El asesinato de “Pillín” Bracamonte. La muerte que abre un interrogante sobre la paz en la barra y las tribunas de Central
El peor escenario sería un intento de desembarco de hombres ligados a Esteban Lindor Alvarado: originaría un estallido, porque con Bracamonte la barra canalla respondía al clan Cantero
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Asombro y miedo, mucho miedo. El asesinato de Andrés “Pillín” Bracamonte, histórico referente de la barra brava de Rosario Central, causó desconcierto y siembra terror sobre el futuro de la conducción de la hinchada. De 53 años, la mitad de sus días el jefe o “el 1″, como lo nombraban los hinchas comunes en las redes sociales, los pasó al frente del paravalanchas de la popular Regatas. Un líder que el público canalla abrazó, un personaje que tuvo la capacidad para unificar a varias facciones bajo su puño y pacificar una tribuna que era un descontrol y un espacio que generaba pánico por los robos y la violencia hasta a los propios simpatizantes auriazules. “El que roba no vuelve más, porque lo cagamos a palos”, era el mensaje que bajaba Bracamonte a las demás líneas y así brindar seguridad al resto de los hinchas.
“Pillín” y su tropa marchaba al frente en la época de visitantes en el fútbol argentino: la cara ensangrentada y con impactos de balas de goma en Tucumán, frente a Atlético, en un encuentro de la B Nacional, la imagen que regaló como crédito de que siempre cuidaba a la gente de Rosario Central.
La relación con el club tuvo su costado oscuro también: aprietes a planteles, connivencia con dirigentes y propiedad de porcentajes de futbolistas. Los laderos de “Pillín” fueron asesinados o están preso y, sin una línea sucesoria definida, descubrir quién será el nuevo líder asoma como un escenario complejo. Una batalla, una carrera, que difícilmente tenga otra salida que no recrudezca la violencia.
El sábado, junto a Bracamonte murió Daniel “Rana” Attardo, su mano derecha, aunque quienes conocen la tribuna admiten que no tenía condiciones de jefe. Tampoco Leopoldo “Pitito” Martínez, que según allegados trasladó los cuerpos al hospital Centenario.
El mejor segundo fue Julio César Navarro, alias “Cara de Goma”, ultimado en 2016; este asesinato provocó un ajuste con Mario “Gringo“ Visconti, exintegrante de Los Guerreros, apuntado por estar detrás de la muerte de Navarro.
La irrupción de Los Menores, un grupo criminal con base en el barrio 7 de Septiembre, promovería el caos. El líder, Matías Gazzani, del que se dice que está prófugo desde marzo, aunque Bracamonte confió hace unas semanas a LA NACION que se lo ve por Rosario a bordo de un Mercedes Benz, no es una figura de la tribuna, aunque una bendición de Los Monos solucionaría cualquier conflicto.
El peor escenario sería un intento de desembarco de hombres ligados a Esteban Lindor Alvarado: originaría un estallido, porque con Bracamonte la barra canalla respondía al clan Cantero.
Sería retrotraerse a los años más oscuros, cuando “Pillín” y sus soldados le quitaron el poder a Los Chaperos, comandados por Julio Alberto y César Bustos. Cuando lo quisieron desbancar, como con los casos de Luciano Molina y de Cato Molaro, ambos de la zona Sur, los insubordinados fueron expulsados.
Debajo del paravalanchas, Bracamonte hizo del club un espacio de negocios. Nada extraño en el fútbol argentino. Por esa razón recayó el derecho de admisión, al ser descubierto en la venta de entradas de protocolo en 2018. También tuvo una causa por amenazas a un empleado de Rosario Central cuando reclamó carnets de ingreso al estadio actualizados para 700 hinchas. El apellido de “Pillín” fue acusado en una causa por quedarse con dinero del pase de Gastón Ávila a Boca, una operación que se realizó en 2019 y de la que el jefe de la hinchada se alzó con el 20% del pase.
Durante la gestión anterior, la sede de Rosario Central fue allanada por las Tropas de Operaciones Especiales por supuestas facturas emitidas por una empresa relacionada con Bracamonte que prestaba servicios en el club. “Me molesta que digan que la TOE allana a los delincuentes”, respondió enfurecido Ricardo Carloni, exvicepresidente y quien estuvo al mando de la institución antes de la actual gestión que tiene a Gonzalo Belloso como presidente, sobre una connivencia entre la barra brava y los dirigentes.
La popular de Regatas pocas veces se enseñó contrariada con las malas campañas de los últimos años, una de las razones por las que se pensó que podría apoyar a Carloni en las elecciones del 18 de diciembre de 2022, aunque se impuso la fórmula Belloso-Cristinziano por amplísimo margen.
Con quienes ahora dirigen los destinos de Rosario Central no existieron rispideces y hasta un hijo de Belloso –Matías- y otro de Bracamonte –Andrés Guillermo- fueron detenidos después de verse involucrados en una brutal agresión en un boliche de Mar del Plata en enero de 2021.
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