Las recomendaciones de especialistas para cuidarse del polen y los ácaros típicos de esta estación; los mejores horarios para hacer actividad física y sugerencias para evitar que los síntomas afecten emocionalmente
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La batalla contra las alergias de primavera no está perdida. Aunque los síntomas típicos, como picazón en los ojos y nariz, estornudos y tos, causan incomodidad en el día a día e impactan en el estado de ánimo, es posible, en muchos casos, prevenirlos con cambios de hábitos, sugeridos por especialistas.
Según Gustavo Marino, jefe del área de alergología e inmunología clínica del Hospital Austral, todas las alergias se pueden prevenir porque dependen de la exposición al alergeno. “Vale decir que si lo evito no voy a tener manifestaciones”, señala. Pero aclara que si bien parece algo sencillo en la práctica puede ser muy complicado. “Lo primero es saber a lo que se es alérgico, dado que no se puede evitar lo que no podemos identificar que nos hace mal. En general, el paciente alérgico, se da cuenta por sí solo de un pequeño número de todas sus sensibilidades, pero muchas pasan desapercibidas. Así que lo primero es un buen diagnóstico”, explica.
El aspecto psicológico no debe dejarse de lado. Para Rolando Salinas, jefe de salud mental del Hospital Alemán y profesor de psicología de la salud de la Universidad Católica Argentina (UCA), existe una doble relación entre los episodios alérgicos y la salud mental. Esto se debe a que, por un lado, el desencadenamiento de episodios puede ser el resultado de que la persona sufre de estrés o pasa por estados depresivos o ansiosos, de tal manera que las alergias suelen ser consideradas enfermedades psicosomáticas o trastornos psicosomáticos. “Hay que tener en cuenta que, si bien todas las enfermedades o padecimientos pueden tener un aspecto psicosomático, en algunas es más evidente y este es el caso de las alergias”, señala Salinas.
Flores, árboles e insectos
La llegada de la primavera viene acompañada de un montón de síntomas que resultan poco agradables y que se acentúan en aquellos días secos y ventosos mientras que disminuyen en los días más húmedos y lluviosos.
Marino explica que en esta estación, normalmente hay aumento de pólenes. “De estos, los que afectan al alérgico son los más pequeños porque tienen la capacidad de quedar suspendidos en el aire por más tiempo. Son los llamados anemófilos y provienen de los árboles, los pastos y las malezas”, detalla.
Contrariamente a lo que se cree, los que más afectan no son los pólenes que se encuentran en las flores, los llamados entomófilos. Estos, en general, son más grandes que los anteriores, son pegajosos y los llevan los insectos pegados en sus apéndices. Los más problemáticos son los primeros, los más pequeños, aquellos casi imperceptibles que vuelan y se mantienen en el aire por más tiempo. Muchas personas alérgicas podrán notar una mejoría los días de lluvia y humedad que es cuando estos pólenes no pueden volar tanto.
Sin embargo, los pólenes no son los únicos que pueden hacerle más difícil la vida a una persona con alergia durante la primavera: también se suma la mayor cantidad de insectos. “Si se es alérgico a ellos, puede ser un verdadero problema. En especial, por los himenópteros como las abejas, avispas y hormigas coloradas”, asegura.
Por su parte Pablo Moreno, presidente de la Fundación para el Estudio del Asma y otras Enfermedades Alérgicas ( Fundaler), (M.N. 88.030), informa que los ácaros también son causantes de alergias: “Los ácaros del polvo son aquellos parásitos que viven en todas las casas, pero sobre todo eligen aparecer cuando aumenta la temperatura y la humedad”. Y detalla que para prevenirlos es importante asegurarse que haya una buena ventilación y evitar el cúmulo de objetos que puedan reproducirlos como los peluches, revistas viejas, libros, etc.
¿Mal de ciudad?
Según Moreno, la vida de la ciudad tiene una estrecha relación con las enfermedades alérgicas. A partir 1989 conocemos lo que se llamó la hipótesis de la higiene donde se relaciona la pérdida del hábito rural con el aumento de las enfermedades alérgicas. Estudios recientes indican que las alergias estacionales han ido en aumento en la Argentina, especialmente en las grandes ciudades, donde los niveles de contaminación pueden exacerbar los efectos del polen.
Por su parte, Marino agrega que la vida citadina y occidentalizada afecta mucho al alérgico. Y aclara que, si bien los ambientes cerrados pueden considerarse beneficiosos en esta época del año, hay que evaluar cómo están refrigerados. Si se trata de sistemas de aire centralizado dependerá, entonces, si el equipo posee filtros adecuados y, específicamente, de dónde toma el aire limpio el circuito. “Si no es un sistema eficiente puede inyectar gran cantidad de alérgenos al interior, con la potenciación de los síntomas”, sostiene.
