Bebidas azucaradas. Un estudio calculó el perjuicio que le generan al sistema sanitario
Mientras se espera que el Congreso apruebe la ley de etiquetado saludable con los octógonos negros que ayudan a identificar a simple vista los alimentos con exceso de grasas, azúcar, sodio y calorías en las góndolas, un nuevo estudio pone en cifras el impacto en la salud y el sistema sanitario que está teniendo solo el consumo de un tipo de esos productos: las bebidas azucaradas.
Un equipo del Instituto de Efectividad Clínica y Sanitaria (IECS) estimó por primera vez que la atención de siete grupos de enfermedades asociados con el consumo de gaseosas, jugos líquidos y en polvo, bebidas energizantes, aguas saborizadas y bebidas deportivas con azúcar le está costando al sistema sanitario de la Argentina $55.800 millones por año o el 2,8% del gasto anual en salud.
"El consumo de bebidas azucaradas constituye una fuente importante de calorías sin aportar otros nutrientes más que el azúcar que contienen", explican los investigadores, liderados por Andrea Alcaraz y Andrés Pichon-Riviere. Y, en tres años de trabajo, lograron estimar también en qué proporción eso influye en la aparición de la obesidad, la diabetes, la enfermedad cardíaca, los problemas osteomusculares, la insuficiencia renal, el asma, la enfermedad cerebrovascular y el cáncer.
Para eso, pusieron a trabajar el modelo con datos como los de las estadísticas de las encuestas nacionales de nutrición y factores de riesgo difundidas el año pasado y de los estudios poblacionales que reunían criterios estandarizados de calidad y robustez. Lo primero que observó el equipo es que ingerir estas bebidas eleva el riesgo de obesidad, lo que a la vez favorece la aparición de distintas enfermedades, de acuerdo con la edad y el sexo. "Y, por otro lado, el consumo aumenta en forma directa el riesgo de enfermedad y muerte cardiovascular en un 8% y el de diabetes en un 37%", resume Alcaraz a LA NACION.
Cada año, de acuerdo con la estimación, todo eso se traduce en 514.000 adultos con exceso de peso (sobrepeso u obesidad) y 802.000 casos de enfermedades asociadas, incluidos 639.000 de diabetes (es decir, casi un cuarto de los casos en el país), 54.000 de enfermedad cardíaca, 34.000 de problemas osteomusculares, 29.000 de complicaciones cerebrovasculares, 21.000 de insuficiencia renal, 16.000 de asma y 9000 de cánceres. Mueren, 4400 de esos adultos.
En los chicos, el estudio le atribuye al consumo de bebidas azucaradas la aparición de 774.000 casos anuales de sobrepeso u obesidad (o el 27% de todos los casos).
El equipo recuerda que un adulto ingiere unos 85 litros anuales de estos productos. El 37% de la población los hace a diario, mientras que los chicos y los adolescentes consumen un 40% más de esas bebidas que los adultos, de acuerdo con la 2a. Encuesta Nacional de Nutrición y Salud (ENNyS 2) del año pasado. Apenas 600 ml de gaseosa común equivale a ingerir 13 cucharaditas de azúcar. "Nadie, seguramente, lo haría conscientemente", dice Alcaraz.
Caries
Otro problema asociado es "un aumento importante" de las caries en la población, según agrega la investigadora sobre lo que será motivo exclusivo de una próxima investigación por su impacto social y su relación con el acceso a la atención.
"Los resultados del estudio describen el importante daño a la salud que representa el consumo de bebidas azucaradas en la Argentina, un daño que a menudo se subestima o que muchos consideran que se limita a un riesgo «marginal» de diabetes u obesidad", sostiene Pichon-Riviere, director ejecutivo del IECS y magister en ciencias en epidemiología clínica de la Universidad de Harvard.
