Alimentación intuitiva: qué es, quiénes pueden hacerla y cuáles son los riesgos
Se trata de un concepto nacido en la década del 90 que está en la vereda opuesta a la dieta restrictiva
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La alimentación intuitiva se encuentra en la vereda opuesta a la dieta restrictiva. Se trata de un concepto nacido en la década del 90 que propone un camino hacia el autoconocimiento basado en el “hambre real”. Pero para reconocer el “hambre real” hay ciertos principios que deben ser tenidos en cuenta según explican a LA NACION distintos especialistas consultados ya que, comer a demanda todo tipo de alimento (incluidos los productos ultraprocesados), puede ser riesgoso y contraproducente.
La corriente de alimentación intuitiva nace en 1995 de la mano de dos nutricionistas: Evelyn Tribole y Elyse Resch, quienes plantearon los 10 principios de la alimentación intuitiva.
Estos son:
- Rechazar la mentalidad de dieta
- Honrar tu hambre
- Hacer las paces con la comida
- Retar la policía de alimentos
- Sentir tu nivel de saciedad
- Descubrir el factor de satisfacción
- Enfrentar tus emociones con amabilidad
- Respetar tu cuerpo
- Movimiento para sentir la diferencia
- Honrar tu salud con nutrición compasiva
Según evidencia científica, una investigación publicada en el 2020 reveló que la alimentación intuitiva puede asociarse a una mejor salud psicológica y conductual en las personas que la adoptan guiadas por profesionales. Asimismo, sugiere que puede ser “un objetivo de intervención valioso para mejorar la salud psicológica y reducir los trastornos alimentarios”.
El estudio se realizó entre 2010 y 2018 y fue llevado a cabo sobre 1491 casos que, durante ocho años, recibieron seguimiento. Al finalizar ese tiempo se observó en los participantes una menor probabilidad de síntomas depresivos elevados, baja autoestima, alta insatisfacción corporal, conductas poco saludables de control de peso y conductas extremas de control de peso (tomar pastillas para adelgazar, vómitos y atracones).
Desde la medicina funcional, la médica Florencia Dafne Rael dice a LA NACIÓN que la alimentación intuitiva es el camino de autodescubrimiento en el cual, cada persona pueda percibir la sensación de hambre y saciedad natural y reconectarse con su propio cuerpo. “Pero, para lograrlo hay que volver a los alimentos reales ya que los productos ultraprocesados generan adicción y entorpecen las señales reales que puede estar dando el organismo cuando se presenta el hambre”, dice.
Por eso, reafirma que “hay que empezar por reeducar al cuerpo para después aprender a reconocer las señales de hambre o saciedad”.
Por su parte, la nutricionista Nélida Karavaski, miembro del Servicio Endocrinología, Metabolismo, Nutrición y Diabetes del Hospital Británico, detalla a LA NACIÓN: “La alimentación intuitiva busca alcanzar la salud integral a través del autocuidado y el autoconocimiento, centrando la atención en qué tipo de alimentación se debe llevar adelante de acuerdo a las necesidades del propio cuerpo, tanto en los tiempos de la ingesta como en la selección de alimentos a consumir”.
Y agrega que, para poder alcanzar una alimentación intuitiva, “es muy importante trabajar con hábitos alimentarios en conjunto con las emociones y las necesidades integrales de cada persona”.
“El primer paso –continua– es dejar de pensar en el peso y comenzar a trabajar sobre la motivación en la en cuidar la salud. Si la motivación es solo el peso entonces los resultados solo serían superficiales y no se traducirían en alcanzar el bienestar integral, que es uno de los principales objetivos de la alimentación intuitiva”.
Por último, advierte que “el problema de este tipo de corriente es que muchas veces la motivación para comer no se relaciona con una necesidad real del cuerpo, muchos comen por aburrimiento, por ansiedad por emociones. Esto hace que sea complejo poder lograr una alimentación intuitiva”.
