La búsqueda de la felicidad, crianza, alimentación y longevidad, entre otros temas relevantes, en las voces de especialistas que compartieron sus ideas en LN BIENESTAR a lo largo del año
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Arthur Brooks. “La felicidad, para mí, es una lucha cotidiana”
Profesor de la Universidad de Harvard
“La felicidad es una combinación de tres “macronutrientes” esenciales: disfrute, satisfacción y sentido. Es importante aclarar que el disfrute se diferencia del placer: implica un goce más profundo y significativo que se experimenta en el cerebro y es fruto de la conexión emocional con seres queridos y la generación de gratos recuerdos compartidos. El placer es una respuesta más instintiva, mientras que el disfrute es una experiencia profundamente humana.
“La satisfacción se refiere a esa emoción de lograr una meta por la que te esforzaste. Solo los humanos sentimos la necesidad de luchar y aspirar a metas. Es precisamente eso lo que nos da satisfacción: el proceso de trabajar hacia un objetivo y alcanzarlo. Por último, el sentido, que es distinto al propósito ya que este último se refiere a los objetivos y direcciones en nuestra vida. El sentido abarca la significancia, coherencia y propósito en un contexto más amplio.
“La felicidad no debe ser el objetivo principal en la vida, porque la felicidad absoluta es inalcanzable, implica la ausencia de emociones o experiencias negativas, algo que no solo es imposible, sino también poco deseable.
“Las emociones negativas son necesarias pues nos mantienen a salvo y vivos, y las experiencias difíciles son fundamentales para aprender y crecer. En lugar de aspirar a la felicidad perfecta, podemos enfocarnos en ser un poco más felices cada día. El verdadero objetivo es desarrollar las habilidades que nos permitan mejorar nuestro bienestar y, con ello, ser más felices este año que el anterior”.
Pepe Sánchez. “Es más peligroso el éxito que el fracaso”
Exbasquetbolista y asesor en temas de bienestar
“Algo que me enseñó el deporte ha sido la capacidad de superar obstáculos. Los deportistas de alto rendimiento tenemos esa capacidad de caernos y levantarnos. Cuando jugás un mal partido, te enseña a que al otro día tenés que volver y tal vez perdés de nuevo. Y cuando alguien lo ve de afuera dice ‘te vas a convertir en perdedor’, cuando en realidad lo que uno aprende es que perder es parte de la ecuación y que es temporal. El error es información. El verdadero partido lo jugás cuando te tenés que levantar después de una derrota.
“Es más peligroso el éxito que el fracaso. La derrota te enseña la resiliencia, pero cuando viene el éxito tenés que estar preocupado porque es muy difícil manejarlo.
“El éxito, si podés tener esa perspectiva, que también te lo da la edad y la experiencia, puede ser un gran maestro. El fracaso es mucho más real y directo. El éxito tiene mucha capacidad de confundirte. En el fracaso tenés dos opciones: seguís para adelante o abandonás, no hay vuelta. El mundo te abandona cuando perdés tres partidos seguidos. En cambio, en el éxito están todos, aparece la atención sobre vos y manejarla es uno de los desafíos más complicados que he tenido.
“Se necesita calma, perspectiva, mucho contraste. Siempre observé cómo manejan el éxito los Nadal, los Messi y la respuesta está en cómo se preparan para el partido siguiente después de meter tres goles, y es muy difícil… esa consistencia hace la diferencia”.
Silvia Álava Sordo. “Los límites les dan seguridad a los chicos”
Psicóloga especializada en chicos
“Como psicóloga, trabajo en un centro en Madrid, y me gusta, al terminar la primera sesión en la que se presentan los adultos a cargo, sin los niños, preguntar: ¿qué es lo que quieres conseguir para tu hijo o para tu hija? La respuesta que más me encuentro siempre es ‘que sea feliz’. ¿Cuál es el problema? Que muchos en ese pensamiento nos equivocamos. Y, por ejemplo, los inundamos para que tengan un montón de cosas. Cuando no hay ninguna evidencia científica, ningún estudio que nos diga que tener más juguetes los va a hacer más felices. O nos da miedo ponerles límites. Y es todo lo contrario, porque las normas les dan seguridad, les dan confianza, les muestran el camino que tienen que seguir.
