Los especialistas recomiendan aplicarla en formato de sérum en combinación con el protector solar para lograr resultados estéticos y mantener la piel saludable y protegida
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Antioxidante por excelencia, es tal vez la vitamina más popular. La vitamina C, indispensable para reforzar las defensas gracias a su función inmunológica a la que año a año la población recurre para alejar resfríos y enfermedades de invierno, es también necesaria, entre otras cosas, para el crecimiento y la reparación de los tejidos y para formar vasos sanguíneos, cartílagos y músculos. Además, tiene una acción comprobada sobre la piel aplicada tópicamente.
Parte indispensable de la dieta -se obtiene de los cítricos, los tomates, los pimientos, el repollo, los repollitos de Bruselas, el brócoli y las espinacas, entre otros alimentos- no es producida por el propio organismo. Sin embargo, en la piel la única fuente de vitamina C es tópica. Está demostrado que su uso tiene importantes beneficios.
Resulta ideal para todo tipo de pieles y se presenta en cremas y sérums. “Es una de las vitaminas más reconocidas para luchar contra la oxidación celular y para retrasar el envejecimiento cutáneo. Es uno de los principios activos antiage para la piel. Además, inhibe la acción de la tirosinasa, enzima responsable de la pigmentación. Y ofrece un aspecto sano y fresco a la piel”, asegura Lucas Ponti, médico dermatólogo (M.N. 130388), miembro de la Sociedad Argentina de Dermatología.
La acción de la vitamina C sobre la piel está comprobada y desde hace más de 20 años las principales marcas cosméticas la incluyen en sus formulaciones más sofisticadas. Desde entonces, los desarrollos continúan avanzando y las investigaciones dan paso a productos que aseguran cada vez más sus beneficios. Entre ellos, el efecto antioxidante, principal virtud de la vitamina C.
“Se reconoce a la oxidación como un mecanismo habitual por el cual muchas sustancias producen daño en células y tejidos. La oxidación es la vía final por la que se producen daños en el organismo, generada por la desnaturalización y la pérdida de función de las vías metabólicas esenciales para el mantenimiento de la salud”, explica Mario Savarín, médico dermatólogo (M.N. 80797) miembro de la Sociedad Argentina de Dermatología.
En la piel, el efecto antioxidante “consiste en la neutralización de moléculas y compuestos que, por su poder de oxidación, ocasionan el daño de células y tejidos. Por ejemplo, el colágeno, las fibras elásticas y el ADN”, describe Mario Savarín. Gracias a esta acción, la potente vitamina protege del fotodaño y del envejecimiento de la piel.
“La radiación ultravioleta solar es formadora de varios compuestos nocivos de alto potencial oxidante”, aclara el dermatólogo. Además, la vitamina disminuye la acción ocasionada por ciertas sustancias, como el tabaco y “otros productos metabólicos tóxicos de producción interna habitual en todos los organismos”, añade Savarín. También ataca a los distintos signos de envejecimiento, ya que “promueve la síntesis de colágeno y de elastina”, acota Ponti. Al estimular la producción de colágeno y al proteger a las células de los radicales libres del sol y de la contaminación, tiene un efecto antiage y la piel se ve más joven y luminosa. ¿Efectos adversos? Puede provocar irritación, sobre todo en las pieles más sensibles. “Entonces, en pieles con rosácea o en pieles sensibles se impone especialmente la supervisión por parte del dermatólogo de cabecera”, recomienda Ponti.
Según un estudio llevado adelante por investigadores de la Universidad de Villa María, Córdoba y de la Universidad de Córdoba, publicado por el Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (Conicet), la vitamina C contribuye a la cicatrización de la piel, gracias a su rol en la síntesis del colágeno; activa la inmunidad de la piel frente a la radiación solar; aclara algunas manchas, consiguiendo un tono más homogéneo; y tiene una acción protectora frente al cáncer de piel inducido por la exposición solar.
“Es posible concluir que, aunque la utilización de vitamina C mediante aplicación tópica sigue siendo un desafío, no debemos perder de vista los nuevos avances que buscan desarrollar formulaciones más estables y permeables para lograr resultados más prometedores”, concluyen los investigadores.
