DoHo. El polo gastronómico de Villa Urquiza se renueva a pesar de la pandemia
El corredor Donado Holmberg se reactiva con nuevos locales gastronómicos; la mayoría de los clientes son vecinos de la zona que aprovechan la cercanía de sus hogares para disfrutar del aire libre
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Una melodía de bossa nova sonaba de fondo en la vereda de Donado, entre Echeverría y Sucre, mientras una multitud de familias, grupos de amigos y parejas almorzaba bajo el sol del mediodía. Los músicos callejeros se habían ubicado, estratégicamente, frente al restobar más concurrido de la cuadra, Gallo Negro, que además de contar una ocupación del 100%, como la mayoría de los comercios del polo gastronómico, tenía fila de espera.
El éxito de esta tarde, dicen los clientes y los empleados gastronómicos, puede compararse con el de cualquier sábado del verano 2020, cuando el coronavirus todavía no había llegado al país y el corredor Donado Holmberg, en Villa Urquiza, conocido como DoHo, vivía su apogeo. Después de aquel momento de esplendor, a lo largo del año pasado, varios restaurantes y cafeterías de la zona se fundieron debido al alto costo de permanecer cerrados. Pero hoy, sin embargo, gran parte de estos comercios fueron sustituidos por otros nuevos.
“La cafetería literaria que estaba en esa esquina cerró, pero abrió una nueva heladería. Vemos un recambio, y eso es importante. Este polo gastronómico le hace muy bien al barrio”, comentó Pablo Silva, luego de almorzar junto su esposa, Silvina Spade, en la cafetería Cigaló. Antes de que se desarrollara esta zona culinaria la pareja consideraba que las calles del actual DoHo, eran peligrosas. El último gobierno militar se fue sin poner en marcha el proyecto de la autopista 3, que iba a unir la avenida General Paz con Puente Alsina, por lo que las casas de las parcelas que habían sido expropiadas para tal fin quedaron vacías y muchas fueron ocupadas ilegalmente. La fisionomía del barrio cambió años después, cuando el entonces jefe de Gobierno Mauricio Macri tomó la iniciativa de convertir la zona en un paseo culinario, que, según los vecinos, comenzó a llenarse de locales hace tres años.
Llegar caminando
“El éxito de estas calles tiene un efecto derrame en el resto del barrio. Abrieron nuevos negocios en los alrededores, por ejemplo”, opinó Spade. A la vuelta de la esquina, Agustina, de 38 años, y tres amigas del colegio almorzaban en un bar. “Empezamos a venir hace tres años, cuando se llenó de restaurantes. Nos queda muy cómodo porque podemos llegar caminando. Ese es el beneficio que tiene DoHo en comparación con Palermo Soho, aunque la variedad de comida acá es mucho menor”, comentó. Agustina, que prefirió resguardar su apellido, y sus amigas viven en la zona y suelen venir todos los sábados a tomar algo, pero de noche. Ahora decidieron modificar el horario de su salida por la actual restricción a la circulación nocturna, que comienza a las 20 y termina a las 6. Al igual que este grupo de amigas, la gran mayoría de las personas que entrevistó LA NACION durante un recorrido por la zona son vecinos.
Pese a que este mediodía Gallo Negro tenía una ocupación total, Facundo Fraile, cajero y bartender de este comercio matizó el éxito actual del local, que es considerado el más concurrido de la zona. Las nuevas restricciones, explicó, afectan gravemente su facturación. “Estamos teniendo más gente de costumbre los sábados al mediodía y a la tarde. Hoy estamos explotados. Pero antes teníamos 7 días de trabajo fuerte y ahora solo tenemos tres: viernes, sábados y domingos”, argumenta. Los clientes que solían juntarse a la noche el bar durante los días de semana ya no están yendo por las restricciones. Pese a ello, Fraile sostiene que la ocupación de los fines de semana es esperanzadora.
DoHo mantiene distintos perfiles de clientes, según la calle. Sobre Donado, se ubican en mayor medida los grupos de amigos de entre 20 y 40 años. Sobre Echeverría, a la altura de la Plaza Zapiola, en cambio, las cafeterías y restaurantes convocan sobre todo a familias y personas mayores. A metros de este espacio verde, Agustina Muñoz, de 35, su hermana y su sobrina almorzaban sobre la vereda del café Chicana. Muñoz vive en Flores, pero se mudará en breve a ese sector. Hoy quiso acercarse a su futuro domicilio para familiarizarse con la zona.
“Había venido un par de veces con amigas. Lo que me gusta es que es un lugar canchero, con buena oferta gastronómica y con movimiento, pero a la vez no deja de ser tranquilo”, opinó.
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