“Y además, cuando evitamos la sobreprotección, también vamos a conseguir que sean más seguros, que se sientan con una mayor capacidad para desenvolver con éxito su día a día. Eso al final va a traducirse en que nuestros hijos sean más felices. No poniendo límites lo más habitual es que sean muchísimo más infelices.
“Los chicos necesitan que estemos ahí para darles apoyo emocional, para validar sus emociones sin juzgarlos, para que podamos ser un vínculo de seguridad.
“También es muy importante que trabajemos con ellos y que aprendan habilidades de la inteligencia emocional. Que sean conscientes de percibir la emoción que están sintiendo. Tanto de ellos mismos como de los demás. Y ayudarlos a aprender a expresarla de una forma correcta. A mí me gusta mucho Quino y esa frase de Mafalda sobre que la vida es bonita, pero difícil”.
Mario Alonso Puig. “Para evolucionar hay que abrazar las propias sombras”
Médico cirujano y conferencista
“Es difícil sentir cariño por las partes de uno mismo que no queremos ni siquiera reconocer. Cuando empiezas a conectar con tus sombras, se convierten en una puerta que te permite descubrir aspectos extraordinarios de mejora. Hasta que no abraces esa sombra, no puedes realmente evolucionar. Como decía Jung, ‘lo que se resiste, persiste’. Si resisto y no quiero ver lo que no quiero reconocer, lo oculto en el inconsciente.
“Jung también afirmaba que ‘lo que se abraza se transforma’. Entonces, cuando me encontré con mis sombras, en lugar de sentir culpa o vergüenza, experimenté una mezcla de tristeza lógica por haber visto algo que antes no había notado y alegría por saber que, una vez visto, podía cambiarlo.
“Transformar el dolor es una curiosa mezcla de tristeza y alegría: tristeza porque ves algo que no habías visto antes y alegría porque sabes que, al haberlo visto, puedes cambiarlo. Esto ha generado muchos puntos de inflexión maravillosos en mi vida y me ha ayudado a mejorar aspectos que, de no haber visto, seguiría cometiendo los mismos errores una y otra vez.
“Todos tenemos nuestras fracturas, nuestras heridas internas y no queremos mostrarlas porque pensamos que los demás las rechazarán. Cuando te encuentras con un amor gratuito, un amor que no cuestiona y que simplemente da, ofreces tus fracturas y las rellenas de oro. Así es como sucede cuando abrazamos nuestras sombras. En lugar de rechazar esas fracturas, las abrazamos desde el amor, desde ese oro y las transformamos. Por eso, el amor es lo único que realmente puede sanar a un nivel tan profundo”.
Joan Ifland. “Los alimentos procesados crean compulsión”
Especialista en nutrición adictiva
“Los alimentos procesados crean compulsión, antojos y decepción con las recaídas. Sin embargo, para deshacernos de los alimentos adictivos y su malestar, nos beneficia reconocer que nos estamos recuperando de una adicción grave. Este proceso lleva tiempo. Es bueno ser paciente y compasivo con uno mismo en el camino.
“Los alimentos procesados son tan tóxicos que dañan cada célula de nuestro cuerpo. Sería esencial que empecemos a proteger a nuestros hijos desde pequeños, porque la conciencia y la práctica desde la infancia ayudan a desarrollar hábitos que se prolongan en el tiempo. Cuando los niños comen alimentos procesados fuera de casa y regresan con dolor de estómago, dolor de cabeza o irritabilidad, sería apropiado, con delicadeza, hacer explícita la conexión con esos consumos para que puedan comenzar a relacionarlos con sus consecuencias y aprendan a evitarlos.
“Estamos abrumados por la disponibilidad de alimentos adictivos. Están por todas partes. El desencadenamiento de la dependencia es constante. Mantenerse alejado de los alimentos procesados es la mejor manera, pero se necesita mucho entrenamiento para vencer a los científicos de la adicción en su juego.
“Los efectos negativos asociados con estos alimentos incluyen más de 100 enfermedades y dolencias. Entre ellas, el deterioro cognitivo, la alteración del estado de ánimo y diversos aspectos de las enfermedades mentales, como la ansiedad y la depresión, más allá de todas las afecciones físicas”.