Moreno explica que según datos recientes, 1 de cada 5 argentinos sufre de rinitis alérgica, una de las enfermedades alérgicas crónicas más frecuentes, lo que representa un aumento en la prevalencia en los últimos años en nuestro país. A su vez, advierte que este año se espera un aumento considerable en el número de personas afectadas, debido a las condiciones climáticas que favorecen la proliferación de alérgenos. “Según los últimos estudios, en la Argentina, casi el 25% de la población presenta síntomas que se pueden relacionar con la rinitis y, a pesar de esto, muchos de ellos no tienen un diagnóstico correcto y, por ende, no pueden llevar un tratamiento que les produzca alivio”, dice el presidente de Fundaler.
Explica también que otra de las formas más frecuentes en que se manifiesta la alergia es a través del asma, enfermedad que afecta a los bronquios y entre el 70 y el 90% de esta patología tiene como origen a la alergia. “Además, un dato importante es que las diferentes afecciones alérgicas, como rinitis, conjuntivitis, rinosinusitis y asma coexisten en una gran proporción de pacientes”, dice.
Y, en ese sentido, sostiene que la Campaña Nacional de Detección de Asma llevada a cabo por la Asociación Argentina de Pacientes con Asma (AAPA) confirmó que casi el 70% de los pacientes que presentaron diagnóstico de la enfermedad tenían problemas alérgicos coexistentes y, de ese universo, el 60% presentaba síntomas compatibles con rinitis y conjuntivitis alérgica. “Por eso, es crucial que las personas tomen medidas preventivas antes de que los síntomas empeoren”, aclara.
Las señales que aparecen en las personas alérgicas en esta temporada van desde la rinoconjuntivitis con congestión, chorreo, taponamiento y picazón nasal, acompañados de síntomas oculares hasta enrojecimiento, picazón y lagrimeo. O dermatitis por contacto, es decir aquellas reacciones que se dan por el roce del alérgeno con la piel. “Y no menos importantes, las alergias alimentarias. Algunas frutas, como frutilla, durazno, kiwi y las de cosecha temprana como el melón, pueden desencadenar síntomas”, añade el jefe del área de alergología e inmunología clínica del Hospital Austral.
Cómo detectarlas
Marino comenta que para detectar a qué se es alérgico es necesario realizar pruebas percutáneas y epicutáneas, no menos de 80, con un sistema de lectura computarizado que permita analizar cada una de las reacciones. Luego que se tiene un diagnóstico junto al médico alergólogo, se diseñarán las estrategias para evitar lo que se pueda y para aquello que sea muy difícil o imposible será necesario realizar un tratamiento desensibilizante. Coincide Moreno en que si la persona tiene un diagnóstico y sabe a lo que está sensibilizado existen numerosos tratamientos. “La inmunoterapia es el proceso donde se va a tratar de desensibilizar al paciente de aquello que aumenta sus síntomas alérgicos”, dice. Por otra parte, existe una serie de medidas que la persona puede tomar para reducir la exposición. Sin embargo, advierte que muchos pacientes tienden a automedicarse o subestimar sus síntomas, lo que puede llevar a complicaciones mayores. “Es crucial que aquellos que experimentan síntomas persistentes durante la primavera consulten a un especialista en alergia para recibir un tratamiento adecuado y personalizado”, enfatiza.
Problemas en la piel
Para María Inés Hernández, médica dermatóloga y asesora de Laboratorios Andrómaco (M.N. 99153), por lo general, las alergias de primavera son más frecuentes en los pacientes atópicos, que se ven afectados en la piel y en el sistema respiratorio. “La atopía es una condición que tiene múltiples factores desencadenantes, entre ellos la predisposición genética, la exposición a alergenos que aumentan en primavera con el proceso de polinización, factores ambientales y también estrés”, señala.
Los pacientes con dermatitis atópica presentan una piel seca generalizada, eccemas y prurito. Los eccemas agudos y subagudos se ven como áreas de piel más coloradas, generalmente con escamas, incluso con vesículas, mientras que los eccemas crónicos tienen generalmente la piel más seca y engrosada con aumento de la trama normal.
