Con este método se profundiza la experiencia del aquí y el ahora: no se trata solo de poner palabras en el papel, sino de conectar con nuestras emociones, pensamientos y sensaciones físicas
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Cuando digo que el ejercicio sirve para mejorar la calidad de vida, no solo me refiero al ejercicio físico. La salud mental también requiere de ejercitación para prevenir enfermedades. Y uno de los ejercicios más simples y efectivos me lo compartió Fernando Girasol, máster coach ontológico especializado en PNL y mentor de escritores: su método integra la escritura con el mindfulness.
El mindfulness, o atención plena, es una práctica que nos invita a vivir el momento presente con plena conciencia. Escribir con mindfulness nos permite profundizar esa experiencia: no se trata solo de poner palabras en el papel, sino de conectar con nuestras emociones, pensamientos y sensaciones físicas.
Al escribir, a menudo nos encontramos luchando contra un crítico interno. Al practicar la atención plena, aprendemos a observar nuestros pensamientos sin juzgarlos, lo que nos permite escribir con mayor libertad y menos miedo al error. Este cambio de perspectiva hace que escribir sea más disfrutable.
Esta práctica tiene múltiples beneficios y uno destacable en estos tiempos llenos de distracciones y demandas es la prevención del stress y la ansiedad.
Aquí algunos ejemplos que estoy poniendo en práctica:
Respiración. Antes de comenzar a escribir, cierro los ojos y me concentro en mi respiración. Hago una inhalación profunda y exhalo de modo lento, sintiendo cómo el aire entra y sale de mis pulmones. Esto me ayuda a centrarme y calmar mi mente, preparándome para un proceso de escritura más enfocado.
Sentidos. Mientras escribo, presto atención a las sensaciones físicas que experimento. Noto cómo se siente la lapicera en mi mano. Escucho los sonidos a mi alrededor y siento el contacto de mi cuerpo con la silla. Me ayuda a mantenerme presente y conectado con el acto de escribir.
Pensamientos. A lo largo de mi sesión de escritura, es probable que surjan distracciones y pensamientos intrusivos. En lugar de luchar contra ellos, los observo sin juzgarlos y los dejo pasar como nubes en el cielo. Luego, suavemente, vuelvo mi atención a la escritura.
Escritura libre. Dedico unos minutos a escribir sin parar, dejando que las palabras fluyan sin preocuparme por la gramática o la coherencia. Este ejercicio libera la creatividad y me permite explorar mis pensamientos y emociones sin restricciones.
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