José E. Abadi. “Hay que aceptar que la vida incluye la adversidad”
Médico psiquiatra, psicoanalista y escritor
“La felicidad no es casual, no depende del azar ni de la generación espontánea. La felicidad tiene que ver y se mantiene en función de una búsqueda, una exploración hacia aquello que se anhela. Tiene que ver con el optimismo lúcido y no con ilusiones que conducen solamente a la decepción.
“No solamente podemos, sino que debemos buscar la felicidad. Como decía Robert Louis Stevenson, la felicidad no es solo una opción, es un deber. Consiste en disolver prohibiciones que se relacionan con defensas arcaicas y culpas neuróticas que actúan como carceleras, y poner en marcha ese don que tenemos los seres humanos, que es el aprendizaje.
“La búsqueda es, sin duda, la clave de los primeros pasos hacia ella. Implica un esfuerzo, no un sacrificio, como muchas veces se confunde. Significa compartir y tener empatía, lo cual es fundamental en las relaciones humanas y sociales. ¿Por qué? Porque la empatía permite identificarse con el otro, ponerse en su lugar sin invadirlo y así poder entenderlo, comprenderlo y acompañarlo. Esto habilita, por otro lado, la compasión, que es otro mecanismo fundamental.
“Hay que aceptar que la vida incluye, fundamentalmente la capacidad de sostener la adversidad, la frustración, la pérdida y la finitud. Si pensamos que la felicidad es una línea continua de alegría y plenitud, estaríamos siendo muy ingenuos. La felicidad en su tránsito incluye también la posibilidad de aceptar, sostener y elaborar la adversidad, la pérdida, los fracasos y también la muerte”.
Rafael Santandreu. “Es imprescindible volverse más simple”
Psicólogo cognitivo y escritor
“Nada es tan importante. Se necesita muy poco para ser feliz. Los hechos son en sí mismos bastante neutros. Las contrariedades nos afectan, por supuesto, y es correcto que así sea, porque son, en parte, el motor que nos moviliza hacia la mejora. Pero es común notar discrepancias en la reacción frente a un hecho similar. Mientras una persona se disgusta un rato y se le pasa, otra se hunde en una crisis de una década. Algo no está bien en este segundo caso.
“A nuestro alrededor mucha gente se queja, dramatiza, está asustada, temerosa, de alguna manera le place eso malo que detectó que le sucede… Y podemos copiar sus razonamientos. Así adquirimos creencias irracionales como: ‘¡Necesito que todo el mundo me trate bien todo el tiempo!’. Esta creencia genera una infelicidad notable. Es allí donde crece la causa potenciadora de la neurosis: las exigencias inventadas que transformamos en una necesidad. Con menos requisitos allanamos el camino de la paz mental. Para eso es imprescindible volverse más simple y dar valor a lo que se posee, más que a lo que falta.
“Las personas más fuertes y felices creen que nada merece su preocupación. Me gusta inspirarme en Stephen Hawking, el científico en silla de ruedas. Pensaba que su parálisis era una minucia, nada demasiado relevante. Cuanto más te parezcas a ese tipo de personas, mejor te irá. Lo ideal sería llegar a no preocuparse por nada. Aquello que vemos en otros y que, equivocadamente apreciamos, como la fama, un cuerpo trabajado o la riqueza son anécdotas en las vidas de esas personas. No son determinantes de su felicidad”.
Valter Longo. “El consumo de alimentos debe ser en 12 horas del día”
Bioquímico, especialista en nutrición y longevidad
“La dieta ideal en busca de longevidad es vegetariana, a la que se le suma pescado entre dos y tres veces por semana. Concentrarse en una dieta rica en verduras, legumbres, pescado, nueces y cereales integrales es el modo más simple y económico de prevenir enfermedades. Para quienes tienen menos de 65 años, la ingesta de proteínas debe mantenerse baja, entre 40 y 47 gramos de proteína por día para quien pese alrededor de 59 kilos; entre 60 y 70 gramos para alguien que ronde los 90. Superada la barrera de los 65 años, se debe aumentar apenas el consumo de proteínas en base a pescado, huevos, carnes blancas, además de legumbres.