La brecha alimentaria actual
La cultura alimentaria actual, en la que está presente el consumo de alimentos ultraprocesados, comidas rápidas y hay bajo consumo de alimentos naturales como frutas y verduras establece “una brecha muy grande en la alimentación actual de una persona y una alimentación intuitiva óptima”, considera Karavaski.
Por eso, considera que el proceso de transición de una alimentación a otra debe ser paulatino y con la guía de un profesional. “Los tiempos para lograr pasar de una alimentación actual a una intuitiva van a depender de cada persona, la transición es individual y debe respetar las preferencias y también considerar aspectos como la accesibilidad a la alimentación y las tolerancias individuales”, especifica.
En la misma línea, Dafne Raele considera que la alimentación intuitiva es una propuesta muy interesante, pero como etapa final del proceso de aprender a comer. “Primero hay que recuperar el paladar y reconectarse con los alimentos reales e imprescindibles como base de una buena alimentación. Recién después de que una persona aprende a conocer cuáles son sus necesidades reales y cuáles deben ser las ingestas, entonces sí recomendamos pasar a la alimentación intuitiva.
Si bien algunas corrientes nutricionales aceptan en la alimentación intuitiva la ingesta de alimentos ultraprocesados, desde la medicina funcional, la especialista asegura que “se desaconsejan de manera radical por entorpecer las señales reales del cuerpo en relación al hambre y a la saciedad”.
Cuándo no es recomendable la alimentación intuitiva
Todos los profesionales consultados por LA NACIÓN consideran riesgoso el cambio hacia una alimentación intuitiva cuando las personas padecen un Trastorno de la Conducta Alimentaria (TCA).
Karavasky observa dos aspectos fundamentales donde la alimentación intuitiva sin una guía profesional puede resultar riesgosa: “Realizar cambios de forma abrupta y sin acompañamiento profesional puede llevar a carencias nutricionales y restricciones que terminan en un fracaso, desalentando a las personas a realizar un verdadero cambio de hábito. Asimismo, en caso de enfermedades graves que requieren una terapia nutricional específica la alimentación intuitiva puede perjudicar la salud, siendo los casos más preocupantes el de las personas con Trastornos en la Conducta Alimentaria”.
En tanto, Dafne Raele coincide con lo postulado por la nutricionista y agrega que “también se desaconseja en cualquier persona que necesita de una dirección firme y externa para mejorar o cambiar un hábito que incida en su salud, ya sea en el aspecto alimentario como puede ser en la asistencia que requiera para mejorar su actividad física o cambiar el hábito de sueño”.
No podemos dejar de lado el contexto social y las determinaciones socioculturales que condicionan a diario (tanto en el mundo real como el universo virtual) la autopercepción de la imagen corporal y la necesidad casi constante de compararse con la figura corporal de “lo deseable”, es que es tan inalcanzable como preocupante.
Según explica a LA NACIÓN Sebastián Soneira, Jefe de la Sección de Trastornos Alimentarios y Psiquiatría Nutricional del Servicio de Psiquiatría de Fleni, “los TCA son el trastorno alimentario más frecuente y, en simultáneo, el menos diagnosticado. Tanto por su prevalencia y necesidad de tratamiento especializado, como por su gravedad y tendencia a la cronicidad, podríamos considerar a los trastornos alimenticios como uno de los problemas de salud pública más graves de nuestros días”.
“Si bien la etiología es multidimensional, los determinantes socioculturales tienen un gran impacto en el desarrollo de estas patologías”, agrega.
Para concluir, el especialista destaca la enorme incidencia de las redes sociales en los TCA: “Las redes sociales promueven estándares de belleza basados en la delgadez, permiten la comparación entre iguales incrementando la preocupación por el peso y crean espacios que fomentan los trastornos de la conducta alimentaria; es decir, las redes sociales promueven el desarrollo de trastornos de la conducta alimentaria. En consonancia con esto último, está comprobado que la población de mayor riesgo y exposición está compuesta por mujeres de entre 12 y 21 años”.
Para realizar un cambio hacia la alimentación intuitiva, todo indica que la mejor opción es, al menos en un primer momento, acompañado por un profesional de la salud.
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