Ayuno intermitente: cuáles son los beneficios y quiénes no deberían adoptar este popular enfoque alimentario
Esta intervención, que debe ser supervisada por un profesional de la nutrición, apareció en los 2000 para estudiar a los deportistas musulmanes de alto rendimiento que en el Ramadán no podían comer durante ciertos períodos de tiempo
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El ayuno intermitente es una de los enfoques alimenticios que más adeptos ha cultivado en los últimos años. Muchos suponen que, teniendo intervalos de al menos 12 horas entre una comida y la otra, obtendrán importantes beneficios para su organismo, mientras que otros lo hacen con la intención de bajar de peso. Sin embargo, si bien los especialistas ven, en algunos casos, con buenos ojos esta práctica, resaltan que no es recomendable para todos, y que para algunas personas, como las embarazadas o los diabéticos, podría ser perjudicial.
Mónica Katz, fundadora del Equipo de Trastornos Alimentarios del Hospital Durand y autora del libro El método No dieta, explica que el ayuno intermitente apareció en los 2000 para estudiar a los deportistas musulmanes de alto rendimiento que en el Ramadán no podían comer durante todo el día hasta la tarde.
Ahí surgió, según la especialista, la necesidad de estudiar el desempeño y las lesiones que ese tipo de conducta podría desencadenar. “Como había mucho dinero en juego, se empezó a indagar en eso y surgieron los primeros trabajos sobre el ayuno intermitente. Lamentablemente, como los resultados en términos de peso son buenos, nadie miró la seguridad y los efectos adversos que puede tener a largo plazo”, analiza Katz.
¿Qué es el ayuno intermitente?
Carolina Ross, miembro del equipo de especialistas en nutrición del Hospital Universitario Austral, detalla que el ayuno intermitente no se basa en la restricción de calorías como las dietas tradicionales para bajar de peso, sino en la programación de comidas durante un periodo de tiempo determinado.
“Hay varias versiones de este tipo de dieta, pero las más frecuentes son el ayuno de días alternos (un día ayuno y un día alimentación habitual); ayuno 5:2 (ayuno 2 días y 5 días dieta habitual); y la alimentación con restricción de tiempo (con ventanas de ayuno de 12, 14 o 16 horas)”, indica la especialista.
Ross señala que, en general, los pacientes suelen consultar si es más efectivo para bajar de peso más rápido o para mejorar el rendimiento deportivo. En otros casos, porque consideran que se ajusta a sus horarios laborales. Y asegura que los pacientes suelen iniciar este tipo de dietas con información que obtienen de las redes o de amigos o familiares que lo han hecho.
“La ventaja del ayuno es que la gente no tiene que pensar en comer, y a la gente le encanta pensar en blanco o negro. Es decir, no como hasta las siete y listo. Pero muchos de los pacientes que no comen acumulan una deuda de hambre y luego comen muchísimo. Es para personas con mucho control sobre su comportamiento vinculado a la alimentación”, advierte Katz.
Ross agrega que, luego del periodo de ayuno normal (al pasar la noche sin comer), se ponen en marcha distintos mecanismos que aseguran el normal metabolismo del cerebro y de órganos vitales. Si el ayuno se prolonga en el tiempo, estos procesos metabólicos van cambiando y el organismo comienza a utilizar las grasas en ausencia de glucosa.
“Diferentes trabajos científicos mostraron que las personas podrían perder más peso con el ayuno intermitente que con la alimentación habitual, pero no hubo una diferencia significativa cuando se comparó el ayuno intermitente con una dieta con restricción calórica en el mismo periodo de tiempo”, describe Ross.
Natalia Antar, nutricionista del Hospital Británico de Buenos Aires, indica que el mejor horario para comer durante el ayuno, según un estudio realizado en Harvard, sería durante el día, de 7 a, como máximo, 18. “De ese modo evitaríamos la ingesta de alimentos hasta cinco horas antes de irnos a la cama a dormir, pero en nuestra cultura argentina eso es muy difícil de llevar a la práctica. Por ello, siempre aconsejamos, al menos, cenar unas dos horas antes de acostarnos”, resalta Antar.
La especialista detalla que, al hacer el ayuno de manera natural durante la noche, ya es posible acceder a los “beneficios” de esta conducta. “Se ha comprobado que el ayuno intermitente está relacionado con menores tasas de enfermedad arterial coronaria y diabetes tipo 2, puede ayudar mejorar la sensibilidad hacia la insulina, se ha observado que mejora la presión sanguínea, puede contribuir a una microbiota intestinal más sana, mejorar la digestión de alimentos y reparación de células, ayuda a combatir el estrés oxidativo, entre otros”.
Sin embargo, Antar aclara que, si bien en muchos casos ya no es necesario hacer cinco comidas al día, tampoco es saludable para algunos saltear comidas importantes o comer poco.
“La nutrición no tiene reglas estructuradas para todo el mundo por igual, por eso no podemos decir que el ayuno intermitente se pueda recomendar en general porque depende de varios factores. Este tipo de alimentación, al que se suele llamar dieta erróneamente, se hizo famoso por sus resultados a la hora de perder peso, pero este no es su objetivo principal. De hecho, no siempre sirve para ello”, concluye Antar.
“Cualquier intervención nutricional debe ser supervisada por un profesional de la nutrición, de manera que se adapte a sus necesidades y sea completa tanto en calidad como en cantidad de nutrientes”, remarca Ross
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