por el momento no se venden en el país.
El sifón Drago
Claro que en la Argentina cuando hablamos de soda pensamos en el sifón Drago, fabricado por la empresa homónima nacida en 1965 y creada por don Enrique Alvarez Drago, según cuenta a LA NACION su gerente de ventas, Carlos Expósito, corrigiendo la información de Wikipedia. En ese momento, los primeros sifones tenían algunos inconvenientes y podían ser peligrosos, pues se le podía zafar la cabeza o eran difíciles de reparar. Ya en los 70 comenzaron a ser los sifones automáticos más seguros y reparables.
Hoy gozan de buena salud, son de acero inoxidable, tienen capacidad de 1,6 litros y valen 2750 pesos con un cilindro de 350 cc, lo que equivale a 40 litros de soda. Se recarga en cualquier ferretería o en los puntos de venta de la marca en el país por unos 60 pesos. También tiene un plan canje para quienes tengan un sifón usado, para renovar el viejo por 650 pesos.
Para Drago, ninguna máquina de soda es competencia: “La diferencia es que hacen soda en una botella de plástico y nosotros hacemos soda en el sifón. Agua con gas versus soda: nuestro usuario es muy fiel y el sifón es un producto muy noble. Siempre ante la crisis hay un resurgimiento y es lo que está pasando hoy”, explica Expósito, y afirma que es imposible saber a ciencia cierta la cantidad de soda Drago que se consume en el país por lo histórico y la longevidad del sifón, pero indica que hoy venden 500 sifones nuevos por mes, y se realizan 40.000 cargas mensuales en la ciudad de Buenos Aires y alrededores.
“Cuando se fundó la empresa, inspirada en una soda italiana, se llegaron a vender 8000 sifones por mes. Muchos de ellos, aún funcionan”. Hoy Drago tiene 18 empleados y no pertenece más a la familia histórica, luego de que la empresa quebró en el año 2000. Sin embargo, y esa es otra historia, el sector de sifones fue comprado por sus actuales dueños, que eran empleados de la empresa original.
Los argentinos tenemos un vínculo con la soda que data de 1905, momento en que se fundó la primera fábrica de licores y soda en el país, época de los sifones de vidrios de colores. La historia de las soderías la pueden distrutar en el sitio del Club del Sifón, un sitio lleno de recuerdos y datos, y un museo ubicado en Berisso, indispensable para visitar si andan por allí y conocer un poco más la historia del agua gasificada en todas sus formas en la Argentina.
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