Como sucede con cualquier tratamiento farmacológico de aplicación tópica, es un desafío para la vitamina C atravesar la barrera de la epidermis. Para llegar hasta sus capas más profundas, esta se sirve de distintas tecnologías como “micro y nano partículas, liposomas y coageles -cristal líquido- que, a manera de envoltorio o cambios en la estructura molecular, permiten franquear esa barrera”, señala Savarín.
Las concentraciones utilizadas son un factor clave y, las que se emplean en la actualidad “son posibles debido a la obtención de diversas formas químicas de vitamina C con poco poder irritante y mayor penetración epidérmica. Sin embargo, formas químicas de mejor acceso, en algunos casos, tienen poca eficacia terapéutica. Motivo por el cual las investigaciones continúan”, agrega el médico.
Si bien los beneficios de la vitamina sobre la piel están comprobados, se trata de un principio activo de origen natural muy lábil, que se degrada rápidamente frente a la temperatura, la luz, el oxígeno ambiente y la alcalinidad. Esto provoca una pérdida en su efectividad.
“La forma natural de vitamina C, el ácido ascórbico, es la más eficaz para la administración tópica”, sostiene una publicación de la Oregon State University. “La estabilidad de las soluciones tópicas de vitamina C puede incrementarse mediante la adición de otros compuestos antioxidantes”, continúa. Con el fin de mantener su estabilidad y facilitar su acceso al interior de la piel, “modificaciones moleculares y formulaciones farmacéuticas de más reciente desarrollo intentan evitar una desnaturalización precoz y promover una mayor absorción cutánea”, sostiene Mario Savarín.
Frente al obstáculo de la fácil degradación de la vitamina, ¿es conveniente optar por formulaciones magistrales o es mejor recurrir a productos de venta comercial? “La vitamina C presenta dos grandes debilidades en cuanto al uso en dermatología: su rápida degradación y su pobre absorción. Salvar estos escollos requiere de formulaciones químicas, procedimientos de producción y envasado que implican una alta tecnología, estando más al alcance de empresas con una alta inversión que aseguran un minucioso control de calidad”, afirma Savarín.
Por períodos cortos
Sofisticados, los desarrollos imponen la seriedad que aseguran los más reconocidos laboratorios, que son, así, la garantía del producto. Al ser una molécula inestable, “es conveniente utilizarla en formato de sérum, en el que se va a mantener más estable”, suma Ponti.
El guardado del producto es clave para mantener la eficacia de la sustancia. “Se oxida con la luz y el aire. Por eso, debe mantenerse bien cerrado, en un lugar fresco y sin luz”, aconseja Lucas Ponti. Acerca de su uso, el dermatólogo indica adoptar la vitamina por períodos cortos, de entre uno y dos meses.
“No solo se puede usar en verano, sino que se debe hacerlo en los meses de calor porque la acción principal de la vitamina C es resguardar a las células de los radicales libres producidos por el sol. En época estival la radiación aumenta y la producción de radicales libres también”, asegura el especialista.
Su acción se potencia “limpiando previamente el rostro para que la piel tenga una mejor absorción y con el uso del protector solar. También suma asociarla a otro antioxidante como la vitamina E, el ácido ferúlico y el ácido hialurónico”, dice Lucas Ponti. La piel limpia antes de la aplicación de la vitamina C es fundamental, ya que, si esta no tiene una buena higiene, la vitamina “se puede oxidar en los poros y provocar unas manchas marrones que se limpian fácilmente”, advierte.
Según indicación de Lilian Demarchi, médica dermatóloga (M.N. 88365) miembro de la Sociedad Argentina de Dermatología (SAD), para multiplicar la acción de la vitamina C, ésta se puede asociar a un láser que produce un peeling profundo, ayudando a absorberla a través de los canales que éste deja abierto. Su resultado, asegura, es una mayor luminosidad y mejora en la textura de la piel.
En estos días más que nunca en el año la vitamina C resulta un aliado clave que, asociado al protector solar, no solo va a tener consecuencias en el futuro en el plano estético, sino que, sobre todo, resulta una herramienta más para conservar sana y protegida la piel.