¿Cuántas nuevas vacunas deberemos darnos? La inmunosenescencia y por qué los adultos deben seguir inoculándose
El menú de dosis se amplió con los sueros contra el herpes zóster, el dengue y el virus sincicial respiratorio; la recomendación de los expertos para los mayores de 50 años
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“¿Ya te vacunaste?”. Hasta hace unos años, si un adulto mayor recibía esa pregunta sabía que su interlocutor estaba hablando de la vacuna contra la gripe, que –como ocurre por estos días– suele ser foco de campañas de difusión para lograr una cobertura de toda la población de grupos de riesgo. Sin embargo, de la pandemia a esta parte, esa pregunta podría tener más de una respuesta, ya que el calendario de dosis obligatorias y opcionales para los mayores de 50 años se pobló de componentes: desde las vacunas contra el Covid y la neumonía, hasta la del herpes zóster, que recientemente se sumó a las disponibles en el país. También se espera que en los próximos meses llegue la vacuna contra el dengue y en un tiempo, que nadie sabe cuándo será, la que previene contagios del virus sincicial respiratorio, que la semana pasada se aprobó en Estados Unidos para adultos.
Aquel que viaje a zonas endémicas deberá tener además una dosis de la de la fiebre amarilla y hay que recordar que la inmunización contra el tétanos se renueva cada diez años. También las vacunas contra la hepatitis A y B son de calendario, tanto en niños como en adultos. La lista es larga y se va nutriendo. Sin embargo, advierten los especialistas, aunque los argentinos son de los que más adherencia muestran a campañas de vacunación, el hábito de renovar las dosis que son anuales resulta más frecuente entre los más chicos (si bien durante la pandemia las tasas de vacunación en niños bajaron significativamente, por motivos variados). En cambio, la población de adultos económicamente activos es la que menos tiene incorporado el hábito de vacunarse. ¿Las razones? Falta de tiempo, de disponibilidad, la necesidad de contar con una orden médica en algunos casos o de tener que pedirse días en el trabajo para aplicarse las dosis, entre otras. La prueba está en que casi ningún adulto tiene un carnet de vacunación como tienen los chicos.
“La Argentina ha tenido una gran conducta provacunas, sobretodo en la infancia. Los grupos más desprotegidos han sido los adultos y los adultos mayores. A medida que pasan los años nos olvidamos, por ejemplo, de vacunarnos contra el tétanos. Los adultos y los adultos mayores tienen que seguir con algunos planes de vacunación, porque hay que entender que la estimulación mediante vacunas continua a lo largo de toda la vida. Y en la vida adulta se va entrenando el sistema inmunológico”, explica Elena Obieta, miembro de la Sociedad Argentina de Infectología (SADI).
La inmunosenescencia es la razón por la que no debe abandonarse la vacunación en la vida adulta, apunta Obieta. “A medida que aumentan los años, el sistema inmunológico va perdiendo la capacidad de controlar las defensas y la respuesta a los virus, y de controlar determinadas enfermedades que tienen el riesgo de ser invasivas, como la neumonía y la gripe, entre otras. Eso se llama inmunosenescencia”, detalla. Se refiere a los cambios que se producen en el sistema inmunológico a causa del envejecimiento. Esto coloca al adulto mayor en una situación de mayor predisposición a padecer enfermedades, e incluso disminuye la generación de anticuerpos ante las vacunas; por eso, requieren más dosis que el resto de la población.
Las nuevas dosis
“Por ejemplo, la vacuna contra el zóster es un gran avance para la población de adultos mayores, puede darse a partir de los 50 años, ya que se calcula que la mayoría de esa población tuvo varicela, que es el mismo virus que produce la enfermedad. Pasados los 85 años, el riesgo de desarrollar herpes es de uno cada dos adultos. Muy alto, con sus consecuencias”, agrega Obieta. “Es una vacuna que debería tener cobertura amplia, por obras sociales, porque hoy muy pocos acceden”, dice.
“Hoy, la expectativa de vida es más larga y la población necesita tener mejor calidad de vida en esos años extra. Así como hay medicación para el colesterol, la diabetes, las vacunas pueden ser clave para ayudar al bienestar del grupo de adultos mayores”, explica Pablo Bonvehí, jefe de Infectología del Cemic y miembro de la Comisión de Vacunas de la SADI.
“Nuestro entrenamiento en vacunación en adultos arrancó en los 90, con la campaña de la gripe, y logró buena adherencia. Hoy la población adulta entiende la importancia de protegerse contra algunas enfermedades. La pandemia nos hizo tomar conciencia de que hay otras vacunas que pueden ayudar a prevenir enfermedades, también entre adultos”, apunta Bonvehí.
