Esta patología es potencialmente grave y más frecuente en hombres que en mujeres; factores de riesgo y cómo prevenirla
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El momento de dormir suele ser uno de los más sagrados y necesarios para mantenerse saludable y activo al día siguiente. Sin embargo, hay distintas situaciones que se pueden desencadenar durante esas horas impidiendo a la persona descansar como corresponde.
Son unos segundos donde la respiración se detiene y se vuelve a reiniciar de manera automática durante el período de descanso. Se trata de la apnea del sueño, una patología involuntaria que suele ocurrir como consecuencia del cierre de la vía respiratoria superior, disminuyendo la saturación del oxígeno en el cuerpo. Un trastorno frecuente y a veces hasta crónico que se da tanto en niños, adultos y personas mayores.
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), entre el 1% y 6% de los individuos a nivel mundial padecen esta patología. Datos publicados por la revista británica The Lancet, indican que esto se traduce en 1300 millones de personas y estima que en la Argentina lo sufren unas cinco millones pero destaca que aproximadamente el 80% no es consciente y por ende, no la tratan. Al mismo tiempo, especialistas de la Universidad de Granada, en España revelaron que el 22% de los hombres son más propensos a padecerla mientras que en mujeres alcanza un 17%.
En diálogo con LA NACION, Conrado Estol, médico neurólogo director del Instituto Breyna y de la Unidad de Accidentes Cardiovasculares del Sanatorio Güemes, comenta que la palabra apnea significa “no respirar” y explica que se trata de períodos de entre diez segundos y a veces hasta de un minuto donde el individuo deja de inhalar y exhalar, una situación que le genera micro despertares, movimientos bruscos y hasta ronquidos durante la noche. “Frente a este cuadro, la persona que las padece no se da cuenta de lo que le está pasando a menos que haya alguien al lado que registre el hecho”, dice Estol.
Por su parte, Alejandro Andersson, médico neurólogo, director del Instituto de Neurología de Buenos Aires sostiene que se trata de algo que se da únicamente de noche y no durante la vigilia porque “cuando estamos despiertos, podemos controlar nuestra respiración a diferencia de cuando dormimos que va en piloto automático”.
Pero, ¿cómo se desencadena? Existen tres tipos de apneas: la obstructiva que se da especialmente en adultos, como resultado de cuando los músculos de la garganta y la boca se relajan y bloquean el paso del aire, la central, es común en niños y se desarrolla cuando el cerebro no manda las señales correctas al sistema respiratorio y por último, la denominada compleja, que combina las dos anteriores.
Para Estol, las causas asociadas a esta condición son varias y se relacionan de manera directa con “el exceso de peso u obesidad, debido a que se aumenta la posibilidad de la obstrucción de la vía respiratoria, los problemas cardiovasculares preexistentes y los malos hábitos en la alimentación y en el estilo de vida”. Es decir que, aquellas personas con estas características, son más propensas a experimentar apneas.
A su vez, los profesionales consultados hacen hincapié en que la historia familiar y la genética también se suman a la lista de los factores que pueden disparar este trastorno. Y alertan que las personas delgadas o aquellas que no cumplen con los requisitos recién mencionados también pueden experimentarlas. “En los niños, por ejemplo, se puede desencadenar por los adenoides o cuando tienen las amígdalas grandes. En las mujeres es común verlo a partir de la menopausia y en los hombres, a través de los ronquidos”, comenta Estol.
Y tal como en la mayoría de las patologías, la apnea trae de la mano una serie de problemas colaterales que se pueden generar de manera paulatina como por ejemplo, la hipertensión arterial, la diabetes, y algunas deficiencias cardíacas sumado al riesgo de sufrir un accidente cerebro vascular.
Al respecto, Gabriel Lapman, médico cardiólogo y coordinador de los consultorios externos del Sanatorio Modelo de Caseros y autor del libro “Reset, medicina del estilo de vida”, comenta que el estado de ánimo también se ve afectado, “el paciente está más irritable de lo normal, le cuesta concentrarse y poner foco en lo que está haciendo y, aumenta el cansancio durante el día”, dice el especialista y agrega que es muy común ver accidentes de tráfico producto de que el conductor se haya quedado dormido por una sensación de cansancio extrema.