“Los carbohidratos de bajo índice glucémico (legumbres y verduras) deben consumirse en abundancia, reduciendo así aquellos con alto contenido en almidón (las 4P: pasta, pan, pizza y papas, además de arroz) y azúcares.
“Lo correcto es distribuir el consumo de alimentos en 12 horas del día. Además, aconsejo hacer dos o tres ayunos al año para un reseteo completo del sistema. Se trata de un nuevo hábito que la ciencia nos confirma que es saludable para ganar calidad de vida y longevidad. Pero no se trata de excederte. Si se extiende el ayuno más allá de 12 horas pueden aparecer problemas como la formación de cálculos biliares y es posible que un período de ayuno más extenso invite a saltarse el desayuno, lo que, según confirman los estudios científicos más recientes, se asocia con un mayor riesgo de mortalidad y enfermedades cardiovasculares. No hay que olvidarse nunca que además de cuidar la salud, comer, además de nutrición, es goce”.
Marian Rojas Estapé. “Vivimos intoxicados de dopamina”
Psiquiatra, escritora y conferencista
“Vivimos intoxicados de dopamina porque queremos gratificación instantánea a toda hora. Las pantallas hackearon este sistema dopaminérgico y modificaron nuestro sistema de recompensa. Y cuanto más adictos somos al placer, a la dopamina, así sea tabaco, alcohol, compras compulsivas, pornografía, videojuegos, TikTok e Instagram, más intolerantes nos convertimos al dolor. Todo nos cuesta más, todo nos duele, nos irrita. Llega un momento que huimos constantemente del dolor buscando esa dopamina.
“Al consumir azúcar y alcohol a toda hora, por ejemplo, no dejamos de liberar dopamina en nuestro cerebro. O sea, la dopamina es un neurotransmisor y a la vez es una hormona que se libera desde las neuronas ante el estímulo del placer. Lo malo es cuando esa sustancia está constantemente liberándose en nuestras neuronas. Porque al no parar de liberarse, llega un momento en que el cerebro se satura y busca protegerse.
“Y lo busca de varias maneras. Una de ellas es generando tolerancia. Todo aquel que haya consumido drogas sabe que lo que en un momento le produce placer, si sigue consumiendo la misma dosis, ya no lo produce. Necesita más. Por otro lado, el que hace de equilibrio al exceso de dopamina en nuestro cuerpo es el dolor. Entonces, cuanto más placer, más sustancias de dolor. Y llega un momento en que todo duele, todo irrita. A los jóvenes enganchados a las pantallas lo que les sucede es que son incapaces de prestar atención a un libro, al profesor, al mundo. Todo los aburre, porque está diseñado para ser así”.
Bruce Lipton. “No somos víctimas de nuestros genes, podemos cambiar”
Biólogo especializado en células madre
“La epigenética es el estudio de cómo las señales ambientales regulan la actividad genética. Si las células responden a su entorno, entonces la biología humana no está predeterminada por la genética, no somos víctimas de nuestros genes, podemos cambiar el curso de nuestras vidas cambiando nuestras percepciones y nuestro entorno. Descubrir esto me llevó a explorar cómo los pensamientos y creencias influyen en nuestra biología.
“El mejor entorno es el que provee equilibrio, armonía y señales de seguridad y crecimiento. Esto no incluye solo el entorno físico, –nutrición adecuada, aire limpio y ejercicio–, sino también el entorno emocional y psicológico. Emociones positivas como el amor, la alegría, la gratitud y un sentido de propósito crean un entorno bioquímico que fomenta el crecimiento celular, la reparación y la salud; mientras que el estrés, el miedo y la ansiedad liberan hormonas de estrés (como el cortisol) que ponen al cuerpo en “modo de protección”, suprimiendo el crecimiento y debilitando el sistema inmunológico.
“Las emociones juegan un papel significativo en el desarrollo de enfermedades, que son el resultado de una combinación de factores. Además de emociones, también hay influencias físicas, ambientales e incluso genéticas. Puedo afirmar que emociones como el estrés crónico, el miedo o los traumas no resueltos son factores claves en la aparición de una enfermedad, porque alteran el entorno interno del cuerpo, debilitando el sistema inmunológico y afectando el funcionamiento celular”.
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