¿Carbofobia? Qué dicen los expertos en nutrición sobre los bloqueadores de hidratos de carbono
Los especialistas consultados por LA NACION indican que esos productos, si bien en parte logran una disminución en su absorción, tienen un nivel muy bajo de eficacia
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La idea es seductora. Al espolvorear el producto sobre las pastas o la pizza la persona podría disfrutar de esas comidas sin absorber buena parte de los hidratos de carbono que contienen esos alimentos. Los bloqueadores de hidratos son muy populares en la actualidad, sobre todo desde el auge de las dietas keto, que proponen una alimentación alta en grasas y proteínas, pero casi sin hidratos. Los especialistas en nutrición consultados por LA NACION indican que esos productos, si bien en parte logran una disminución en la absorción de los hidratos, tienen un nivel muy bajo de eficacia. Señalan que hay una “carbofobia”: los países con menor índice de obesidad son los que tienen como base de su alimentación el arroz y los fideos.
El médico nutricionista Alberto Cormillot sostiene que esos productos directamente no funcionan: “Lo que prometen es bloquear el funcionamiento de las enzimas que participan de la absorción de los hidratos de carbono, pero eso no funciona. Los bloqueadores no logran ningún efecto. No hacen ni bien ni mal, pero pueden ser perjudiciales para el paciente porque le venden una ilusión que no se condice con lo que en realidad sucede”.
Por su parte, la nutricionista Lucila Rosso, también indica que esos productos no cumplen con las expectativas del consumidor. “Lo que venden es magia. Un trabajo realizado en el 2011 por British Journal of Nutrition, en donde se analizaron casos controlados, concluyó que la evidencia no es suficiente como para considerar que el producto es eficiente”.
Actualmente, las distintas publicidades de las marcas que los comercializan muestran a los bloqueadores de hidratos como un gran hallazgo de la ciencia. La especialista en nutrición, Cecilia Gatica, explica cómo, en teoría, funcionan: “La mayor parte de las investigaciones se han centrado en una glicoproteína, extraída de la planta phaseolus vulgaris, que proviene de los porotos blancos. Se extrae una sustancia inhibitoria proteica de la alfa amilasa, que es responsable de la conversión de los hidratos de carbono en glucosa. El phaseolus vulgaris se une a la alfa amilasa, bloqueando su acción sobre las moléculas de almidón, esto impide la transformación de cierta parte de las cadenas de carbohidratos complejos ingeridos y entrega como resultado una menor absorción de energía, contribuyendo a un menor aporte calórico y a la vez baja el nivel de glucemia luego de ingerir alimentos”.
Gatica agrega que el uso de estos suplementos es algo habitual en las personas con obesidad: “El uso controlado de los suplementos dietéticos puede ser una alternativa que ayudaría a disminuir la prevalencia de la obesidad, siempre que su uso sea supervisado por un profesional idóneo, quien considera los riesgos y beneficios según las necesidades y características de cada paciente. El uso indiscriminado puede generar más daños que beneficios, especialmente en aquellas personas más susceptibles de malnutrición por exceso de consumo de alimentos energéticos y ultraprocesados”.
Además, la especialista destaca que la mayoría de los alimentos ricos en hidratos de carbono, de los cuales se inhibiría una parte de la absorción del mismo al consumir estos productos, también suelen contener grasas saturadas, grasas trans y azúcares simples en su composición, los cuales serían absorbidos en su totalidad.
Idea mágica
Por su parte, Rosso lamenta que le han llegado muchos pacientes que usaban los bloqueadores de hidratos sin haber obtenido buenos resultados: “A todos nos gusta la idea de comer sin engordar, pero justamente esa idea mágica es una de sus peores consecuencias porque todos piensan que pueden seguir comiendo pizzas, empanadas, hamburguesas, pastas rellenas, facturas y tortas sin demasiado control. Fomentan el pensamiento mágico, desviando a las personas de la idea de mejorar sus hábitos, que son los que luego los acompañarán de por vida”.
Mónica Katz, también médica especialista en nutrición, explica que, tanto los inhibidores de alfa glucosidasa como los de alfa amilasa disminuyen la absorción de hidratos de carbono, y que por eso son útiles en personas con diabetes, aunque generan un escaso descenso de peso y tienen un índice de eficacia muy bajo.
“Ahora hay una obsesión con las dietas keto, que son dietas altas en grasas y proteínas, pero casi sin hidratos. Si bien los argentinos consumimos exceso de harinas y azúcares, una cosa es reducir su consumo y otra es la carbofobia, que habla de un temor obsesivo ante los hidratos de carbono. En este contexto de carbofobia los bloqueadores de hidratos captan la atención del público, pero los pueblos con bajos índices de obesidad consumen arroz y fideos habitualmente”, sostiene Katz.
El nutricionista Matías Marchetti afirma que lo fundamental es llevar adelante una alimentación saludable y a medida, que es lo que realmente funciona a corto y largo plazo. “El supuesto control de hidratos de carbono puede lograrse si uno desarrolla una alimentación consciente y balanceada en la que no sea necesario dejar afuera las pizzas o tortas como un gusto, pero no como un hábito diario. Tenemos que volver a aprender a comer con responsabilidad. No hay que demonizar los hidratos de carbono publicitando el abuso de alimentos que también tienen azúcar y grasas a través de mensajes de influencers que no son profesionales de la salud”, concluye el especialista.
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