El criterio moderno de la vacunación se aplica a todas las etapas de la vida, incluyendo a los adultos mayores, explica el infectólogo Eduardo López. “Hay que analizar dos puntos. Primero, aquella vacuna que está en el calendario nacional de inmunizaciones y que se da en forma gratuita, la de la gripe, que se aplica todos los años; y la de la neumonía, que se aplica solo una vez el esquema completo. Después, están las vacunas que se usan con criterio individual: en este grupo aparece la vacuna contra el zóster, va a estar la vacuna del dengue –según se defina en el Ministerio de Salud– y va a estar probablemente alguna otra más, como la del virus sincicial respiratorio. Por último, la vacuna contra el Covid, que se debe dar con preponderancia a mayores de 50 años”, describe.
La vacunación de adultos en la Argentina se enfoca principalmente en la vacuna antigripal anual y la vacuna neumocócica para mayores de 65 años, coincide la infectóloga Bárbara Broese, especialista en enfermedades infecciosas y directora de Epidemiología de la Municipalidad de San Isidro. “La población de adultos mayores generalmente tiene una buena adherencia a la vacunación, aunque es cierto que la población laboralmente activa a menudo tiene más dificultades por temas de horarios y disponibilidad. Los pacientes preguntan por las nuevas vacunas, son muy conscientes y se quieren vacunar, pero al no estar en el calendario y tener un costo tan elevado se dificulta la adherencia. Por otra parte, no existe el hábito de tener un carnet de vacunación en adultos. Con la pandemia, se empezó a digitalizar y no solo las vacunas contra el Covid. Esto es un gran avance”, opina.
Los especialistas explican que el nuevo abanico de vacunas para adultos debe ir acompañado de campañas de información sobre la importancia que tienen y sobre quiénes deberían recibirlas. Y advierten que siempre es el médico de cabecera quien debe indicarla.
La vacuna contra el herpes zoster
“La vacuna contra el zóster está aprobada a partir de los 50 años y, si bien por el momento no está en el calendario nacional de inmunizaciones, reduce las complicaciones y secuelas que puede dejar en el paciente que lo padece; entre ellas, el riesgo de ceguera”, recuerda López. “La vacuna contra el herpes zóster, que solo está en el sector privado, podría tener una adherencia limitada. Los pacientes preguntan, pero por ahora está fuera del alcance de la mayoría”, afirma Broese. Su valor ronda los 32.000 pesos. “Sería muy importante que esté disponible para todos los adultos mayores mediante cobertura total de las obras sociales”, considera Obieta.
“A partir de los 50 años, se calcula que más del 98% de la población ya tuvo varicela. No hace falta testearse. Hay estudios que demuestran una protección alta en pacientes con inmunocompromiso, desde los 18 años. Esta vacuna requiere dos dosis y no hay indicación de revacunar”, informa Bonvehí.
La vacuna del dengue
Hace unas dos semanas se conoció que llegará al país la vacuna contra el dengue. “Acaba de ser aprobada a partir de los 4 años. Es una vacuna que es muy probable que tenga un rol en adultos, independientemente de la edad, dado que el grupo que más se enferma con dengue son los adultos jóvenes. Y siempre es riesgoso volver a infectarse. Es una vacuna que se puede dar tanto a los individuos que tuvieron como a quienes no tuvieron dengue. Es otra vacuna que uno tiene que analizar, ya que tiene más del 60% de eficacia contra cualquier tipo de dengue y del 80% contra la hospitalización”, dice López. Todavía no se conocen los detalles de cuándo estará disponible ni cuál será la población objetivo. Sí se sabe que serán dos dosis y probablemente se incorpore de forma gratuita en las zonas más castigadas por el virus.
“En dengue, la vacuna es una herramienta más. Pero hay que insistir en la erradicación del mosquito. No sirve para mitigar brotes, sino para las formas graves”, aclara Obieta.
Contra el virus de la bronquiolitis
El virus sincicial respiratorio es el que en los chicos menores de 2 años produce la bronquiolitis y en adultos produce neumonía. Días atrás, Estados Unidos aprobó una vacuna para adultos. Todavía no se conoce cuánto podría tardar en llegar al país. “Si bien va a estar aprobada en Estados Unidos, todavía habrá que analizar cuál es la estrategia de vacunación y de qué forma podría llegar al país”, sostiene López.
Covid, gripe y neumonía
El fin de la pandemia significó la reducción de las dosis de la vacuna contra el Covid en la mayoría de los países, a una sola dosis anual para adultos mayores. En la Argentina, sin embargo, se mantiene el esquema de seis meses para grupos de riesgo. “Yo creo que la vacuna contra el Covid –que es una vacuna que se debe dar tanto en chicos como adultos, pero con preponderancia mayores de 50 años– va a ser una vacuna de uso anual, desde el momento que ya la OMS consideró que no hay más pandemia y va a quedar quizá como una enfermedad endémica en algunos en los países”, explica López. En tanto, la vacuna de la gripe tiene campañas anuales y ofrece cobertura a todos los adultos mayores de 65 años, los menores de 2 años, embarazadas o personas pertenecientes a grupos de riesgo. En tanto, la vacuna que previene la neumonía está dirigida a los mayores de 65 años.
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