Y si bien no existe una cura definitiva, se puede tratar tomando ciertas precauciones: “En el caso de estar excedido de peso, lo ideal sería controlarlo; por otro lado, se puede recurrir al método llamado “presión continua sobre las vías respiratorias” (CPAP por sus siglas en inglés), una máscara que tira de manera constante oxígeno, recomendada para cuadros moderados o severos. También se fomenta dormir de costado, evitar el alcohol y recurrir a técnicas de relajación”, remarca Estol.
Por otro lado, en caso de que estas medidas no hayan dado resultados positivos, existen alternativas quirúrgicas. De todas maneras, los especialistas consultados resaltan que lo mejor es evitar las intervenciones ya que, advierten sobre posibles complicaciones secundarias. Al respecto, las opciones son amplias y van desde la colocación de un estimulador del nervio hipogloso, un aparato que simula ser un marca pasos, para que cuando la persona deja de respirar, le mande un estímulo eléctrico a la lengua que le da tono muscular y libera la vía aérea. En esta misma índole, se encuentra el llamado adelantamiento del músculo geniogloso, en donde se acortan los tendones del frente de la lengua para adelantarla y que no se vaya para atrás mientras se duerme.
A través de la uvulopalatofaringeoplastía, se cambian las estructuras del paladar, la úvula y la faringe para que no se cierren y no bloqueen la entrada de aire. En la reducción volumétrica por radiofrecuencia, se usan estas ondas que apuntan hacia el fondo de la garganta para achicar y disminuir los tejidos. Con el adelantamiento maxilomandibular, se reposiciona la mandíbula: se la mueve hacía adelante para dejar más espacio atrás de la lengua y que no se obstruya la vía aérea. Una de las contraindicaciones es que la cara puede sufrir modificaciones.
Otra cirugía que se usa para tratar la apnea del sueño obstructiva, sobre todo en niños es la amigdalectomía que remueve las famosas amígdalas. Por último la rinoplastia, que endereza el tabique de la nariz es otra alternativa contra los ronquidos severos
En cuanto a las formas para detectarla, Andersson señala dos estudios: la poligrafía que mide la calidad del sueño y la polisomnografía donde el paciente pasa toda una noche en un centro de salud para ser monitoreado.
¿Cuáles son los síntomas?
Las personas que padecen apneas no se dan cuenta de que la sufren y lo cierto es que si duermen solos, las posibilidades de enterarse de que la tienen son casi nulas. “Es muy importante concientizar este hecho porque son muchos los que la sufren y lo desconocen, y pueden tener secuelas”, comenta Lapman.
Por ello, los especialistas consultados mencionan una serie de síntomas que se desencadenan durante el día y que dan indicio de esta condición.
- Ronquidos, por lo general fuertes.
- Sensación de tener la boca seca.
- Dolor de cabeza al despertarse.
- Irritabilidad.
- Somnolencia, cansancio y desgano.
- Insomnio a la hora de irse a dormir.
- Depresión. Muchas veces cuando hay apneas de sueño, los medicamentos no hacen efecto.
¿Cómo se previene?
“El estilo de vida que lleva cada persona juega un rol importante ya que, puede potenciar o no, distintos tipos de enfermedades”, reflexiona Lipman. A continuación, brindan una serie de recomendaciones que contribuyen a prevenir la apnea.
- Control de peso. Mantener una estructura corporal equilibrada para que el cuerpo funciones de manera correcta.
- Nutrición. Sostener una alimentación saludable, en cantidades moderadas, evitando en lo posible el consumo de carbohidratos.
- Hábitos. Evitar el alcohol, el cigarrillo y cualquier tipo de sustancias.
- Ejercicio. Es fundamental para mantener el peso y los músculos fortalecidos.
- Descanso. Se recomienda dormir de costado, evitando la posición boca abajo ya que, fomenta los problemas en la circulación del oxígeno. Además, se sugiere llevar a cabo buenas costumbres en cuanto a la higiene del sueño, por ejemplo, evitar las pantallas al momento de irse a dormir o asegurarse de que no haya luz artificial.