Hernández detalla que la localización de dichos eccemas varía con la edad. Por ejemplo, en el lactante suelen encontrarse en las mejillas y zonas de extensión como codos, rodillas, glúteos y eccema del pañal. En la infancia, adolescencia y adultez, los eccemas se ubican principalmente en sitios de flexión como cuello, pliegue del codo y hueco poplíteo, atrás de la rodilla; también pueden afectar párpados y pezones. “El síntoma más importante es el prurito o picazón que puede ser leve, moderado o severo e interferir significativamente en la calidad de vida de los pacientes, –explica la especialista–. La alteración de la calidad del sueño, dificultad para concentrarse, para ir al colegio, trabajar o cualquier rutina de la vida diaria son algunas de las consecuencias de tener prurito crónico”.
A la vez, subraya que en estos casos las medidas más importantes de prevención tienen que ver con mantener la adecuada función de barrera cutánea de la piel. “Esto implica adquirir algunos hábitos simples como hacer baños cortos y evitar el agua muy caliente, usar jabones humectantes y secar muy suavemente sin refregar, solo con palmaditas”, dice.
Además, recomienda humectar la piel después del baño: “Al igual que tomamos agua todos los días, la piel necesita tener crema todos los días”. Y sugiere evitar ponerse perfumes sobre la piel, siempre es preferible sobre la ropa y usar vestimenta suave de algodón. “Algunas personas pueden requerir el uso de corticoides tópicos o antihistamínicos orales, cada caso debe ser consultado con su dermatólogo”, añade.
Verónica Tosi, médica dermatóloga (M.N. 116.620), destaca que en la actualidad se estima que entre un 20% y un 30% de la población mundial convive con algún tipo de alergia. “La alergia es una reacción de defensa del organismo contra sustancias externas como, por ejemplo, el polen que penetra en el cuerpo. Para el sistema inmune se trata de elementos extraños y, en consecuencia, reacciona ante ellos para neutralizarlos”, dice. Y agrega que, en la ciudad, estos episodios pueden estar agravados por la gran cantidad de árboles como los plátanos que liberan polen y por la contaminación ambiental que empeora la calidad del aire.
Tener una mayor predisposición a padecer alergias en primavera, para Clara Hernández Gazcón, dermatóloga (M.N. 116.743), se debe a una base genética que genera la atopia y su desencadenante frente a la exposición de determinados agentes. Pero también los factores de estrés y la contaminación ambiental juegan un rol clave en el sistema inmune y, por ende, en la aparición de alergias.
“Una vez que la alergia y el prurito se instalaron es importante aportar antihistamínicos vía oral y descongestivos tópicos para evitar el rascado y disminuir las molestias locales”, sugiere la especialista.
El impacto en el ánimo
Padecer estados alérgicos también tiene repercusiones en la salud mental. “Por ejemplo, se ha visto que la depresión es más frecuente en las personas afectadas por alergias, ya sea en forma crónica o episódica: aumenta una y media o dos veces la frecuencia de estados depresivos”, sostiene Salinas. A la vez que es posible que se desencadenen trastornos de ansiedad o disminuya la productividad.
De manera que no solo deben buscar ayuda en el aspecto clínico sino también apoyo psicológico para poder sobrellevar este período de la mejor manera.
Cuándo ir al médico
Para Pablo Moreno, presidente de Fundaler, es importante consultar con un especialista en estas situaciones:
◗ Síntomas persistentes: estornudos, picazón, secreción nasal, ojos llorosos, tos o sibilancias durante más de unas pocas semanas.
◗ Alergias graves o anafilaxia: es fundamental identificar el desencadenante y recibir un plan de tratamiento y prevención.
◗ Alergias alimentarias: el médico puede colaborar en confirmar a qué alimentos se es alérgico mediante pruebas específicas y orientar para evitarlos y qué hacer en caso de una reacción.
◗ Asma no controlada: puede ser necesario que un alergólogo ajuste el tratamiento o identifique si las alergias están exacerbando la patología.
◗ Alergia a medicamentos o picaduras de insectos: es recomendable ver a un alergólogo para evitar que se profundicen los síntomas.
◗ Antecedentes familiares de alergias graves: un especialista puede evaluar el riesgo genético y recibir orientación preventiva.
Tips para no entrar en contacto con agentes desencadenantes
Proteger ojos y nariz: Usar anteojos de sol y mascarillas para salir y reducir el contacto del polen con los ojos y las vías respiratorias.
Horarios adecuados: Evitar actividades al aire libre en las primeras horas de la mañana y al atardecer ya que los niveles de polen son más altos.
Subir las ventanillas: En el auto, circular con las ventanillas cerradas y el aire acondicionado encendido, manteniendo los filtros limpios.
Una ayuda extra: Consultar con un médico sobre el uso de antihistamínicos o aerosoles nasales preventivos antes de que los síntomas se presenten en su máxima intensidad.
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