Coronavirus en la Argentina: en los restaurantes ya hablan de una baja del 80%
Daniele Pinna nació en Cerdeña, Italia, pero está al frente del restaurante La Locanda, en Recoleta, desde hace diez años. El salón no es muy grande, y hasta la semana pasada podía recibir hasta 40 comensales sentados. En una noche con las reservas a tope, había que tener cintura para caminar entre las mesas, y hasta los habitués del lugar solían pedirle a Daniele si "podía hacerles un lugar en algún rinconcito". Desde el domingo pasado, y luego del anuncio oficial de la suspensión de clases en todo el país por el coronavirus, Pinna redujo la capacidad a diez.
"Ayer había dos mesitas ocupadas, un total de cuatro personas. Tomamos todos los recaudos recomendados. Hay tres mozos que están en sus casas, porque tienen más de 60 años, limpiamos y desinfectamos el salón y la cocina constantemente. Todos los empleados cuidan su higiene personal, y para paliar la situación estoy tratando de fomentar el delivery, pero ese no fue nunca mi negocio –cuenta desesperanzado Pinna, que hace referencia a lo que sucedió en Italia, donde aún viven sus padres–. Creo que acá deberían tomar la decisión de cerrado todo y acompañar a los empleadores para que puedan seguir pagándole a la gente. En Italia lo hicieron demasiado tarde. Pensé en cerrar todo ayer, pero mis empleados que aún vienen a trabajar me piden, por favor, que siga. Para nuestro sector esto va a ser un desastre. El público en los restaurantes bajó entre un 80 y 90 por ciento, y la rentabilidad del negocio también. Gasto más en jabón y productos de desinfección que en mercadería".
Hoy, el jefe de gabinete porteño, Felipe Miguel, junto con el ministro de Salud, Fernán Quirós, y el secretario de Transporte y Obras Públicas, Juan José Mendez, dieron una conferencia de prensa en la que anunciaron un conjunto de medidas dedicadas al transporte público, a los trabajadores del sector público y privado, y a los comercios. En cuanto a los bares y restaurantes, afirmaron que van a poder permanecer abiertos, pero con la restricción de cantidad de personas que les permita el local para estar sentados. Los shoppings, finalmente, no estarán obligados a cerrar las puertas, con excepción de los cines. Los patios gastronómicos sólo van a funcionar para la compra y retiro de comida, pero no se va a poder permanecer allí. En relación con la cantidad de gente dentro de cada uno de los centros comerciales, Felipe Miguel insistió en que habrá "una restricción para garantizar que no haya más de una persona por cada 16 metros cuadrados".
"No hizo falta que retiremos mesas"
Danilo Ferraz está en el negocio gastronómico desde hace 27 años. Nunca vivió una situación igual. Aunque compara el parate actual con la semana fatídica de diciembre de 2001. "Esos días tocamos fondo. Pero creo que ahora el panorama es mucho más incierto. Para nosotros es un mazazo en las costillas", confiesa Ferraz, dueño de la pizzería porteña 1893, y al frente de las cocinas de las cadenas Morelia y Hell’s Pizza. "Son épocas donde hay que ponerse creativo. En Hell’s Pizza, donde tenemos una fuerte demanda de take away y delivery, salimos con varias promociones para que la gente haga los pedidos fuera de la hora pico. Hasta inauguramos un 0810 propio", cuenta Ferraz, que a tono con el paquete de restricciones anunciadas por el gobierno puso en marcha varias medidas.
"Rotamos el personal para que no estén los turnos cargados. Elaboramos un protocolo en la manipulación de todos los packagings, que son todos descartables, y pautas de higiene. La verdad es que no hizo falta que retiremos mesas para mantener el distanciamiento entre los clientes, porque desde el lunes pasado la gente dejó de venir. Hay un 80 % menos de público", coincide Ferraz.
Para Ferraz, si el Gobierno no decreta el cierre de los comercios y restaurantes, debería ampliar el paquete de medidas económicas para ayudar a las empresas afectadas. El empresario gastronómico no tiene aún demasiado claro qué implican las medidas anunciadas ayer por el ministro de Economía, Martín Guzmán. "Habló de que no se pagarán los aportes patronales y que el Estado ayudaría pagando una parte de los salarios de los trabajadores. Pero no sabemos con rigor a quiénes incluye".
El año pasado no fue bueno para la industria gastronómica. Según datos publicados por la Unión de Trabajadores hoteleros y gastronómicos de la República Argentina (Uthgra), se cerraron 2300 bares y restaurantes de todo el país, de los cuales están en la Ciudad de Buenos Aires. El aumento de los costos de la mercadería, de los servicios de luz y gas y la inflación, hizo tambalear y hasta cerrar las puertas de una gran cantidad de comercios. Los cierres no escaparon, incluso, a las mejores ubicaciones y polos gastronómicos, como Puerto Madero, Palermo y San Telmo, entre algunos de los más turísticos.
Palermo Soho, sin gente
Anteayer, los dueños de Gontran Cherrier, la nueva boulangerie francesa en la esquina de Malabia y Costa Rica, filmaron un video de la postal desoladora que rodea a la plaza Armenia, en Palermo Soho. "Es de película. Está todo vacío. Jamás vi la plaza Armenia sin gente –dice con tristeza Ezequiel Peréz, al mando del local–. Como todos, implementamos medidas para seguir adelante. Pero con los socios nos reunimos cada 24 horas para evaluar cómo seguimos. Con la poca cantidad de gente que está viniendo, la verdad es que no sé si llegamos al fin de semana. Aunque la intención sea que los comercios de alguna manera sigan funcionando, no creo que sea posible. Mantener abierto un local sin que haya ventas tampoco es posible", reflexiona.
Pérez cuenta que el lunes pasado reunieron a todos sus empleados y les preguntaron quiénes querían optar por quedarse en cuarentena, sin goce de sueldo, y quiénes querían seguir trabajando. "Fueron pocos los que tomaron esa decisión. La mayoría quiso continuar", dice el empresario, que cuenta que la marca desembarcó en la Ciudad hace cuatro meses, y que entre sus planes de expansión tiene pensado abrir otras diez franquicias en distintos barrios. "Hay un grupo de emprendedores en Palermo que reúne a más de 3000 comerciantes, y entre todos estamos en permanente comunicación. Algunos redujeron el personal, otros achicaron los horarios de apertura y cierre; están los que no saben cuánto tiempo más pueden subsistir sin que nadie entre al local a consumir. No creo que esta medida se termine el próximo 31 de marzo. Y no sabemos qué puede suceder más adelante".
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