Alguna vez Singapur fue parte de Malasia y la geografía lo justificaría ya que la península malaya termina en su extremo sur en este pequeño país de 719 km2 –apenas más grande que la ciudad de Córdoba que tiene 576–, separado por un hilo de agua, el estrecho de Johor. Desde los dos puentes que lo cruzan, uno y otro país se ven con un movimiento de cabeza.