El proyecto de ley sobre etiquetado frontal y publicidad de alimentos y bebidas, que ya cuenta con media sanción del Senado, obliga a la industria a rotular "de forma clara y explícita" la composición nutricional de los productos envasados, con sellos negros en forma de octógonos que destaque a simple vista en la parte frontal si se trata de un alimento o una bebida con exceso en azúcar, sodio, calorías y grasas saturadas.
Eso, además de facilitarle a los consumidores la tarea de leer las etiquetas para saber qué llevará a la mesa, "colabora con la prevención de la malnutrición en la población y la reducción de enfermedades no transmisibles", como son las que relevó el equipo del IECS, que está entre las más de 100 organizaciones que hace unos días reclamaron por carta que la Cámara de Diputados sancione el texto del proyecto "sin demoras ni cambios".
En el nuevo estudio se estima que, de los $55.800 millones que el sistema sanitario tiene que derivar a la atención de las enfermedades asociadas, $2800 millones son para el tratamiento del sobrepeso y la obesidad en chicos, adolescentes y adultos y los $53.000 millones restantes, para la atención de la diabetes, la enfermedad cardiovascular, la insuficiencia renal, los trastornos musculoesqueléticos, el cáncer y otras afecciones asociadas.
"Lo que el estudio muestra es que se trata de un verdadero problema de salud pública, con múltiples impactos que se pueden medir y sobre los que se necesita intervenir a nivel poblacional. La investigación no la concebimos solo como un aporte general al conocimiento, sino como una herramienta que nos permita cambiar la realidad", agrega Pichon-Riviere.
Pero, ¿qué debería o podría cambiar tras conocerse estos datos? "Para muchísimas personas, el daño que producen las bebidas azucaradas era algo abstracto –responde el investigador ante la consulta de LA NACION–. Este estudio le pone números concretos a una realidad que ya no se puede negar: todos los años hay muertes, casos de diabetes, cáncer y muchísimas enfermedades que podríamos evitar si la Argentina logra avanzar en políticas serias para reducir el consumo de bebidas azucaradas. Esperamos que los resultados ayuden a promover estas políticas, que ya han demostrado ser efectivas en el mundo, como aumentar el impuesto a las bebidas azucaradas y el etiquetado frontal de los alimentos."
Ambas son recomendaciones que la Organización Mundial de la Salud (OMS) incluyó en su informe de 2016 con medidas para reducir el consumo de bebidas azucaradas y sus consecuencias para la salud. Una fue que el azúcar agregada ingerida no sea más del 10% de las calorías totales diarias, aunque aclaró que "se pueden observar mejoras en la salud" si ese límite está por debajo del 5% o lo que equivale a "menos de un vaso de 250 ml de bebida azucarada al día".
Desde la Cámara Argentina de la Industria de Bebidas sin Alcohol (Cadibsa) optaron por compartir una declaración de cuatro puntos del Consejo Internacional de Bebidas (ICBA, por su sigla en inglés) sobre el estudio del IECS, dado que aún no habían accedido a todos los resultados. En la declaración, la industria reconoce que "la obesidad y las enfermedades no transmisibles asociadas, como la diabetes y enfermedades cardiovasculares, son el resultado de múltiples factores", a la vez que describe "el compromiso de ser parte de una solución global para la reducción en el consumo del azúcar" mediante la disminución de su contenido en los productos y el tamaño de los envases, con la producción de versiones "con menos azúcar o sin azúcar".
Cadibsa indica que alrededor de la mitad de las bebidas sin alcohol a la venta son "reducidos en calorías o sin calorías", mientras que el 80% de las ventas son de productos con azúcar.
El año pasado, en una primera etapa del estudio que está coordinando el IECS también en Brasil, El Salvador y Trinidad y Tobago, se definieron las cuatro medidas que demostraron ser las más efectivas para reducir el consumo de bebidas azucaradas desde la perspectiva de salud pública. En ese momento, Pichon-Riviere dijo que, aunque el consumo de bebidas azucaradas no es el único factor que causa sobrepeso y obesidad, hay estudios que muestran que contribuye con casi el 40% del consumo total de azúcar en la Argentina.
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