Incautaron 40 toneladas de astas de distintas especies de ciervos en un galpón en la Ciudad
El particular hallazgo se produjo durante un allanamiento dictado por el juez federal Ariel Lijo; del operativo participó la Brigada de Control Ambiental y la Policía Federal Argentina
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Este miércoles, la Brigada de Control Ambiental (BCA), que depende de la Subsecretaría de Ambiente, y la Policía Federal Argentina (PFA) llevaron adelante un operativo conjunto en un depósito ilegal de productos de fauna silvestre dentro de la ciudad de Buenos Aires. Durante el allanamiento, las autoridades realizaron un particular hallazgo: se toparon con alrededor de 40 toneladas de astas de distintas especies de ciervos envueltas en plástico, listas para ser comercializadas.
El allanamiento, según informaron desde la subsecretaría a cargo de Ana María Vidal de Lamas y está bajo la órbita de Jefatura de Gabinete de Ministros, fue ordenado por el Juzgado Nacional en lo Criminal y Correccional N°12, interinamente a cargo del juez federal Ariel Lijo. Una vez dentro del galpón, cuya ubicación no fue revelada, integrantes de la Brigada de Control Ambiental y la PFA se encontraron con decenas de astas contenidas por un velo de plástico y apoyadas sobre pallets.
Inmediatamente después del particular hallazgo, la Policía Federal Argentina llevó a cabo la correspondiente clausura del almacén. Desde la Subsecretaría de Ambiente recordaron que la Resolución 170/21, sancionada el 1 de junio de 2021 y oficializada en el Boletín Oficial cuatro días después, establece que aquellas personas que realicen tránsito interjurisdiccional, comercio con tránsito interjurisdiccional, comercio en jurisdicción federal, importación, exportación y reexportación de ejemplares vivos, productos y subproductos de la fauna silvestre deben estar inscriptos en el registro de operadores de fauna silvestre.
Incautan mercadería por $80 millones confeccionada con animales cuya caza está prohibida
El junio, en un operativo vinculado a la comercialización de productos elaborados, la Policía de la Ciudad realizó una serie de 11 allanamientos en Retiro, San Nicolás y Liniers, donde secuestraron el equivalente a $80 millones en productos derivados de la caza furtiva.
En colaboración con la Unidad Fiscal Especializada en Materia Ambiental (Ufema), la división de Investigaciones Especiales llevó a cabo las inspecciones en distintos comercios, donde encontraron 186 cuchillos, 61 tenedores, ocho tablas, nueve sacacorchos, 97 cinturones, 16 pares de calzados; una billetera, una mochila, una asta de ciervo, 12 llaveros, dos chairas, cinco termos y un cortapapeles, todos confeccionados con subproductos de fauna autóctona -principalmente ñandúes y carpinchos-.
Para los investigadores, todos estos artículos serían fruto de caza ilegal, ya que carecían de documentación que respalde la trazabilidad. También había subproductos de ciervo, que es un animal exótico cuya caza está regulada. El fiscal a cargo de la Ufema, Carlos Rolero Santurián, imputó a las personas responsables de los locales por infracción a la Ley 22.421 de conservación de Fauna Silvestre, por comercialización o tenencia ilegal de subproductos de fauna silvestre.
Las penas por la caza furtiva suelen ser muy bajas en el país. Propietarios de zonas rurales son víctimas de permanentes ingresos ilegales de cazadores que incursionan en campos ajenos y persiguen especies autóctonas protegidas por la normativa vigente como el carpincho y el ñandú.
No los inhibe una eventual condena, ya que el castigo representa penas excarcelables. Operan en una zona gris, entre el delito menor y la simple contravención. Se los suele aprehender por un máximo de 24 horas, se los indaga e imputa y si no tienen antecedentes penales, con condena firme, quedan en libertad, había explicado a LA NACION el fiscal Jonatan Robert, de la Unidad Funcional de Instrucción (UFI) N°10 de Chascomús, perteneciente al departamento judicial Dolores.
En la extensa llanura de la pampa Argentina hay ñandúes, carpinchos, ciervos y otros animales autóctonos o exóticos que son buscados intensamente por cazadores furtivos que, rifle en mano o en compañía de galgos, salen a buscar la valiosa carne, cueros o astas, para luego vender en el mercado informal.
La carne se vende en restaurantes que ofrecen menús de carne exótica y los cueros se trabajan en curtiembres clandestinas para crear subproductos derivados. Estos se exponen en las vitrinas de locales, en puntos turísticos, donde cientos de turistas están dispuestos a pagar una buena suma de dinero, confiando en la buena fe del vendedor y sin papeles que respalden la mercadería. Entre esos productos hay cinturones, zapatos, botas, cuchillos, tenedores y tablas parrilleras.
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