Del Plata a la eternidad: el trágico vuelo del globo de Anchorena en 1908
Entre vítores y aplausos, la barquilla se bambolea en el aire fresco. Las estrellas que despuntan en la tarde de octubre invitan a la aventura, y los dos audaces que están a bordo aceptan el convite. El Pampero, famoso ya por su vuelo inaugural sobre el Río de la Plata, quiere repetir la hazaña abriendo surcos en la noche. Una pequeña multitud observa que el globo amarillo se eleva y se aleja, más rápido de lo previsible. Alguien grita, quizá para convencer a los tripulantes de echar un ancla antes de que sea demasiado tarde.
Luego, el silencio ante lo inevitable.
-¿Quiénes van? –pregunta un recién llegado a la Sociedad Sportiva Argentina.
-Eduardo, el hermano de Newbery, y un sargento, un tal Moreno, creo. Es el que traía las palomas mensajeras, pero subió de improviso, parece que faltó el copiloto.
-Quién sabe, habrá arrugado a tiempo. Son unos locos –comentó otro.
-Si los vientos ayudan llegarán a la otra orilla, como cuando salieron Anchorena y Jorge Newbery, el año pasado.
Palabras que procuran consuelo ante un anochecer que tiene visos de tragedia. El grupo reunido en el campo de Palermo se disuelve y queda el silencio testigo de la aventura.
Todo marchaba de perillas, habían cargado el gas de alumbrado en el gasómetro cercano a la quinta de Los Ombúes, como siempre, revisado el lastre que soltarían cuando la travesía lo requiriese, tenían suficientes provisiones, las palomas iban en su canasto…
¿Qué podía fallar?
Eduardo Newbery se lo pregunta mientras tirita de frío. Abajo el clima es más dulce, y esos vientos cruzados que sacuden la barquilla no parecen compadecerse de ellos como hicieron con su hermano y Aarón de Anchorena en aquel memorable vuelo que él se empecina en superar. Su acompañante mira con insistencia sobre la borda para descubrir si llevan la dirección propicia. Eduardo sospecha que el globo ha virado hacia el oeste. Lo denuncian las pocas luces desparramadas, antes de arrojarlos a la noche cerrada del campo.
De pronto, el aire huele a espanto. ¿Adónde pertenece esa oscuridad fragorosa que los engulle? Y ese regusto salado que les cuartea los labios…
-Doctor, ¿Sabe usted dónde estamos? –alcanza a murmurar el sargento.
Eduardo calla la respuesta que brota de su garganta. Teme que los dioses del mar castiguen la imprudencia de volar alto, como los albatros. En su mente latieron palabras que un día se harían canción. "Adiós, pampa mía", murmura entre lágrimas.
Nota de la autora: Pampero, un globo aerostático que el millonario Aarón de Anchorena trajo de Francia, cruzó el Río de la Plata el 25 de diciembre de 1907 ante la algarabía del público, que respiró aliviado al saber que el esférico arribaba al Uruguay con sus tripulantes intactos: el propio Anchorena y el ingeniero Jorge Newbery. No tuvo la misma suerte su hermano, Eduardo Newbery, que embarcó junto a un improvisado copiloto para realizar un vuelo nocturno que jamás tuvo retorno, el 17 de octubre de 1908. Se supone que el globo podría haber alcanzado el mar, y adentrarse en él para siempre.
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