Karla Wheelock, reconocida alpinista, cuenta las estrategias para hacerle frente a lo que resulta incómodo en el ciclo “Aprendemos Juntos 2030″, la plataforma del BBVA que emite sus contenidos en forma exclusiva por LA NACION
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“Siempre he pensado que los deportes de riesgo están relacionados a la autoestima, ¿qué pensás?”, le preguntaron a Karla Wheelock, una alpinista mexicana de 55 años durante una charla en el ciclo “Aprendemos Juntos 2030″, la plataforma de contenido de BBVA. Y su respuesta fue contundente: “Más que con la autoestima, creo que está muy ligado al autoconocimiento. Darte la oportunidad de salir de tu zona de confort para entrar en tu zona de aprendizaje te ayuda a ver lo que eres capaz de hacer”.
Esta deportista de pura cepa arrancó su camino hacia el Grand Slam del alpinismo en 1993, con tan solo 25 años. En este desafío, los montañistas buscan conquistar el Polo Norte, el Polo Sur y las siete cumbres más altas de cada continente. En el caso de Wheelock, aquella primera victoria fue en el Aconcagua, el pico más alto de América. Y en 2005, logró convertirse en la primera mujer iberoamericana en alcanzar las siete cimas. Hoy, de la mano de su vasta trayectoria, se dedica a dar conferencias, capacitar, motivar, formar líderes y explicar el valor de salir de la zona de confort para alcanzar aquello que se anhela.
Autoconocimiento
Pensar en escalar una montaña puede sonar atemorizante para la mayoría de los mortales, sobre todo por el hecho de estar a la buena de la naturaleza. Entonces, cabe preguntarse: ¿Qué es lo que lleva a las personas a realizar deportes extremos y disfrutarlos? “Recuerdo en una ocasión que una amiga me comentaba cómo hacía para soportar temperaturas de menos de cinco grados o cómo sabía que iba a poder atravesar determinadas pendientes”, narra Wheelock y revela que no tenía la respuesta exacta, pero si tenía certeza de algo, era que “cuando te das la oportunidad, descubrís competencias y habilidades que no sabías que tenías”.
Es entonces en este momento que la persona logra romper sus propios límites y darse cuenta que puede ir por “un poquito más”, dice la alpinista. De esta manera, se redobla la apuesta y se entra en un círculo vicioso donde aquello que hacés, “ahora te gusta todavía más porque descubriste que estás apto para enfrentar lo que no creías posible, por ende, te preparás mejor”, ahonda Wheelock.
En este espiral ascendente, comenta la conferencista, se logra incrementar la autoestima. Puntualmente en el alpinismo, “uno no sube las montañas para que te vean sino para poder ver, para poder estar ahí, para escucharte”, cuenta Wheelock y profundiza: “Cuando estás con esas temperaturas, con ese viento y ese frío, escuchás tus miedos, tus límites y vas descubriendo cosas que tienen que ver con el autoconocimiento, con la autogestión”. En estos casos, “la conquista es con uno mismo, a la montaña no le importa si la subís o no”, señala entre risas.
Ser tu propio motor
Para esta deportista, la motivación no se encuentra afuera, más bien, “tiene que venir de adentro”. Y para ejemplificar mejor su idea, qué mejor que hacerlo con una historia verídica. Durante uno de sus tantos ascensos, Wheelock cuenta que leyó un libro que la dejó perpleja y la invitó a la reflexión. Entre las páginas se narraba la vida de un monje de los Himalayas, un hombre que era muy apreciado por su comunidad. Sin embargo un día se enferma, comenta Wheelock. En pos de ayudarlo, los vecinos “enviaron un mensajero al poblado más cercano a buscar ayuda para que lo vengan a atender”, continúa.
Pero para sorpresa de aquel mensajero, el curandero era un anciano a quien por prejuicio de su larga edad, no le tenían fe de que podía curar al enfermo. No obstante, dejó a todos boquiabiertos ya que curó al monje. Impactado por la manera en que lo salvó, el mensajero del pueblo le preguntó curioso cómo era posible que a su avanzada edad haya llegado a dónde muchos jóvenes no logran. A lo que el médico lo interceptó: “´Porque la vida me ha enseñado que no solo basta con lo que tenés aquí. Una vez que pongo lo que quiero en mi mente, lo bajo al corazón y mis pies simplemente me siguen´”.
Y de eso se trata. El secreto para ir por ello que se quiere y que el deseo no quede solo en una ilusión, no solo pasa por “que las estrategias sean mentales, sino que hay que pasarlas al corazón”, revela Wheelock. Pero lo cierto es que esto no se debe interpretar “con flores, ni chocolates, ni canciones románticas”, dice la alpinista, el punto está en “hacer las cosas como dijo aquel médico: ´Cuando pones lo que querés en tu mente y corazón, tus pies simplemente te llevan a donde querés estar´”.
Para esta mujer que se desafió de una manera indescriptible y se superó a ella misma, la premisa de aquel anciano curandero tiene que ver con “levantarme a las tres de la mañana, cargarme una mochila de 25 kilos en la espalda, avanzar aunque esté congelado y saltar aunque no sepa si mi pie va a llegar al otro lado”. Para cerrar su charla, alienta a los oyentes a perseguir sus sueños: “Hay mucha gente que simplemente lo deja en ideas, en buenas intenciones, pero si no lo anhelamos realmente, nuestros pies no van a llegar a donde queremos”, finaliza.
Podés disfrutar de la charla completa que compartió la alpinista en “Aprendemos Juntos 2030″, la plataforma del BBVA con contenidos útiles e inspiradores para mejorar la vida de millones de personas de todo el mundo que, desde mayo, se emiten en forma exclusiva por LA NACION.
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